El beisbol, como deporte rey de los dominicanos, se ha convertido en el pasatiempo preferido de una gran parte de la población que sigue con fruición a sus respectivos equipos. Es natural que las emociones alcancen el clímax en cada encuentro, pues se trata de una gran pasión.
Sin embargo, como consecuencias de esas pasiones que se viven, en ocasiones se nos va de las manos el control de las emociones y terminamos ofendiendo a compañeros de pasatiempo, aunque de equipos diferentes, causando un malestar innecesario que no debe ser. Como indico, somos compañeros de pasatiempo, amén del equipo por el que simpaticemos, y en ese sentido todos debemos contribuir para que el mismo siga siendo el escenario ideal que nos convoque y nos reúna.
Debemos estar conscientes de que de nada sirve el éxito sino es para compartirlo con los demás, y si la asistencia a un estadio para disfrutar de un buen partido de beisbol puede convertirse en un lugar de confrontación desmedida donde el irrespeto y la descalificación se hagan presentes, es obvio que cada vez menos personas asistirán y aun cuando asistan el espacio terminará siendo cada vez menos agradable, pues si se va al estadio o se sigue un juego desde cualquier lugar a través de la pantalla, ha de ser para el disfrute, no para las ofensas personales.
Cada simpatizante de los diferentes equipos debe estar claro en que el hecho de ser seguidor de determinado combinado no le da derecho a insultar al compañero de otro equipo, pues reitero, todos somos compañeros del mismo pasatiempo y es lo que debe importar.
En ese sentido, las palabras hirientes y los adjetivos insultantes no deben tener cabida en medio de una actividad tan hermosa como el deporte, y en este caso el beisbol, pues de nada sirve lograr el objetivo perseguido si esto nos lleva a ofender a los demás. Claro está, es obvio que el que gane se llevará la mejor parte y está más que legitimado para disfrutar a plenitud y saborear el néctar de la victoria, pero jamás estará legitimado para ofender a los demás.
De hecho existen consignas que son enarboladas por parte de la fanaticada de los diferentes equipos que llevan un mensaje de violencia, de odio y de descalificación, ligado al uso de palabras impublicables, algunas veces expresadas por figuras importantes de esos equipos, llegando hasta a lo personal, lo que dista mucho del espíritu deportivo que es el que nos debe animar.
Ser fanático o seguidor de determinado equipo es un legítimo derecho que nos asiste y debemos respetar a cada cual, pues el mismo derecho que tiene usted a seguir determinado equipo, lo tienen los demás. Si se está claro en esos criterios no creo que pueda haber intolerancia ni irrespeto, pues como expresó el 15 de julio de 1867 el célebre político mexicano Benito Juárez en una frase archiconocida pero pocas veces aplicada en el terreno práctico, “el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Sobre la base de ese convencimiento puedo decir, en mi condición de liceísta, que vivan no sólo los Tigres del Licey, sino también Águilas Cibaeñas, Leones del Escogido, Estrellas Orientales, Toros del Este y Gigantes del Cibao, habida cuenta de que todos son parte esencial de ese pasatiempo nacional que es el beisbol.
Ojalá que aprendamos a disfrutar nuestras victorias, con toda la euforia que se produce como algo natural, pero sabiendo que hay límites que no debemos cruzar para que a quien hemos vencido o nos haya vencido no tenga que sentirse humillado ni arrogante, pues no se trata de eso y si es el caso es un pobre propósito, habida cuenta de que lo que debería importarnos es disfrutar del espectáculo que nos ofrece el beisbol otoño-invernal.
(Ocoa, 24 de diciembre de 2022)
El autor es juez titular de la Segunda Sala del Tribunal de Ejecución de la Pena del Departamento Judicial de San Cristóbal, con sede en el Distrito Judicial de Peravia.
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