SAN JOSE DE OCOA- El licenciado Juan Mateo Ciprián, oriundo de esta provincia entregó este miércoles sus documentos al Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), para su postulación para ser juez del Tribunal Superior Electoral (TSE).
“En el ejercicio ciudadano deposite mi postulación al Consejo Nacional de la Magistratura, para ser juez del Tribunal Superior Electoral, de ser electo daré lo mejor de mí, como hasta ahora, ejerciendo durante 19 años como miembro del Ministerio Publico”, dice un comunicado enviado a OCOAENRED.
Actualmente se desempeña como fiscal titular de la provincia María Trinidad Sánchez, donde goza de una alta valoración en la población.
Nació en Parras, San José de Ocoa, provincia sureña de la República Dominicana. Hijo de la ama de casa, Lidia Erminia Ciprián, y el agricultor, Ángel Darío Mateo.
Ser limpiabotas fue su primer oficio, que le ayudó a ganarse el sustento de su familia, muchas veces. Aunque su madre no estaba de acuerdo que saliera a trabajar, sobre todo con un limpiabotas, cuando vio que podía aportar, valoró la importancia del oficio. Su iniciativa fue motivación para sus amigos, que le siguieron los pasos. Precisó que siguió “creciendo”, llegando a convertirse en un zapatero, por lo que ya no solo limpiaba zapatos, sino que también los arreglaba.
Cuando terminó la escuela primaria, en su campo natal, Parras, caminaba seis kilómetros al pueblo, ida y vuelta, para continuar los estudios secundarios en el liceo. Pero terminó el bachillerato en un colegio, porque se ganó una beca, ya que trabajaba en el kiosco del centro educativo.
A los 13 años su madre murió. “En su lecho de muerte, mi madre pidió a mi tío (En Santo Domingo) que me ayudara. Mi tío aceptó el compromiso”, relató.
Llegó a la capital con el propósito de ser cadete, para luego poder ser abogado. En cambio, su tío le propuso que sea maestro de construcción. Como no aceptó la sugerencia, tuvo que irse a vivir a casa de otro familiar, donde el panorama cambió y se puso más difícil.
Luego consiguió un trabajo en un negocio, donde horneaba los pollos, y muchas veces tenía que trabajar 24 horas. Salió de allí por un accidente laboral que casi le cuesta la vida. Pero no se detuvo.
“Hoy puedo decir que el eterno Dios siempre ha estado ahí”, afirma. Después trabajaba como cajero a bordo en la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA).
Motoconchista, bombero en la gasolinera de Hainamosa. Ya como estudiante de derecho, logra un empleo como mensajero externo del Juzgado de Paz de la Tercera Circunscripción del Distrito Nacional.
Fue ascendido luego como secretario de la fiscalizadora. Después fue nombrado por contrato como fiscalizador especial de tránsito, en el 2005. Cuando fue designado fiscal, tenía 6 años y 4 meses dirigiendo el departamento de falsificaciones.
Ha cursado varias maestrías. Imparte docencia en varias universidades y en la Escuela del Ministerio Público.
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