Por Omar Ureña
Pudiera resultar contradictorio esto que voy a escribir, sin embargo, el amor no quita conocimiento.
Resulta que ayer en compañía de un amigo, cansado de la rutina del fin de semana y los mismos lugares que frecuentamos, dicidimos visitar el municipio de Rancho Arriba, con la idea de recrearnos en un lugar diferente. Un trayecto tortuoso, al que, si todos tuviéramos que transitar a diario por esa vía, hace rato que las protestas y los neumáticos quemados fueran el pan de cada día.
Rancho Arriba pareciera un municipio de una provincia de la región del Cibao, menos de Ocoa. La gente de ese lugar que al igual que usted y que yo compartimos el mismo gentilicio de ser ocoeños, están aislados por 12 kilometros de carretera que si bien, de vez en cuando y cuando en vez se le pasa equipos pesados para darle mantenimiento, no menos cierto que urge la definitiva reparación de ese tramo carretero, porque quiérase o no hasta lo mucho Dios lo ve. Las vibraciones producto de los hoyos hacen entumecer las manos y brazos, además, de un cosquilleo insoportable que hace que uno lo piense dos veces antes de tomar ese destino como ruta de turismo interno. Siendo ese municipio declarado capital económica de la provincia, donde existe la mayor cantidad de invernaderos y producción agrícola de diferentes productos alimenticios, deberíamos enfocarnos a lograr ese objetivo.
Desplazarse dentro del casco urbano, por lo menos en la periferia y ver que la vía de comunicación terrestre es óptima, sobre todo la que comunica con la comunidad de Piedra Blanca, provincia Monseñor Nouel, nos hace pensar que alguien quiere que esos ocoeños de ese municipio, pasen a ser algún día cibaeños, porque se supone que debieron optar por arreglar los 12 kilometros que da acceso a su provincia y no al norte del país. Muy bonita la carretera Rancho Arriba- Piedra Blanca, muy bonita…
¿Y Nizao-Rancho Arriba? ¿pa cuando? ¡Si ombe si!
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