En un proceso inconcluso de rescate se mantiene esta zona, que es la mayor reserva hídrica de la República Dominicana.
Es un trayecto de peligro y aventura por el lado sur de la carretera 41, que une a San José de Ocoa con Constanza. Son más de dos mil metros de elevación. Próximo a la cúspide se confunde con un valle encantado…
El parque nacional Juan Bautista Pérez Rancier, mejor conocido como Valle Nuevo, es una extensa reserva natural en la que converge una diversidad de ecosistemas.
De sus montañas nace la mayor reserva hídrica del país, más de 700 cuerpos de agua que alimentan afluentes troncales como los del Yaque, el Yuna, Río Grande y otros. Se estima que siete de cada diez productos que consumen los dominicanos se cultivan con esas aguas.
Pero toda esa riqueza natural, históricamente se ha visto amenazada por la explotación agrícola. El viceministro de Áreas Protegidas, Federico Franco, explica que uno de los mayores peligros de la agricultura en zonas protegidas es que remueve la capa boscosa y el suelo pierde su capacidad de capilaridad de agua para nutrir los ríos.
Para el ambientalista Luis Carvajal no basta con sacar a los invasores de las áreas protegidas, sino que debe haber sanciones y sometimientos a aquellos que conociendo la condición especial que rige esas zonas realizan inversiones millonarias en infraestructuras para sembrar.
Valle Nuevo fue declarado área protegida hace más de dos décadas, sin embargo, no fue hasta el 2017 cuando el Ministerio de Medio Ambiente inició el rescate del parque. Durante la gestión de Francisco Domínguez Brito se tomó control de la parte norte, pero quedó inconcluso el trabajo en al menos 115 kilómetros cuadrados de la parte sur, es decir, por San José de Ocoa.
Ahora las autoridades han vuelto a retomar el plan detenido por casi cuatro años y, amparados en una sentencia del Tribunal Superior Administrativo, emitieron la resolución 16-21 que fija un plazo de 100 días para desalojar Valle Nuevo en la parte sur, que comprende unas 45 mil tareas de tierra sembradas en diferentes puntos de los parajes La Nuez, Las Espinas, La Horma y otros, según datos que manejan las autoridades.
“El parque tiene cáncer. Si para sanar un paciente de cáncer hay que cortar un brazo, no se puede pensar. Ahora, que después tengamos que poner un brazo mecánico, lo pondremos, pero actualmente estamos trabajando para frenar el cáncer que tiene degradadas las cuencas productoras de agua de este parque”, sentencia Federico Franco, viceministro de Áreas Protegidas.
Sin embargo, hablar de 45 mil tareas de siembra es hablar de cientos de productores, campesinos y toda una cadena de personas que se benefician de esas tierras.
El pulso entre agricultores y Medio Ambiente
La angustia les invade. Llevan toda una vida en la franja sur de Valle Nuevo y el ultimátum de las autoridades les llegó como un ventarrón al que se resisten. Los campesinos de Valle Nuevo sur aseguran que “solo muertos” los van a sacar de esos terrenos.
El conteo regresivo para desalojar el lindero parece no intimidar a agricultores de la zona que continúan su cronograma de siembra y se muestran renuentes a abandonar las tierras en las que aseguran han crecido.
“Pa yo irme a testá pal pueblo, y quién le dijo al gobierno que nosotros nos vamos a testar pal pueblo. Es a trabajá aquí que vamos”, exclama Juan María, de 72 años, mientras limpia las habichuelas que cosechó.
Vinicio Sánchez, otro productor de la zona conocida como La Horma, tiene listas dos mil unidades de plantas de aguacate hass orgánicos para sembrar en 50 tareas de tierra y luego exportar a través de la empresa Eurofresh. Son más de 40 años, dice, cultivando esos terrenos con diferentes rubros, actividad con la que ha sacado adelante su familia.
En Valle Nuevo, la resolución 16-21 de Medio Ambiente no ha detenido la plantación y, al parecer, tampoco acelerará la cosecha. Los agricultores en la zona aseguran que cultivar sus producciones les tomaría más de 100 días. Adelantarlo provocaría pérdidas millonarias, calculan.
El presidente de la Asociación de Productores de La Horma, Wilton Custodio, dice que el desalojo afectará unas 400 familias y 700 agricultores, muchos de los cuales aseguran tener financiamiento del Estado y registro de propiedad desde antes que esa zona fuera declarada área protegida. Sin embargo, el levantamiento de las autoridades muestra otro panorama. De acuerdo con Medio Ambiente, son apenas unas 35 familias las que habitan la zona y no poseen títulos de propiedad.
Pero bajando montaña el desalojo podría tener un efecto dominó tanto en la economía local como nacional.
El dilema de completar un desalojo en plena pandemia
La imagen de un “riachuelo” corriendo entre rocas brinda una idea de la manera en que descienden las bondades desde las montañas de Valle Nuevo tanto para el comercio como para el medioambiente. Sobre la franja sur de Valle Nuevo se cierne el dilema de completar un postergado rescate medioambiental y erradicar una producción agrícola que pone bajo amenaza toda una cadena comercial, en medio de una pandemia que mantiene dilatado el crecimiento del país.
En sus linderos inicia toda una serie de actividades económicas. Desde el detallista que adquiere el producto y suple importantes mercados en la capital dominicana, y otras ciudades del sur, hasta el financiamiento en la banca o el prestamista local.
Manuel Arias, un prestamista de San José de Ocoa, asegura que más de la mitad de los productores en la zona bajo amenaza de desalojo tienen deudas en su financiera con artículos de valor en garantía, como vehículos y otros. Sin embargo, asegura que la incertidumbre por la nueva disposición de las autoridades lo ha llevado a negar nuevos préstamos a agricultores que los requieren para invertir en sus plantaciones.
Valle Nuevo también representa generación de empleos para decenas de obreros y trabajadores temporeros que se beneficia de manera directa. Muchos residen allí con sus familias, algunos llegan desde localidades cercanas y otros son nacionales haitianos.
La mayoría de los residentes de San José de Ocoa consideran abusivo despojar de su sustento a cientos de personas en plena pandemia, pero las autoridades entienden que Valle Nuevo ha esperado demasiado para completar su recuperación.
Los agricultores en la zona proponen suspender los desalojos y consensuar una producción de menor impacto ambiental, sin embargo, el plan de rescate del parque no parece admitir consenso. A través de la resolución 16-21, del Ministerio de Medio Ambiente contempla la reubicación de los campesinos que allí cultivan, aunque todavía no definen donde.
En los próximos meses estos campesinos tendrán que enfrentar su mayor prueba, salir de la tierra que llevan décadas habitando y cultivando, pero que la naturaleza necesita redimir.
Ministro inicia diálogo
En busca de escuchar las inquietudes de los productores de San José de Ocoa, el ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, sostuvo ayer un diálogo con agricultores de esa zona.
“Creo en el diálogo, creo en las soluciones de consenso, hemos tomado una decisión al amparo de la ley, pero reconociendo que hay factores humanos y queremos tener este primer encuentro con ustedes en aras de buscar una solución legitima, legal y satisfactoria”, dijo Jorge Mera a los presentes.
Fuente: https://www.elcaribe.com.do/
Periodista Kirsis Diaz
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