Por: Francisco Casado
SAN JOSE DE OCOA.- Desde muy temprana edad, pero firme en su intención de enseñar, Ysaura Calderón Minyety llegó hace más de 40 años a Los Corozos, una zona apartada de la ciudad donde lo único que había era tierra alrededor. No existía ningún tipo de equipamiento educativo o verdaderos salones de clase, pero sí muchos niños que ansiaban aprender.
Consciente de aquellas carencias, la incipiente profesora organizó a los padres de todos esos menores y edificaron un digno jardín de niños. Con el paso del tiempo, el plantel educativo creció y ella dejó su labor en él para impartir clases en otro lugar. A pesar de su impedimento físico ha sabido subir a lo más alto de la cima.
Sin embargo, esa experiencia se quedó en su mente y así, después de media vida consagrada al magisterio, Ysaura la vuelve a recordar en el presente, satisfecha por su trabajo al interior de las aulas a lo largo de sus 84 años.
Reconocida por la Asociación Dominicana de Profesores, filial Ocoa, quien le ha dedicado en años anteriores la Semana de Regocijo Magisterial y también por el Presidente de la República en un acto celebrado en el Salón de las Cariátides en el Palacio Nacional, con satisfacción expresa: «Me llevo la satisfacción de haber dejado una semilla en los niños, en los padres de familia, en los maestros, una semilla de que querer es poder, de que está en la mente el superarse, alcanzar los sueños. Me voy con esa huella que dejé».
«Decidí ser maestra porque tuve y tengo familia que lo es; es algo que viene en la genética. Siempre quise, desde que era niña. Estar con niños se me daba», asegura.
A lo largo de sus años de carrera, la profesora vivió los cambios en los paradigmas educativos y también constató los cambios que sufrieron las generaciones de antaño.
Cuando ella daba clases, rememora, los niños eran callados, serios. «No se movían», dice Ysaura, sorprendida al darse cuenta de que hoy, un maestro debe, en sus palabras, «conquistarlos, atraerlos, sacar lo que tienen para que sean plenos».
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