Despejadas dos variables manejadas con cierta torpeza por parte del liderazgo ocoeño y algunos munícipes, la primera sobre la veracidad o no de la existencia de contagios; y la segunda sobre el derecho constitucional a la libre circulación, espera uno que estén formuladas las estrategias a seguir, para impedir, rastrear, aislar y combatir la pandemia COVID-19, con éxito.
Visto que no se puede impedir la llegada de ocoeños, ni visitantes, a la provincia, según las declaraciones emitidas por el ministro Gustavo Montalvo, en representación del poder ejecutivo, y de que la posibilidad de tener contagios ya es latente, debemos reorientar las estrategias o reforzar las establecidas por el gobierno.
Lo primero es hacer conciencia de que este es un problema de salud pública que atañe a todos, no solo al gobierno. Dejar las diferencias políticas, profesionales o conceptuales y unificar criterios sobre las acciones futuras, evitando el protagonismo y sobre todo las odiosas exclusiones. Enfrentar este fenómeno requiere de mucho esfuerzo, mucha gente y muchas voluntades.
Luego de organizarnos, estructurarnos y delimitar campos de acción, debemos remitirnos a una parte de las propuestas del insigne Roberto Santana: Endurecer los chequeos en las entradas de la provincia.
¿Con qué cuentan nuestros héroes de la primera línea de defensa? Los hemos visto con mascarillas y aplicando desinfectantes a vehículos y personas en los puestos de chequeo, (al menos en lo que corresponde al municipio cabecera). Es eso suficiente? Definitivamente no.
Debemos dotar de termómetros y capacitación. Tomar la temperatura y someter al quienes llegan a un cuestionario que “establezca” la posibilidad de riesgo, es el primer ejercicio que debe imponerse con rigurosidad.
Si en dicho ejercicio se determina algún nivel de riesgo, como el haber estado en un pueblo de altos índices de contagios, haber recibido la visita de algún extranjero, haber sentido algunos de los síntomas del COVID-19, en los últimos 14 días, proceder al aislamiento. ¿Estamos preparados para “someter” al aislamiento a quienes representen algún riesgo? La mayoría de los aislamientos son domiciliarios, pero exigen un seguimiento y para ello un personal que lo haga. Si no lo estamos, debemos prepararnos e involucrar a las organizaciones y estudiantes en dichas labores, que bien pueden realizarse telefónicamente, en la mayoría de los casos.
Rastrear posibles casos de contagios. La estrategia ha sido dejar que los pacientes lleguen a los centros de salud y verificar sus síntomas, ¿y qué pasa con los pacientes asintomáticos o con aquellos que presentan síntomas similares y se lo achacan a la gripe? En dicho rastreo, principalmente en el mapa de contacto de aquellas personas que han presentado o presentan síntomas de la enfermedad, se establecen posibles sospechas y se someten al mismo procedimiento de los que llegan.
En el rastreo también se identifican los pacientes de alto riesgo, neumonías, pacientes de cáncer, diabéticos, problemas cardiovasculares crónicos o de avanzada edad, y se someten al aislamiento domiciliario y seguimiento, esto incluye a nuestros residentes del Hogar San Antonio. Con ello protegemos a los más vulnerables al virus, y evitamos lo que ha sucedido en otros países y ciudades, donde nuestros ancianos han sufrido la furia de la enfermedad.
¿Estamos preparados con lugares de aislamiento, equipos y medicamentos? ¿Más importante aún, estamos preparados en cuanto al personal sanitario necesario? Si no lo estamos, entonces hay que empezar por hacer un llamado a todos los que tienen capacidades en materia de salud, y conformar una base de datos que nos permita hacer uso de sus capacidades si se llegan a requerir. Equipos y medicamentos deben gestionarse con el gobierno.
Si esto es importante, para impedir una posible propagación, más importante en el papel del ciudadano de manera individual.
Ninguna estrategia puede ser exitosa, si seguimos tomando este fenómeno a la ligera, si el ciudadano no acata las orientaciones de distanciamiento social, quedarse en casa, lavado de manos y uso de guantes y mascarillas (pueden ser hechas en casa). Tenemos una comisión de lujo, en capacidad de llevarnos a buen puerto, pero debemos poner nuestra parte como ciudadanos.
Como sabemos que buen numero de nuestra gente está por debajo de los niveles de pobreza, y que el aislamiento supone incluso pasar hambre, entonces debe lograrse del gobierno la provisión de alimentos suficiente y periódica, para suplir, en sus casas, a quienes la necesiten, evitando así que tengan que salir a exponerse o exponer a los demás al contagio.
Por último, debemos hacer lo que no se ha hecho con eficiencia en occidente. Pruebas. No podemos seguir dependiendo del sistema de salud para saber nuestra realidad. Nuestra meritoria comisión de alto nivel, debe gestionar la cantidad de pruebas necesarias, en el país o fuera de él, para hacer pruebas masivas. La falta de pruebas masivas, es lo que ha posibilitado la propagación del virus con sus consecuentes fatalidades, en Irán, Italia, España y Estados Unidos. Donde se han hecho pruebas masivas (casi todos los países orientales), se han logrado resultados sorprendentes contra el virus.
Si nuestra gente, por la razón que sea, tiene que elegir entre el virus o el hambre, seguirá saliendo a la calle. Si nuestra gente sigue haciendo vida normal durante el día, de nada sirve el toque de queda. Si nuestra gente no asume la parte que le corresponde en este período de sacrificio, de nada valen los esfuerzos del gobierno.
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