P. Profesor, escuché decir que el Padre Luis Quin promovía el convite para mejorar las condiciones de vida de los ocoeños y la conservación de los recursos naturales cordilleranos, pero, ¿qué es un convite?
R. Es una hermosa práctica asociativa campesina, cuyos orígenes se pierden en el tiempo, pues hay quienes buscan sus raíces entre los taínos y los teóricos antropólogos despiertan aun más el imaginario social y se atreven a sostener que esta práctica ancestral se extiende hasta el Paleolítico y que es consustancial con la esencia misma del ser humano, pues se encuentra entre las primeras evidencias de la vida nómada que practicó como estrategia de supervivencia.
Pero independientemente de las acepciones epistemológicas y conceptuales, el convite forma parte de la cultura campesina, aunque cada vez su práctica se vea más desvanecida ante el avance tecnológico y la misma revolución cultural que cambia de matices y se transforma constantemente, según avanzan los tiempos.
Si es cierto, para comprender lo que es un convite, basta con detenerse por un instante a contemplar la gigantesca obra realizada por un sacerdote canadiense que se enamoró tanto de la Cordillera Central y sus moradores que hasta entregó su vida en las montañas de San José de Ocoa, practicando activamente lo que creía y su forma tan peculiar de promover el altruísmo, desarraigando el egoísmo que a veces niega la esencia gregaria del alma humana.
¿Qué hacía Luis Quín además de celebrar misas? Pues bajarse de su púlpito casi todos los días de su vida, quitarse la sotana, ponerse unos jeens, sus botas y adentrarse en las montañas para acompañar a los ocoeños, fecundar y hacer parir a la tierra, curando las heridas y deteniendo la hemorragia de las laderas montañosas, corroídas por la erosión.
Este extraordinario ser humano hizo honor y rindió culto a la Divinidad asociando los campesinos, haciendo juntas o convites para cultivar la tierra, haciendo barreras vivas en las laderas de la Cordillera Central, construyendo acueductos y predicándoles con el ejemplo, pues la madre naturaleza siempre provee todos los alimentos, si se le respeta, se cuida y compartimos sus frutos como hermanos.
La mayoría de los gobernantes dominicanos y desde muchos países vinieron a ver la revolución agraria sin tierra realizada por este sacerdote y la forma tan original de sembrar con el ejemplo. Preservando su memoria y su impronta, entre los ríos Nizao y Ocoa se levanta el Parque Nacional Luis Quin.
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