La República Dominicana tiene la Constitución más blindada que jurisconsultos puedan elaborar para evitar que un caudillo se enrosque en el poder como una culebra gigante sobre un cabrito bebé, a la orilla de un río.
Pero como no hay más ciego que quien no quiere ver, el presidente Luis Abinader ignora, o se hace que ignora, que ese blindaje está ahí y solo necesita que su Congreso Nacional apruebe la Ley de Referendo, para que cualquiera que intente modificar la Constitución, tenga que contar con el voto aprobatorio de la mayoría de los electores del país.
En lugar de instruir a su mayoría legislativa para que se apruebe la Ley de Referendo que traspasa el poder de veto a la reforma de los congresistas asalariados y dotados de su barrilito a la mayoría de los ciudadanos, se decanta por un artículo modificable que dice que ya es inamovible el sistema de dos períodos y nunca más.
Señor Presidente: Ese artículo se puede modificar con una asamblea revisora de la misma forma que se modificó en 2015 el que prohibía la reelección consecutiva.
El entonces presidente Danilo Medina hizo, burlando la Constitución, lo que usted quiere repetir ahora.
Esa propuesta de Abinader no blinda nada y deja al que tenga mayoría legislativa en posibilidad de modificarlo cada cinco meses, si es su deseo.
Tengo claro qué busca el presidente Abinader con su reforma constitucional.
¡Que la haga, de la misma forma que Hipólito Mejía restableció la reelección, la perdió, y tuvo que soportarla, de sus contrarios, por 16 años! Ocho de Leonel y ocho de Danilo.
Nadie sabe para quién trabaja, por más embullado que esté cuando está gozando arriba.
La impermanencia de los budistas es el equivalente de la dialéctica materialista de los marxistas. Y ambos tienen razón. El cambio es la esencia de todo lo que existe y nadie puede detenerlo.
Más clara ni el agua
La Constitución vigente establece clara e inequívocamente que para cambiar el sistema de modificación constitucional, hay que recurrir a los ciudadanos para validarlo. No es suficiente que lo haga el Congreso Nacional.
Abinader quiere modificarla para que se quede en manos de la mayoría legislativa, que ahora tiene el partido suyo.
Lo correcto sería aprobar la Ley de Referendo y que el pueblo decida, no los asalariados y barrilados legisladores del partido en el poder.
Veamos qué claro lo establece la Constitución:
“Artículo 272.- Referendo aprobatorio.
“Cuando la reforma verse sobre derechos, garantías fundamentales y deberes, el ordenamiento territorial y municipal, el régimen de nacionalidad, ciudadanía y extranjería, el régimen de la moneda, y sobre los procedimientos de reforma instituidos en esta Constitución, requerirá de la ratificación de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas con derecho electoral, en referendo aprobatorio convocado al efecto por la Junta Central Electoral, una vez votada y aprobada por la Asamblea Nacional Revisora”.
Más aun, la Constitución puntualiza cómo hacer el referendo.
“Párrafo I.- La Junta Central Electoral someterá a referendo las reformas dentro de los sesenta días siguientes a su recepción formal.
Párrafo II.- La aprobación de las reformas a la Constitución por vía de referendo requiere de más de la mitad de los votos de los sufragantes y que el número de éstos exceda del treinta por ciento (30%) del total de ciudadanos y ciudadanas que integren el Registro Electoral, sumados los votantes que se expresen por “sí” o por “no”.
Párrafo III.- Si el resultado del referendo fuere afirmativo, la reforma será proclamada y publicada íntegramente con los textos reformados por la Asamblea Nacional Revisora”.
Blindaje de mayoría
Ese blindaje es impenetrable por políticos sin luces que ganan presidencias, diputaciones, senadurías y municipalidades a fuerza de papeletas, no importa quién las entregue ni de dónde procedan, por lo que ahora prefieren tener artículos ordinarios para modificarlos a conveniencia, cada vez que son mayoría.
Abre la Caja de Pandora
Una gran parte del país sabe que el presidente Abinader apoya –igual que Danilo- las tres causales para permitir el aborto en esos casos excepcionales.
En su mayoritario Congreso, son los legisladores del Partido Revolucionario Moderno (PRM) –con contadas excepciones– quienes bloquean la aprobación del Código Penal con ellas.
¿Y qué hace Abinader? Se aparta, lava las manos y acepta que los legisladores bloqueen la pieza legislativa esencial para castigar delitos no contemplados en el viejo código.
Ese es su proceder
¿Quién está pensando que Abinader va a salir de frente a legisladores de su partido-mayoría que decidan, “en contra de su voluntad”, permitir la reelección indefinida?
La propuesta de modificación constitucional forzada por Abinader tiene propósitos claros y “ganchos” obvios, que solo los ciegos no ven.
El gobernante la vende como un “blindaje” contra el continuismo, pero como al abrir el tema en Asamblea Revisora los legisladores convertidos en constituyentes son soberanos, pueden aprobar exactamente lo contrario: reelección indefinida.
Abinader tira como un cebo reducir la supernumeraria matrícula de diputados –bajando de 190 a 137– ¿a quién no le gusta eso? para que la gente le vea utilidad a la reforma, pero yo les aseguro que ese aspecto no pasará… y él (Abinader) no hará nada ante el hecho consumado.
Ministerio público independiente es ficción
El ministerio público independiente que Abinader quiere “consagrar” en la Constitución, es otra obviedad. Los cuatro años de su gobierno son la más fina demostración de que eso es un discurso vacío.
Ni un solo funcionario del gobierno del PRM, por más escándalos y destituciones que se registraron, ha pisado un tribunal.
Todos los perseguidos son peledeístas y cuando solo se hostiga a la oposición por corrupción, los mayores corruptos del gobierno se ríen de su poder actual.
Pero como el Diablo era el ángel más admirado por Dios hasta que lo desafió, en todos los expedientes que acusan a los peledeístas de corruptos, hay incluidos jefes del PRM que son excluidos, de hecho, lanzados –por los fiscales impolutos- en el paracaídas de la “delación premiada” por colaborar y devolver.
El Ejecutivo quiere nombrar un ministerio público inamovible para que sea leal, incluso después que el pueblo ajuste cuentas y haya que salir corriendo.
Puedo asegurar que aquí, durante un tiempo, no habrá ministerio público ni jueces –excúsenme Alexis y Diomedes, ustedes han probado que sí lo son- independientes. Los primeros y los segundos, por chantaje y temor, respectivamente.
Si el ministerio público hubiese sido independiente, jamás se hubiera prestado a sentar el precedente nefasto de ocupar militarmente las oficinas de la Cámara de Cuentas, robarse todo lo que quisieron y luego no poder formular un expediente contra sus miembros.
La Cámara de Cuentas es un poder constitucional independiente y fue humillado por la Procuraduría General de la República, cuyo titular nombró el presidente Abinader.
¿Cuál es el profesor que quiere dar clases de independencia, respeto y moral?
Si yo no estoy presente, no se olviden de contar las estrellas cuando pase la tempestad.
Post Scriptum:
Por voluntad del presidente Abinader, este año la Reunión Conjunta de la Cámara de Diputados y el Senado de la República tomará el juramento del gobernante durante una ceremonia en el Teatro Nacional.
¡Muy bien! Esa decisión está cargada de simbolismo.
Ahí donde está el Teatro Nacional vivió el sátrapa Rafael Trujillo hasta que fue asesinado el 30 de mayo de 1961 y desde ahí Abinader lanzará la motivación de su reforma constitucional que no será un blindaje, sino un “elevado al receptor” para no decir un “fly al catcher” para unos legisladores que ya están advertidos de no cambiar ni una coma.
¡Salve, César, los que van a morir te saludan!
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