En la cotidianidad de la más banal o interesante existencia, el ser humano realiza diversas acciones mecánicamente, otras surgen de manera programadas provocando efectos impredecibles que impactan la vida de quienes lo rodean, en esta ocasión nos referiremos a la acción de la lectura de un libro.
Por un sólo libro Karl Marx estudió el idioma español, con el propósito exclusivo de leer El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha en su idioma original y así poder disfrutar de la armonía musical del castellano, dando lugar a la continuidad en la lectura de los Clásicos Españoles.
En esta Isla del Caribe surgió un libro: Hostos el sembrador, texto del ilustre profesor Juan Bosch, quien sintió tal conmoción al conocer al insigne Eugenio María de Hostos a través de sus escritos que terminó sus días asegurando haber nacido de nuevo, de sentirse renovado al conocer las fuerzas que mueven y cómo mueven el alma de un hombre consagrado al servicio de los demás.
Un sólo libro de caballería, género considerado como el responsable de la locura de Alonso Quijano, fue, según la pluma de Miguel de Cervantes y Saavedra, el único que calificó para salvarse de la hoguera, cuando en voz del barbero reconoció que, la novela, Amadís de Gaula era el mejor libro de su clase, porque había sido el primero, único en su arte, además de haber sido impreso en su tierra y, por eso la decisión de conservarlo; los demás solo habían causado daño al caballero de la triste figura, razón por la que fueron lanzados directamente al fuego.
Un libro era lo que pedía el escritor Fiódor Dostoievski, cuando estaba prisionero en Siberia, alejado del mundo, encerrado en cuatro paredes y en medio de llanuras inmensas, pedía socorro a través de las cartas enviadas a su familia, “enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera” justificando, que la agonía del cuerpo es insignificante comparada con la agonía del alma insatisfecha, algo que dura toda la vida.
Para algunos un libro es La Biblia, para otros El Corán…. en fin, cuando te decidas a viajar a través de las páginas de un libro sentirás que no sólo transitarás por el alma de quien lo escribió sino de quienes lo leyeron, descubrirás la pasión que plasmó su autor en sus hojas aspirando a alcanzar el punto máximo de amor a la humanidad, con la desinteresada intención de entregártelo en un abrazo, olvidando por un instante el esfuerzo con que lo concibió.
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