Amante a destajo de Ocoa, desde su grito primero a la vida. Juan Sajiun Isa, constructor de puentes solidarios, donde alguna vez, sin tocarlo, sé colaban estridentes voces agoreras a las que el, con la calidez de su bonhomía tornaba murmullos serenos.
Con su grito cotidiano de guerra, soliviantaba los afectos del cariño: – ¡Dimeeee! Estás perdido, ya tú no buscas a uno, recuerda siempre que estoy para lo que necesites. Y no eran palabras vanas, era la verdad que usaba como escudo de su carácter.
Como un guerrero tenaz, la muerte no pudo doblegarlo sin batalla, porque aún dormido, su corazón latía por Ocoa.
Amigo Juan, amigo, sin licencia,me robo y cambio por ti las letras de Miguel Hernández, por sentirme herido con tu muerte:
– En Ocoa, su pueblo y el mío se me ha muerto como el rayo, Juan Sajiun Isa, al que tanto quería.
Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas y órganos mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas
Daré tu corazón por alimento tanto dolor se agrupa en mi costado que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón mortal te ha derribado…
Ve en paz, que la tierra te sea leve y regresa tranquilo a la luz de la morada del padre.
¡Te extrañaremos!
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