Por Luis F. Subero.
Seguimos descubriendo los maravillosos textos producidos por el profesor Subero. En esta ocasión presentamos un breve relato de gran fortaleza argumental, ambientado en las arenas del desierto. El autor incursiona en el género del cuento con gran acierto.
La Ley del desierto es una narración al mejor estilo de Khalil Gibran. Cargado de un ambiente oriental, se escenifica en una tribu árabe.. La hospitalidad, ley del desierto, supera el deseo de venganza de un padre que recibe en su tienda al asesino de su hijo.
Ley del Desierto
Salim, fuerte retoño de una indomable raza, hijo mayor del piadoso Omar, Sheik de la tribu, locamente enamorado de Fátima, la bella hija del desierto, suave como los rayos lunares y dulce como el susurrar de la juguetona brisa en las noches autumnales, cegado por los celos tenebrosos, mató en mala lid al gallardo Alí.
Hecho tan abominable entre los habitantes del desierto no podía ser consentido por quién, no obstante tener la condición de padre del joven criminal, era el responsable Jefe del clan y, Salim, en castigo de su mal proceder, fue desterrado ignominiosamente de la comunidad. La noche clara y serena los sorprendió como un sonámbulo misterioso, deambulando de un lado a otro sobre las cálidas arenas del desierto y bajo la mirada inquietante de las rutilantes estrellas……………..
Lloró, lloró amargamente su fatalidad y maldijo el hado de su desgracia, no sólo porque sus manos estaban tintas en sangre, rastro de su crimen, sino porque en lo sucesivo estaría huérfano para siempre del amor de su Fátima, la de boca de grana y ojos de abismos insondables, la de talle de palmera y cabellera de ébano………………
Su mente, ofuscada, que había perdido el dominio sobre sus acciones, lo llevó inconscientemente y, de una manera insensible, a la enlutada tienda de Sheik padre del infortunado Alí. Soy-le dijo-el asesino de tu hijo, matadme. ¿Para qué quiero la vida deshonrado y torturado? Y, el buen Abd Allah, como fiel árabe jefe de una tribu, se expresó así: « Bienvenido seas, hijo. Me has honrado con tu visita y es tal mi agradecimiento, que disfrutarás de la manteca y de la leche de mis ovejas, serás bien servido en todo sin que nadie ose dañarte en lo más mínimo.
Cumplió el sheik con la hospitalidad, que es ley del Desierto, aunque más luego fuera de su tribu, buscara y encontrara la venganza de su sangre.
San José de Ocoa, R.D.
Otoño de 1941.
Páginas Banilejas, No. 11, Pág. 26.
Comentarios...