El domingo 9 de julio de 1972 el gobierno de Joaquín Balaguer inauguró la segunda etapa de la carretera Piedra Blanca- Rancho Arriba. Fueron 14.25 kilómetros, que costaron menos de 2 millones de pesos. Para ser más exacto: un millón 779 mil 452 pesos con 66 centavos. La obra fue realizada por Construcciones Arias, CxA y su objetivo principal fue facilitar el transporte y distribución a los productores de café, papas, habichuelas, arroz, cebollas, repollos y otros frutos menores.
No importa la tasa de conversión de dólares a pesos de ese entonces. Con poco se hacía mucho, a pesar de que se viene hablando de sobornos y picoteos desde la Era de Trujillo. Pero la ambición rompió el saco y desde que comenzaron a llegar los Odebrech y demás yerbas malignas, construir un kilómetro de carretera se convirtió en una mina de oro, para muchos.
Ocoa está pagando las consecuencias de ese despilfarro y a pesar de los miles de millones que se han invertido, utilizando como justificación nuestra infraestructura vial, tenemos zonas que parecen extraídas de una novelita de vaqueros de Silver Kane o de Keith Luger: intransitables, inhóspitas y atemorizantes.
A todo el que le ha tocado transitar El Pinar adentro, sabe bien a qué me refiero: millones y millones invertidos en el pasado reciente y tragados por la tierra, mientras actores importantes en ese proceso, se atreven a incentivar que se exija la reconstrucción de estos caminos.
Pero igual sucede con Nizao – Rancho Arriba, donde se invirtió en bulto, se anunciaron fechas y especificaciones y al final…Odebrecht. Ahora parte de los responsables, exigen que hay que hacerlo rápido.
Este año 2021, a pesar de la pandemia que nos llegó el año pasado, los ocoeños hemos visto resultados tangibles de las proyecciones de desarrollo turístico de nuestra zona. A pesar de algunas incongruencias, hemos avanzado y ya tenemos una oferta considerable, a la cual el público está respondiendo. Y falta más, mucho más que viene en camino.
Es propicia la ocasión para que se unan los esfuerzos de oficialistas y opositores para resolver los problemas viales; una buena carretera siempre es un incentivo para transitar rumbo a un destino y una obligación para el transporte agrícola. Aunque parezca lejano, hay que trabajar en la inclusión en el presupuesto del próximo año, de importantes partidas para estos fines. Sin partidas en el presupuesto, nada significativo se puede hacer.
Pero junto al esfuerzo conjunto de todos, también deben aclararse las inversiones anteriores, más allá de toda duda. Y si alguien se manejó mal, hay que recuperar el dinero extraviado en el camino. Sobre el particular dejo mi planteamiento ahí, pues tenemos también un régimen de consecuencias.
Por el bienestar de Ocoa, su agricultura y su turismo, pido unidad de propósito en la reparación de nuestras vías terrestres. Con el aporte de todos se impondrá la buena voluntad y seguiremos avanzando.
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