Por Nóbel Mejía
La paridad electoral, también denominada cuota de género o cuota de equidad, es un tipo de discriminación positiva que consiste en establecer para los cargos electivos un porcentaje mínimo de personas de un colectivo que ha sido históricamente discriminado, tal es el caso de la mujer.
Es una semilla que germina en varios países latinoamericanos como una interesante conquista del feminismo progresista.
La cuota de género en nuestro país es definida en el Artículo 53 de la Ley 38-18 sobre partidos, agrupaciones y movimientos políticos.
Ahora bien, todo parece indicar que su aplicación tiene cabos sueltos o cuestiones que no han sido claramente definidas.
Leemos con asombro que los partidos Revolucionario Moderno (PRM) y de La Liberación Dominicana (PLD) se encuentran en una encrucijada porque la boleta congresual a nivel de diputados no ha quedado configurada respetando el mandato de ley. El párrafo I dice «La Junta Central Electoral y las juntas electorales no admitirán lista de candidaturas para cargos de elección popular que contengan menos del cuarenta por ciento (40%) y más del sesenta por ciento (60%) de hombres y mujeres».
La situación afecta aquellas provincias con dos curules en la Cámara de Diputados debido a que poseen una población igual o inferior a los 53,063 habitantes necesarios para la asignación de un diputado. Es así como surgen preguntas y recomendaciones.
De acuerdo a la resolución 28-2019 de la Junta Central Electoral (JCE), que establece la distribución de la cuota de equidad de género en las candidaturas a regidores, suplentes de regidores, vocales y diputados en las elecciones ordinarias generales del año 2020, en aquellas provincias con dos diputados la boleta electoral de cada partido deberá estar compuesta por un hombre y una mujer.
Tal y como ordena el párrafo II, parece ser que la JCE y/o las juntas municipales están devolviendo las listas de candidatos que no se ajustan al requisito.
¿Dónde está el problema o la cosa de locos? -conociendo el marco legal, tanto los partidos como la junta, no pusieron parche al ojo antes de las elecciones primarias. Sacrificar candidaturas ganadas con esfuerzo y dedicación supone un serio problema político, así como entregar reservas a personas que no estaban contempladas.
El PLD y el PRM pretendían hacerse de la vista gorda o los chivos locos porque enviaron las listas, aunque cabe destacar que estaban en la obligación porque no pueden invalidar los resultados validados de sus procesos internos. La JCE proclamó las candidaturas ganadas para luego decir que las listas están desajustadas. Desde luego, la proclama era una obligación frente a un resultado democrático.
A eso hay que buscarle un bajadero con carácter de urgencia. El problema surge en la escogencia de candidatos y la voluntad del pueblo. Los métodos de elección interna deben ser revisados y hay que buscar salidas salomónicas a los dilemas. En unas elecciones primarias por voto universal o propio, tal como ocurrió en el PLD y el PRM, los votantes son los que deciden los ganadores, sean estos hombres o mujeres. De manera que no importa si la lista de precandidatos es equitativa.
Solo hay dos maneras posibles de asegurar que un hombre y una mujer sean los candidatos a diputado. La primera y mas democrática es validar al mas votado y a la mas votada. Para ello se debe crear la figura de la «reserva de urgencia’, aquella que entraria en vigor solo en casos extremos donde uno de los dos géneros resulte con 0 votos. La cosa es que ese «segundo lugar» sea definido por el género y no por la cantidad de votos como ocurre en la actualidad. En los casos de existir un escaño reservado a lo interno o para un aliado, ese otro candidato a diputado debe ser del genero opuesto. Es por ello que los puestos reservados no deberían llevar nombres y apellidos.
La otra manera es menos democrática y puede generar conflictos sexistas, siempre reservar una diputación para el género mujer. Para evitar imposiciones desagradables, dicha reserva se puede hacer atendiendo a mediciones públicas y claramente reales o comprobables.
San José de Ocoa no tiene mayores inconvenientes porque en el PLD los candidatos electos fueron un hombre y una mujer, Abraham Martínez y Josefa Mejía. En el PRM ganó una mujer, Yari Encarnación, y hay una reserva. Ese puesto se le asigna a un hombre y colorín colorado. En otras provincias es un lío porque hay reservas con género igual al ganador y boletas oficiales solo con hombres.
Por donde quiera que se vea es un berenjenal. Cuando comiencen a tumbar gente y a decir no a alguien que le hicieron comprar el traje, Dios los coja confesados. Tanto ellos como sus seguidores pueden espantar la mula y armar el avispero.
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