Por: José Henríquez
Me faltarían palabras para hacer un panegírico de la vida y las obras de mi tío Monseñor Ángel Salvador Encarnación Gil, quien nació en San José de Ocoa, un día 20 de septiembre de 1945, hijo de Víctor Encarnación Castillo y Cruz Olimpia Gil.
Siendo un niño, sus padres lo llevaron a vivir con sus abuelos, el destacado médico Luis Gil, quien ejerció en Ocoa, y Doña Mercedes Castillo; los cuales se habían mudado en la capital. Ángel Salvador fue ingresado en el Colegio Serafin de Asís, en el cual realizó sus estudios primarios y luego pasó al Seminario Santo Tomás de Aquino, donde terminó sus estudios Sacerdotales.
Hace 44 años que fue ordenado por el Papa Paulo VI, junto al Padre Ruiz, siendo los únicos dos dominicanos que fueron ordenados, junto a poco más de 300 seminaristas de todo el mundo. Dio su primera misa en San José de Ocoa, gracias a la cortesía de su amigo y hermano el Padre Luis Quinn, con quien compartió similares ideas teológicas de avanzada, guiados por el ejemplo de solidaridad, constante trabajo y sacrificio por los demás; también recibió grandes enseñanzas de Monseñor Pepén; pero, creo que, sin temor a equivocarme, se identifico profundamente con el actual Papa Francisco, sentía una admiración especial por los pensamientos de este Sumo Pontífice; incluso, debo recordar que me regaló La Encíclica Laudato si, mi Segnore del Papa Francisco, que trata sobre el Cambio Climático, el Calentamiento Global, el efecto invernadero, o sea, los daños al Medio Ambiente que los seres humanos le estamos provocando al mundo y que, San Francisco de Asís le llamó la casa común, referente del Papa Francisco. De este tema me habló mucho Monseñor Encarnación y me sirvió de base para mi libro titulado Crónica de la Muerte de Valle Nuevo.
Con llantos y lágrimas en los ojos desfilaron en la Parroquia Asunción de Nuestra Señora el pasado 31 de enero los hermanos de la Fundación Amigos para un Bien, cuyas obras de caridad eran apoyadas por Monseñor Encarnación; debo decir, que a petición de Monseñor Encarnación, durante varios años, esta fundación dona mochilas con útiles escolares a niños de escasos recursos de comunidades de Ocoa con el apoyo nuestro, los Ecologistas del Maniel y Consuelo Henríquez, del Comité Internacional de solidaridad; también, desfilaron conmovidos, los Equipos de la Asunción de Nuestra Señora, una organización fundada en Rep. Dom. por Monseñor Encarnación, representando a la organización Equipos de Parejas de la Asunción de nuestra Señora, fundada por el sacerdote Salvador Caferelli en Francia, Paris, en 1939, con el objetivo de dar Consejerías de parejas y llevarles las palabras de Salvación.
A Monseñor Salvador Encarnación nunca le gustó el protagonismo, era humilde, sencillo, nunca quiso más que lo que necesitaba, y era tal su humildad, que cuando iba de vacaciones a visitar la familia en N.Y., sus sobrinas, Consuelo y Diana Henríquez, lo llevaban a los Moll e intentaban obsequiarle ropas, zapatos etc. y nunca los aceptaba porque decía que no necesitaba más ropas que las que tenía y que conservaba desde hacía muchos años…siempre predicaba con el ejemplo y era perfil bajo, pero trabajaba como una hormiga atómica; por eso se convirtió en Padre Constructor de Iglesias, de templos Católicos: gestionó la construcción del templo el Buen Pastor, en el Evaristo Morales, el de Sabana Perdida, el de la Asunción de Nuestra Señora, y ejerció misiones evangelizadoras en Puerto Rico, en Colombia, y en nuestro país, en Cambita Garabitos, en San Pedro de Macorís, en la Victoria, en San Miguel, entre otras…
Hermanos, no es momento de tristeza, mas bien, es momento de alegría porque Monseñor ya es parte del Rebaño de Dios y, seguro, está en la Gloria…porque, aun en sus dolencias, vivió feliz porque vivió con los hermanos y hermanas que amó y que lo amaban…tal como se lo expresó al Monseñor Benito Ángeles, quien nos contó que fue a buscarlo a la parroquia para llevárselo a otro lugar, día de Nochebuena, el pasado 24 de Diciembre, como un acto de solidaridad, en sus días de convalecencia, pero Salvador le dijo:
«Prefiero vivir mis dolencias con los que amo y me aman»…o sea, con los jóvenes, los ancianitos, las monjas y los hermanos de su Parroquia Asunción de Nuestra Señora…
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