Por: Frank Casado
En una ocasión me deleitaba leyendo a mi compueblano Asdrovel Tejeda cuando escribío sobre nuestros ocoeños en la gran manzana. Recuerdo que decía:
“Es muy difícil por no decir imposible, establecer cual o cuales fueron los primeros emigrantes en salir de Ocoa, sobre todo, por ser una tierra de inmigrantes, tantos del país como de otras regiones del mundo que han venido a contribuir con la identidad ocoeña que no es solo un gentilicio, sino una marca pueblo, una marca cultural, que como sabemos es la base de identificación de un pueblo, como el habla es el alma de esa identificación”.
A sabiendas de esta información, si me atrevo a destacar que ya para la década del 50 al 60, se fueron formalizando lo que podríamos llamar migraciones definidas desde nuestro terruño, que, desde entonces, se han destacado por su capacidad de trabajo y su compromiso social, y han desarrollado un extraordinario trabajo a favor de los hermanos en la provincia en áreas como educación, salud, deportes y asistencia social, desde una agrupación fuerte y sólida como lo es la Asociación de Ocoeños Ausentes en USA.
Para 1971 el Sr. Gerinerdo Castillo, con el objetivo claro de reunir a todos estos hijos de Ocoa, le propone a Raude Pujols, distinguido munícipe que también había emigrado para entonces a la gran urbe, la formación de la Asociación de Ocoeños, institución que ya se apresta a celebrar medio centenar de existencia.
Institución que ha servido de diferentes maneras a nuestra provincia, como algunos que podemos mencionar: Aportes valiosos en efectivo y equipos para la construcción de un canal de riego, del que estuvo a cargo el Padre Luis Quinn, aportes para la Banda municipal de música de Ocoa, donación de un camión cisterna para los bomberos de la ciudad de Ocoa. Donación de un equipo de Rayos Láser y unas 50 camas, para el “Hospital San José”. Ayudas ininterrumpidas al Hogar de Ancianos de San José de Ocoa, al igual que a la Junta de Desarrollo de la comunidad, un camión compactador para el ayuntamiento de la localidad, antiguo camión de los bomberos de Ocoa, donación de instrumentos musicales a la escuela de Bellas Artes del pueblo, donación de instrumentos musicales a la banda de música de Sabana Larga, entre muchas otras cosas.
En todas estas actividades ha estado la mano de Gerineldo Castillo en la dirección de esta agrupación de Ocoeños. Hoy, con extrañeza y asombro me entero que, desde el 29 de noviembre de este año que finaliza, le ha enviado una comunicación donde expresa su renuncia a la organización de la que fue cofundador y le ha brindado los mejores años de su vida.
Por las razones que fuere, entendemos que esta es una renuncia que debemos reflexionar, pues la calidad moral de Gerineldo Castillo ha sido ejemplar durante toda su vida y la Asociación no puede darse el lujo de perder uno de sus elementos más valiosos. Debemos procurar mantener por siempre protegida esta organización que ha sido un ejemplo para todos los Dominicanos de cada una de las provincias de nuestro País y que ha servido como estandarte para que sus migrantes se unifiquen como lo ha hecho el Ocoeño, a los que la búsqueda de una mejor vida los llevó a emigrar hacia playas extranjeras.
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