Si alguien menciona el nombre de Ramón Custodio, quizás pocos en Ocoa lo reconozcan de inmediato. Pero si escuchas “Layo”, seguro que tu corazón se conmueve.
Layo no es solo un joven trabajador; es un amigo de todos, un rostro familiar en su gomera, donde siempre ha estado dispuesto a ayudar con una sonrisa y una palabra amable. Sin embargo, un trágico accidente casi le arrebata no solo su sustento, sino también la esperanza de seguir adelante.
Cuando el senador Aneudy Ortiz supo de su situación, no dudó en extenderle una mano amiga. Con el compromiso que lo caracteriza, se aseguró de que Layo recibiera la atención que necesitaba, porque en momentos difíciles es cuando más importa la solidaridad.
Hoy, gracias a esta intervención oportuna y a la bendición de Dios, Layo vuelve a ver un camino de esperanza. Pronto, con su espíritu inquebrantable, regresará a su gomera, no solo para seguir trabajando, sino para recordarnos a todos que la unión y el apoyo mutuo pueden cambiar vidas.
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