El amor es definido como “un sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno”.
El amor es una palabra muy pequeña, pero de gran significación para la humanidad por la relevancia de la que ella reviste. Quizás a muchos podría sonarle un poco desconcertante el abordaje de esta temática para este tiempo, puesto que este es un tema que ha sido encasillado a una época específica, sin embargo, se trata de algo del diario vivir y que debe no solo mencionarse, sino también ponerlo en práctica cada día.
Además de la definición anterior, veremos algunas concepciones de distintos autores para entender mejor como percibe cada uno este sentimiento:
Leonard Cohen dice: “El amor no tiene cura, pero es la única cura para todos los males”
François de la Rochefoucauld:“El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto”
Santa Teresa de Jesús: “Si en medio de las adversidades persevera el corazón con serenidad, con gozo, y con paz, eso es amor”.
Rabindranath Tagore:“El amor es el significado último de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación”.
Cada uno de estos autores tienen su propia forma de ver y definir el amor, no obstante, la Biblia nos habla de un amor que traspasó las fronteras, y se mantuvo firme a pesar de los pronósticos y vicisitudes; que no importando los obstáculos siguió firme como atleta que se alista para la carrera y sin importar lo que tenga que vencer sigue con pasos firmes hasta llegar a la meta.
En el libro de los salmos encontramos la historia de un hombre a quien Dios amó sobremanera y que es una de las muestras más grandes de amor incondicional. Esto así porque muchas veces decimos que amamos, pero no siempre estamos dispuestos a perdonar ofensas: ese hombre es el rey David. Él cometió muchos errores y falló en numerosas ocasiones a los preceptos de Dios, sin embargo, tuvo el privilegio de ser catalogado como un hombre con un corazón conforme al de Dios. Uno de los errores más graves cometidos fue cuando tomó por mujer a la esposa de Urías. Dios le habló por medio del profeta Natán, diciendo, “Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer”(2 Samuel 12:10). Para cualquier humano el castigo que David merecía era ser apartado totalmente de Dios e incluso la muerte, pero en contraposición a eso, Dios lo perdonó y dijo que era un hombre conforme a su corazón. Claro, todo pecado tiene sus consecuencias, este hombre pagó por su error. Después de haber pecado, el rey David se humilló ante Dios, diciendo: “Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia” (Salmos 6:4). “Me he consumido a fuerza de mi gemir; Todas las noches inundó de llanto mi lecho, Riego mi cama con mis lágrimas”(salmo 6:6). El rey David sintió un profundo remordimiento a causa de su pecado, y cada día mostraba arrepentimiento ante Dios. El sagrado libro nos enseña que, a un corazón contrito y humillado, el Señor no desprecia. Este fue el caso de David, un hombre que reconoció que había faltado y fue recompensado por el creador gracias a la misericordia y al gran amor de Dios hacia él.
Otra muestra de amor genuino y lealtad fue el de Rut la moabita hacia su suegra Noemí. El esposo de Rut había muerto, al igual que el de Orfa y Noemí, situación que se complica con una época de necesidades y precariedades para estas viudas; por lo que Noemí les sugiere a sus dos nueras que se regresen a tierra de sus madres. Ambas mujeres se resistieron en un inicio, pero dada la insistencia, Orfa se fue, mientras que Rut declaró:“No me ruegues que te deje, y me aparte den ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”. (Rut 1:16). El amor de Rut hacia Noemí perduró pese a que los pronósticos no eran alentadores a su lado.
Hay otro amor que cruzó fronteras, sobrepasó barreras y venció los pronósticos, fue y es la muestra más grande de amor que jamás podamos imaginar. Dios se desprendió de su único hijo y sin importar que lo entregaba para redimir el pecado de aquellos que gritaban ¡crucifíquenlo! Lo entregó para que clavado en la cruz muriera para salvar a la humanidad del pecado.
En el libro de 1ra. Corintios, capítulo 13, versículo 4 en adelante, podemos encontrar las mejores muestras de lo que podríamos definir como un amor contras todo pronóstico, estos son:
4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece.
5 No hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.
6 No se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
Practiquemos el amor cada día y procuremos que al igual que el perdón, este no dependa de si los demás lo merecen o no, sino de una decisión personal de cada uno. cuando así lo hacemos estamos cumpliendo con lo que Dios nos dice acerca del amor hacia los demás.
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