Felipe Ciprián
Las elecciones presidenciales del 17 de mayo están convocadas para elegir al Presidente de la República -principalmente- y a los diputados y senadores para el período 2020-2024. En el plano político esa es solo la formalidad.
Esa convocatoria es principalmente un duelo a la última caída en la larga batalla que libran Leonel Fernández y Danilo Medina por el predominio en la cúspide de la jefatura del Estado y en el liderato político.
En la primera gran caída de ese duelo, con el Estado en su mano, Leonel “se impuso” y abrió al partido del anti-reeleccionista Juan Bosch, a la reelección en 2007 frente a un Danilo que confiaba en la palabra de su compañero Presidente.
La revancha tardó, pero llegó en 2011 y pese a los deseos incontrolados de Leonel de ir a una tercera reelección para un cuarto período como se lo sugerían por métodos diferentes Freddy Pérez y Félix Bautista (ingenieros constitucionalistas) que consideraban que el entonces presidente estaba habilitado para repetir, y Marino Vinicio Castillo, pero mediante una modificación constitucional con referéndum convocatorio y aprobatorio, Leonel tuvo que “recapacitar” y dejar el camino libre a Danilo, incluso, frenando a Margarita Cedeño que quería competir.
Danilo corrió solo y se coronó primero candidato y luego Presidente. Con el apoyo de Leonel que desfondó al Estado haciendo inversiones durante los primeros cuatro meses de 2012 para “posicionar” al candidato del PLD, lo que luego se traduciría en el mayor déficit fiscal registrado desde la fundación de la República Dominicana.
Con tres períodos agotados por Leonel, y Danilo con apenas uno en su tercer año en 2015, gozando de la popularidad más alta de Presidente alguno en el país y en América, el Presidente consideró que tenía la oportunidad de modificar la Constitución que Leonel adaptó para poder volver, aunque utilizando el sambenito de la “no-reelección”.
Es decir: en el relato de Leonel, oponerse a la primera reelección de Danilo era un fundamento constitucional para que se le permitiera a él optar por un cuarto período de gobierno, que presentaba como si “no era una reelección”. ¡Avemaría purísima, sin pecado concebido!
Pero Danilo no tonteó. Llevó el tema al Comité Político que se reunió en Juan Dolio, San Pedro de Macorís, el 19 de abril de 2015. El Presidente allí pidió que se le diera la oportunidad de intentar la reelección y por tanto que se instruyera a los legisladores del PLD para modificar la Constitución.
Danilo obtuvo abrumadora mayoría en el Comité Político y se aprobó la reforma. Leonel debatió durante horas, pero cuando llegó el momento inexorable de la votación, perdió, pero no aceptó su derrota y confrontó a la mayoría del Comité Político enarbolando la “defensa” de la Constitución que él había hecho aprobar para poder intentar regresar al poder, no para una reelección como quería Danilo, sino para buscar su cuarto período de gobierno, que en su relato, no equivale a reelección.
El punto culminante de su rebelión contra la mayoría del Comité Político fue el discurso de Leonel por televisión el 25 de mayo de 2015, donde cinco semanas después de la decisión del Comité Político de que se modificara la Constitución para facilitar la reelección, invocó a José Martí con aquello del decoro para decir que estaba dispuesto a inmolarse para que la Carta Magna se respetara.
Pero que se respetara para él poder ser el candidato del PLD a la Presidencia de la República. No era como los artistas y líderes sociales puertorriqueños que estaban tumbando el gobierno xenófobo y chantajista de Ricardo Roselló en Puerto Rico, pero ninguno de ellos estaba aspirando a sustituirlo.
Otra vez mudo
Como por obra de magia y como él acostumbra, Leonel enmudeció cuando no tenía respuesta para la consigna danilista de “reelección por reelección”, que proponía y logró que si los legisladores aprobaban la habilitación de Danilo para volver a optar por la Presidencia, el danilismo garantizaba que los legisladores y alcaldes serían respaldados para su reelección.
Leonel quedó acorralado y hasta presionado por sus propios legisladores que ante la disyuntiva de pelear sin esperanza o pactar para ganar junto a Danilo, optaron por el concilio.
Sufrió Leonel una caída estrepitosa por el hecho de que Danilo, con buena salud y sin mayores riesgos de tener que dejar la Presidencia, se podía dar el lujo de llevar nuevamente a Margarita como candidata vicepresidencial.
¡Listo! Leonel tuvo que caravanear esperanzado en que en 2016, cuando el transitorio decía que Danilo no podía optar por una candidatura en 2020, lo catapultara a él como sucesor.
Le dije públicamente que esa era una vaga ilusión. Que Danilo jamás permitiría que Leonel fuera candidato del PLD y que lo sustituyera en el gobierno y que solo si salía del PLD en octubre 2017 y rectificaba sus delirios neoliberales, podría reinventarse.
Pero él fue categórico al afirmar que “el PLD iría unido a las elecciones y ganaría en la primera vuelta”. Una respuesta directa a un artículo mío en el Listín donde alertaba acerca de que el PLD debía prepararse para la división.
Hoy el panorama confirma algunas de mis hipótesis y niega las suyas: El mismo Leonel dividió al PLD (no va unido) y contrario a su planteo de que ganaría las elecciones en primera vuelta, ahora dice que “es para afuera que van”.
También yo había afirmado que Leonel no sería candidato del PLD porque el danilismo no lo admitiría y si para eso tenían que modificar la Constitución y postular a Danilo para otra reelección, lo harían.
La verdad es que la resistencia de Leonel, a la que arrastró al señor Abinader como buen segundón, tanto en las movilizaciones al Congreso como con el cabildeo con la extrema derecha de Estados Unidos, incluido el senador de la Florida, Marco Rubio, contribuyó a impedir el intento reeleccionista que era la opción A.
Impedida la reforma constitucional para la reelección, Danilo puso en acción su plan B, que no era otro que impedir que Leonel fuera candidato del PLD.
Ante el hecho evidente de que ninguno de los precandidatos danilistas que tenían un año en precampaña podía derrotar a Leonel, Danilo le soltó a Gonzalo Castillo y en 64 días lo aplastó. ¡Caramba, caramba!
Leonel sabía perfectamente que el tándem Danilo-Gonzalo -en ese orden- lo derrotaría. Por eso gritó fraude antes de las primarias, se proclamó ganador y luego se trató de convertir en víctima de un fraude aunque tuvo un auxilio de votos extraordinarios de Abinader para que aplastara a Gonzalo. ¡Uuff, y perdió!
Ahora las cosas están claras: Abinader le regala el PRM para que sus aspirantes a legisladores y alcaldes cuenten con sus votos y pacta la alianza de palabra de que cualquiera de los dos que como candidato presidencial pase a la segunda vuelta (entre Leonel y Abinader), respalde al otro.
Si Abinader honra su palabra, que se prepare para votar por Leonel (si le aceptan su candidatura tránsfuga) en segunda vuelta, porque tanto Gonzalo como su redomado león, tienen más respaldo electoral que Luis, aunque las encuestas “propias” digan lo contrario.
Otra vez hay algo de tempestad, pero cuando pase, contaremos las estrellas.
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