Conocí a Willie Rodríguez en enero del año 2003, cuando me fue asignada la gran responsabilidad de dirigir la naciente y vanguardista emisora Alegría FM. Una hora después de conocerlo, ya estaba yo manejando un moderno programa de automatización de radio y había comenzado a poner la mano en los equipos de grabación y edición de audio, con la finalidad de dominarlos, a la mayor brevedad posible.
Y es que ese era Willie, un maestro por vocación que no se guardaba nada: su misión era enseñar, empoderar y monitorear, para asegurar la calidad de los productos bajo su supervisión. No admitía el concepto de «amarrar la chiva», pues orientaba el trabajo hacia los resultados… nada de teorías ni excusas.
Pero antes de eso, ya Willie tenía importantes contactos en Ocoa, pues su mano mágica había tocado las instalaciones de Maniel FM. Es decir, que Willie tuvo una presencia determinante en el desarrollo de nuestra radio moderna.
Como director de la Z101 y de El Gobierno de la Mañana, le dio a Ocoa la oportunidad de estar en las noticias y tener notoria presencia, siempre que fuese necesario. La cobertura de sucesos importantes fue una constante y muchas causas llegaron a los oídos apropiados, gracias al empuje que La Leyenda dio a todo lo que afectaba a nuestra provincia.
Willie dio la bienvenida al talento ocoeño en la Z101; pero también abrió las puertas de otros proyectos a jóvenes de esta provincia, como es el caso de Baní FM, junto a su canal de televisión. En su momento, dio empuje a nuestras festividades populares, como el carnaval y las fiestas patronales. Desde hace una década estuvo al frente de la emblemática Radio Ocoa, poniendo su toque especial en su programación y en la calidad del sonido.
A pesar de su bien ganado estatus, todo el que tenía la oportunidad de tratarlo, se daba cuenta casi al instante que Willie se mantenía sencillo, humano y cercano a la gente; sobre todo a su gente, su equipo técnico y de comunicadores.
Era fácil encontrarlo en cualquier lugar… instalando equipos en el campo, en la montaña y en la ciudad; monitoreando el sonido de sus emisoras, comprando galletas en la panadería o conduciendo un carrito de compras, en una tienda por departamentos.
Podía vivir con holgura, idolatrado por muchos, pero prefirió ser él mismo; sencillo y cercano.
El fallecimiento de Willie enlutece a su familia y a la radio nacional; entristece a sus amigos y deja un gran vacío.
A San José de Ocoa le va a hacer mucha falta La Leyenda.
«Entonces Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?»
Juan 11:25-26
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