Hace mucho cuestionaba el concepto de voluntad popular pues, a mi juicio, es un elemento que ya no existe en la República Dominicana. La voluntad popular decidió hacer un trueque con algunos a cambio de dinero, puestos y el ser llamado líder en una comunidad. Cuando pasó esto, se sentaron las bases de la continuidad de la pobreza mental, el populismo, sensacionalismo se germinó la necro política y el teatro fue el protagonista de algunos actos políticos.
Al gobierno llegó una línea de pensamiento extraña, parecía que estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por permanecer visitando todos los días el Palacio Nacional y desde entonces, han diseñado una estrategia de gobernanza dirigida a la gente que menos puede, crearon la política de las fundas, los sobrecitos, las cajas, los patrocinios de fiestas, la compra de recetas, se puso de moda el llamar a mi tío cuando me pare la policía, pero se les olvidó algo, ignoraron que a pesar de que nos llevarían a Suiza cada año, esta política les iba a pasar factura en cualquier momento, cuando ellos menos se lo estén esperando y en el momento menos oportuno.
La factura tardaba en llegar, tenía problemas adquiriendo el Registro Nacional de Contribuyentes para contar con toda la formalidad necesaria para hacerla llegar a las puertas del Palacio. Tardó mucho tiempo, la gente tampoco se lo esperaba, pero ya había llegado el día y la factura llegó y lo hizo vestida de peregrino, acompañada de un grupo de ciudadanos que buscaban una salida inmediata a un problema cuya causa no estuvo en las columnas erguidas del palacio, pero el motivo de la asistencia se pudo deber a la estrategia mal encaminada que en el fondo busca continuar con la ignorancia de los que ya no leen y prefieren escuchar cualquier comunicador.
Pero aquí llega otro problema, después de llegada la factura, el Palacio la recibe con desgracia y observa que el valor total a pagar es mayor a la capacidad de pago del gobierno. La capacidad de pago se esfumó, en su huida intentó entrar al Banco Central y al Fondo Monetario Internacional, pero le cerraban la puerta desde que la veían, decidió sentarse en el malecón de Santo Domingo y entendió que no tenía como pagar porque la deuda no era como las otras.
Había conceptos que no aparecían en la factura, por más que la leía no los encontraba, mientras permanecía sentada pasaron dos ciudadanos discutiendo sobre el panorama político y escuchó cuando uno le dijo al otro: ‘’oye, yo voy a votar por el que ma’ me de´´, se volteó a ver si lograba ver el rostro del parlante pero no lo logró, se llevó las manos a la cabeza y entendió que tantos años viviendo tras las columnas del Palacio no la dejaban darse cuenta que lo que necesitaba este pueblo era un sistema educativo que sea tan poderoso que pueda borrar el hambre y algunos otros problemas.
Luego de pensarlo, se armó de valor, subió la Máximo Gómez y se dirigió al Palacio a contarle a sus superiores la manera de poder realizar el pago. Cuando llegó, alguien le preguntó: “¿Dónde andabas? acuérdate que cuando entraste te dijimos que no podías salir ni a la acera”, ella siguió caminando y cuando entró al despacho le dijo al presidente y demás ministros que había encontrado la fórmula. Tristemente, la escucharon, le dijeron que estaba loca, la entraron en el maletín y siguieron pensando como pagar sin salir perjudicados.
Al final, no supimos más de ella, se pagó con dinero, los que ya tenían sobrecitos y un poco de poder le hicieron vítores y aplausos al Palacio y llamaban ignorantes y pocos estadistas a quienes preguntaban por la capacidad de pago y sus sugerencias. Ella, mientras escuchaba en la televisión del despacho como cuestionaban su locación, lloraba sin desdén y decidió quitarse la vida dentro del maletín. Dejó una nota donde decía únicamente:
“Lo siento, no quiero sentirme más culpable, les dejo eso a ustedes, díganles a mis hijos que hice lo mejor que pude pero que no sigan mis pasos ni se atrevan a entrar acá”.
Con su suicidio murieron los sobrecitos, las fundas y las compras de recetas, el gobierno se había quedado sin dinero y ya no tenía como ayudar a sus simpatizantes, cuando pasaron 3 meses sin haber recibido pago, se rebelaron y acusaron al gobierno de corruptos, poco transparentes y asesinos de la democracia dominicana. Y así, tristemente así, nació una nueva patria, vestida de nuevos colores, con estatuas que recordaban a la suicidada capacidad de pago y con la educación y la salud como prioridad estatal. Hoy ya es el 2044, los aires son distintos y al fin la gente está empezando a votar por propuestas creíbles y por los que no se esconden en un teatro montado para dar discursos y convencer a la gente.
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