Dijeron que la misión a la luna sería imposible, hasta que la NASA hizo que Neil Armstrong pusiera sus pies en la superficie lunar, en el año 1969. Modernamente se consideraba a Marte como el planeta intocable, solo utilizado para crear ficción, hasta que Elon Musk decidió emprender seriamente su conquista, proceso que va en franco apogeo. Así sucede con todo, imposible hasta que lo intentamos con suficiente terquedad.
El nuevo estilo de vida que nos ha impuesto la situación de insalubridad mundial, ha hecho que los seres humanos exploremos nuevas formas de convivencia, o que tomemos más en serio algunas a las cuales no se les prestaba tanta atención. La educación no ha sido excepción y la pandemia ha fomentado la creatividad.
En términos de educación hemos dado un salto largo, empujados por la nueva realidad. La iniciativa oficial a distancia, ha desafiado a la adversidad y nuestros niños están estudiando en su casa, adaptándose a una nueva realidad y comprobando por sí mismos que el mundo no es cuadrado, que siempre existen formas creativas de prosperar.
Aunque no utilizo estas líneas para asuntos en los que estoy envuelto personalmente, es propicia la ocasión para resaltar que también hemos tenido que pasar de la educación continuada presencial a la virtual. Recientemente, a través del Programa de Integración Social Comunitaria (Picos, Inc.) dimos conclusión a un proceso educativo en el cual varias jóvenes completaron sus estudios en áreas secretariales. Es decir, jóvenes que no dejaron pasar el 2020 como un año perdido y aprovecharon las plataformas virtuales que les ofrecimos, para capacitarse en áreas laborales. Estas se suman a las que se capacitaron cuando era posible la educación presencial.
Al principio, voces proféticas dijeron que no se podía. Que ese era un campo minado y un mal invento. Que en Ocoa la gente no estudiaría así. La falta de precedentes hizo a muchos dudar, pero hoy nos alegramos de no haber cedido ante la presión y el desencanto inducido. Hemos sido testigos, no solo de la decisión de un grupo de jóvenes ocoeñas, de no dejarse vencer por la adversidad. También hemos notado como la modalidad virtual, en algunos casos, presenta mejores resultados que la presencial, pues exige más estudio concentrado por parte de las estudiantes.
Sin la ventaja de la puntuación por defecto, que se otorga en los procesos por el simple hecho de asistir, estas se ven retadas a hacer un mayor esfuerzo intelectual. También les permite flexibilidad y les hace posible estudiar en momentos libres, desde su misma casa, muchas veces con los víveres puestos o con el muchachito al hombro.
En tal sentido debemos vernos en el espejo de México. Sus opciones de estudios virtuales han sido tan variadas, que hoy exporta su oferta educativa con sonoro éxito alrededor del mundo. En el año del enclaustramiento y la cabalgata apocalíptica de la peste, el aporte de Mexico a la educación mundial fue extraordinario.
Me alegra también ver que surgen otras propuestas locales en ese sentido, aunando esfuerzos institucionales y con el apoyo de padrinos de buena voluntad. El porvenir de Ocoa siempre estará ligado a la buena educación y mientras más acceso tenga nuestra gente, mejores cosas nos deparará el futuro. La masificación de la educación continuada en su modalidad virtual, es necesaria para que no se detenga el aprendizaje con orientación laboral.
Del reciente proceso nos queda una importante lección: donde hay deseo hay una manera.
“Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la obra”.
(Esdras 10:4)
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