El pasado miércoles 15 del mes y año que discurren (enero de 2025) asistí al Estadio Quisqueya Juan Marichal de la ciudad de Santo Domingo, Distrito Nacional, a presenciar un partido entre las Águilas Cibaeñas y los Tigres del Licey, y aunque tras la victoria del equipo azul viví junto a mi familia grandes emociones, prácticamente llegando al clímax, igualmente sentí una pequeña decepción en la euforia de la celebración.
Esa pequeña decepción la sentí cuando escuché a algunos parciales de mi equipo azul haciendo suya una expresión que lamentablemente ha venido usando parte de la fanaticada de las Águilas Cibaeñas principalmente, y que desafortunadamente otras fanaticadas de equipos como las Estrellas Orientales igualmente han estado acuñando, de desear materia fecal para el equipo contrario, que como todos sabemos se usa sobre todo para los Tigres del Licey, expresión que a todas luces me parece antideportiva y pienso que no hay necesidad de caer ahí.
Es claro que no repetiré aquí esa expresión, pero sé que todo seguidor del beisbol otoño-invernal sabe perfectamente a qué expresión me estoy refiriendo, y que admito es muy triste ver a niños, literalmente, cargados en hombros de sus padres gritar aquello cual si se trata de un grito de guerra de dicho representativo de beisbol… no hablaré de lo que expresiones como esas generan y pueden generar que todos sabemos desbordan lo deportivo y caen prácticamente en lo personal, y no hay ninguna necesidad de eso, sobre todo tratándose del pasatiempo preferido del pueblo dominicano.
Tal y como señalé aquella vez en mi artículo “A propósito del beisbol… que no se desborden las pasiones”, entiendo que “como consecuencias de esas pasiones que se viven, en ocasiones se nos va de las manos el control de las emociones y terminamos ofendiendo a compañeros de pasatiempo, aunque de equipos diferentes, causando un malestar innecesario que no debe ser. Como indico, somos compañeros de pasatiempo, amén del equipo por el que simpaticemos, y en ese sentido todos debemos contribuir para que el mismo siga siendo el escenario ideal que nos convoque y nos reúna”. (Sic)
Pensar que una fanaticada al ganar se quedará tranquila y que no celebrará es sencillamente un absurdo y además utópico y que como tal ni por la mente me pasa plantearlo, pues es natural que al resultar victoriosos los parciales del equipo ganador habrán de celebrar, lo que además de entendible resulta hasta obvio y lógico, porque si no fuera el caso no tendría sentido ganar, pero de ahí a caer en expresiones de irrespeto a los contrarios, reitero, entiendo no hay necesidad de caer ahí.
Por eso, ahora que las Águilas Cibaeñas oficialmente han quedado fuera de la serie final pautada esta vez al mejor de 7 partidos, quiero aprovechar como liceísta, pero sobre todo como amante del beisbol, para reiterar mi respeto y hasta admiración por el aguerrido equipo cibaeño, junto y frente al cual hemos vivido grandes emociones.
Pero del mismo modo aprovecho para llamar a la fanaticada de los diferentes equipos, a pensar en que todos debemos cuidar el pasatiempo nacional, pues cada vez que se enfrenten dos equipos en un juego de beisbol, de jugarse, es obvio que sólo uno de los dos podrá ganar, y por tanto, si bien el que ganó tendrá todo el derecho de celebrar, no tiene a su vez el derecho de ofender al contrario, porque si bien podemos ser contrarios de equipos, estamos unidos en el deporte, y en este caso en el beisbol, y como espectáculo debemos cuidarlo.
De manera que en el caso de la fanaticada azul, sobre todo a esa parte que podría estar asumiendo esa expresión antideportiva, los exhorto a no asumir esa expresión porque al hacerlo estaríamos cayendo en el terreno del otro y sabemos que no es correcto, y en la misma dirección llamar la atención a todas las fanaticadas de los diferentes equipos para que revisen esa parte y si lo tienen a bien no usen expresiones que puedan herir innecesariamente a los demás.
Finalmente, reiterar, que “las palabras hirientes y los adjetivos insultantes no deben tener cabida en medio de una actividad tan hermosa como el deporte, y en este caso el beisbol, pues de nada sirve lograr el objetivo perseguido si esto nos lleva a ofender a los demás”.
En ese sentido, sigo aferrado al deseo de que “aprendamos a disfrutar nuestras victorias, con toda la euforia que se produce como algo natural, pero sabiendo que hay límites que no debemos cruzar para que a quien hemos vencido o nos haya vencido no tenga que sentirse humillado ni arrogante, pues no se trata de eso y si es el caso es un pobre propósito, habida cuenta de que lo que debería importarnos es disfrutar del espectáculo que nos ofrece el beisbol otoño-invernal”.
El autor es ocoeño y egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
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