Con esta primera entrega damos inicio a una serie temática sobre aquellas tecnologías que suponen un salto cuantitativo y/o cualitativo pero, como se dice en el argot popular, no han cuajado, esto debido a múltiples factores o, simplemente, la gente no las ha adoptado. Es así como hoy veremos el caso de los paneles solares, específicamente aquellos para electrificar hogares directamente.
Según Wikipedia, un panel, placa o módulo solar es un dispositivo que capta la energía de la radiación solar para su aprovechamiento. El término comprende a los colectores solares, utilizados usualmente para producir agua caliente doméstica mediante energía solar térmica, y a los paneles fotovoltaicos, utilizados para generar electricidad mediante energía solar fotovoltaica.
El efecto fotovoltaico fue reconocido por primera vez en 1839 por el físico francés Alexadre-Edmond Becquerel. La celda de Silicio que se utiliza en la fabricación de paneles proviene de la patente del inventor norteamericano Russell Ohl. Fue construida en 1940 y patentada en 1946. La industria aeroespacial dio origen a la masificación e implementación en otras áreas. La primera nave espacial que usó paneles solares fue el satélite norteamericano Explorer 1, lanzado en Febrero del año 1958.
El uso de la energía solar representa un alto nivel de ahorro por una sencilla razón, el sol es gratis y sale para todos. Entonces, ¿por qué razón la mayoría de las casas no tiene paneles solares?, ¿por qué seguir pagando facturas eléctricas por las nubes?, ¿por qué una tecnología con 80 años de antiguedad no aterriza en el colectivo? -Las respuestas son complejas porque las causas son multifactoriales.
Mucho se habla de las energías limpias, alternativas o renovables pero, realmente, el mundo es muy dependiente de las fuentes energéticas clásicas porque el petróleo continua siendo el oro negro, aunque su precio sea negativo en determinadas situaciones. Desmontar eso será tarea de sobrado tiempo, sobre todo porque está fuertemente vinculado a la economía mundial. Independientemente de la fuente, el servicio eléctrico que todos conocemos representa un negocio redondo para productoras, distribuidoras y gobiernos. La coexistencia es posible y está en marcha pero hay intereses que hacen que una cosa prime sobre la otra.
Décadas atrás, debido a su alto costo, hablar de paneles solares e instalación era asunto de ricos. Hoy en día se ha abaratado pero, aun así, a muchas carteras les resulta cuesta arriba. No solo es montar, hay que dar mantenimiento y cambiar cuando se agota la vida util. Por lo general las compañías instaladoras hacen todo el trabajo y siempre están dispuestas para estudiar posibilidades y preparar cotizaciones.
Por desgracia, depender de energía solar al 100% en el hogar no siempre es posible en todas partes y tiempos. Durante el invierno y los días lluviosos o nublados viene el problema. Se puede almacenar pero, como todo almacén energético, se agota. Hay partes en el planeta menos iluminadas que otras y la ubicación de las casas no siempre es favorable. Todo eso hace que los usuarios de paneles se vean en la obligación de mantener el servicio eléctrico tradicional. Lógicamente, depender menos del facturado representa un gran ahorro para el bolsillo.
Dependiendo del costo energético, la inversión puede ser recuperable en el mediano o largo plazo. Algunos usuarios recurren a la estrategia de utilizar la carga solo para ciertas cosas y, así con ello, mantener el almacén por mas tiempo. Sin el uso de baterías el excedente pasa a la red eléctrica y está, a la vez, puede funcionar como una batería gigante para el panel.
Además de la ubicación geográfica adecuada, hay que contar con espacio en el techo porque los paneles se colocan en red. Uno o dos no siempre es suficiente para lo que se quiere.
Sin lugar a dudas, la masificación traerá un problema. El robo para revender puede convertirse en cosa común en países como el nuestro. La industria tendrá que pensar en seguridad.
Podemos pensar en programas sociales gubernamentales de financiamiento o en iniciativas privadas de bajo costo pero sucede y viene a ser que millones viven en condiciones precarias, casas apretujadas y fabricadas de materiales frágiles. Se puede erigir bases para hacer la colocación pero no siempre hay terreno disponible y/o en condiciones para ello.
No todo el mundo necesita paneles solares. Millones de usuarios eléctricos tienen consumo mínimo, apenas una que otra bombilla y equipo.
Hay proyectos, edificaciones y muchos productos en el mercado que funcionan con energía solar. Todos recordamos las antiguas calculadores y los relojes bajo tal modalidad. Dotar de paneles a cada hogar en el planeta parece una utopía. Existen países y ciudades que están en eso, tal es el caso de Canadá. A mi paso por un pequeño pueblo en New Jersey, Estados Unidos, pude observar que cada lámpara eléctrica de la calle está conectada a un panel solar. Es una carrera de muchos obstáculos pero, tarde o temprano, la ruleta caerá en el punto.
Un aspecto a considerar es que existen otras formas de energías renovables, tales como la eólica, la geotérmica, la hidroeléctrica, la mareomotriz, la undimotriz, la biomasa y los biocarburantes. No es posible implementar directamente en los hogares, salvo uno que otro «raro» caso de energetización eólica e hidroeléctrica para conectar ciertos equipos. El uso masivo de estas formas se hace bajo distribución desde plantas, incluyendo la solar. El famoso carbón no resulta en energía limpia o renovable.
Alemania, España, Japón, Estados Unidos, Italia, República Checa, Bélgica, China, Francia, India, Reino Unido, Australia y Pakistán son los mayores productores de energía solar. Se afirma que República Dominicana tiene un alto potencial para producir esta forma de electrificación. De hecho, hacemos pininos con los proyectos Washington Capital Solar Park, Bayasol, Quisqueya Solar, Girasol, entre otros proyectos en carpeta.
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