Felipe Ciprián
Con el interés de crear una «Cuba libre después de más de medio siglo de comunismo» y convencido de que «ese fin está en un futuro muy cercano», el presidente Donald Trump acaba de dar rienda atrás a la limitada apertura que había dispuesto el presidente Barack Obama en diciembre de 2014 frente a Cuba.
Ese es un error táctico que puede dar como resultado un revés estratégico para Estados Unidos porque pone en evidencia que Trump -de cuyo triunfo electoral me alegré porque fue una tremenda derrota para el aparato político y la oligarquía estadounidense- está afanado en plantar cara a pequeños países (Siria, Corea del Norte, CubaÖ) pero cierra sus ojos y -peor- ayuda a grandes naciones para que opriman a sus pueblos y agredan a otros países.
Ahora Trump viene sobre Cuba a reclamar que el gobierno «libere a los presos políticos, deje de abusar de los disidentes y respete la libertad de expresión». ¡Caramba! ¿A cuántos ciudadanos ha matado la policía cubana después que Trump está en el gobierno de Estados Unidos? ¿A cuántos norteamericanos -especialmente negros y latinos ha matado la policía estadounidense después que Trump es presidente?
Recientemente Trump estuvo en Arabia Saudí encabezando una cumbre y no dijo ni una sola palabra sobre el «gobierno» del rey Salman bin Abdulaziz al Saúd, un asesino brutal que no solo masacra a las mujeres y a sus opositores en forma cruel y divertida, sino que lleva dos años descargando bombas de todo tipo facilitadas por Estados Unidos contra el pueblo de Yemen en una inútil agresión que está desangrando a los civiles, pero hundiendo al ejército saudí. Lejos de Trump condenar esos actos bárbaros contra saudíes y yemeníes por una familia en el poder, el gobernante norteamericano acuerda venderles más armas de todo tipo que no son para respetar derechos humanos.
Como desde el pasado martes venían los anuncios de que Trump iba a dar marcha atrás a la limitada apertura que se concretó en diciembre de 2014 entre Cuba y USA, pensaba que el mandatario venía con algo más efectivo. Trump viene con una receta gastada que el mismo Obama reconoció que no funcionó para debilitar a los cubanos.
Ojalá que Trump no cometa el error de alardear algún interés de agredir a Cuba porque ese país y sus dirigentes se han curtido por 60 años luchando contra las adversidades y las agresiones.
Si Trump y sus asesores creen que lanzando un alarde van a tumbar el gobierno de Cuba, pueda que se equivoquen y den inicio a una crisis que convierta al territorio continental de Estados Unidos en una isla asediada por el Atlántico y el Pacífico.
Para nada me gustaría ver que los cubanos volvieran a entregarse en brazos de Rusia como lo estuvieron en los de la Unión Soviética en el pasado siglo, pero si Trump pasa de la retórica al peligro de agresión y las amenazas militares, existe la posibilidad de que los dirigentes cubanos acepten una colaboración militar rusa a mucho mayor nivel que la actual para poder defenderse porque dudo que se rindan. Si por estar haciendo aspavientos de duro con los chiquitos Trump da entrada a Rusia en Cuba con todos sus hierros, podrá tener muy contenta a la geriatría cubana de Miami, pero colocará bien cerca de su territorio los mayores adelantos de la industria militar rusa.
Esa sería su derrota estratégica y otro peligro para su país.
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