DENVER. La actividad humana causó casi el 90 % de los incendios forestales de 2017 en EE.UU., que dejaron pérdidas por más de 18.000 millones de dólares, según un estudio difundido por la Universidad de Colorado (CU) en Boulder.
El informe resaltó que 2017 fue la “más costosa” temporada de incendios en las últimas décadas con 71.000 incendios forestales o de campos, que destruyeron 12.000 viviendas, desplazaron a 200.000 personas, provocaron 66 muertes y quemaron 4 millones de hectáreas.
Realizado en colaboración con expertos de las universidades de Columbia y de Idaho, el análisis destaca además que la temporada de incendios en 2017 duplicó en tamaño a la 2016.
Según los investigadores, dirigidos por la doctora Jennifer Balch (CU-Boulder), la idea es “proveer información para que quienes toman decisiones consideren medidas que prevengan o minimicen futuros desastres por incendios”.
Para ello analizaron la disponibilidad de material combustible, aridez (sequía), y el “encendido” (el factor origina el fuego), y determinaron que en 2017 todos fueron “activados” y que cada uno de ellos duró más que en años anteriores.
De hecho, debido a las actividades humanas, la temporada de incendios forestales o de campos ahora dura tres veces más de lo que duraba antes la temporada normal de incendios, indica el estudio.
“El año pasado vimos una acumulación de eventos extremos en grandes áreas del oeste de Estados Unidos: el invierno más húmedo, el verano más cálido y el otoño más seco. Todo eso ayuda a promover los incendios forestales”, puntualizó Balch.
El invierno húmedo hizo que la vegetación creciese. Luego, por la sequía siguiente, la vegetación se secó creando el combustible para los incendios. Y el tercer factor, encendido, lo aportaron los humanos, explicó.
Un innegable ejemplo de esa situación fueron los incendios forestales en California, que alcanzaron lo que se describe como un “nivel histórico de muerte y destrucción”, con 9.000 incendios, 10.800 estructuras destruidas, por lo menos 46 muertes y 485.000 hectáreas quemadas.
El mayor de esos siniestros, el incendio “Thomas”, comenzó a principios de diciembre pasado al noroeste de Los Ángeles, quemando unas 113.000 hectáreas y destruyendo 1.063 estructuras, según estadísticas del Departamento de Prevención de Incendios Forestales de California.
Y este año la situación podría repetirse en California y en otros estados. Por ejemplo, en Durango (suroeste de Colorado), el llamado incendio “416”, que comenzó el viernes pasado y aún no ha sido controlado, ya consumió más de 1.200 hectáreas, amenaza a unos 850 edificios y llevó a movilizar unos 400 bomberos.
Incendios de proporciones similares están siendo combatidos en el norte de Nuevo México y en el sur de Utah.
Megan Cattau, coautora del estudio, afirmó que prevén más temporadas de incendios como las del año pasado.
El estudio busca entender los elementos que al combinarse propician los incendios forestales y también “mejorar el sistema de predicción y alerta”.
Según Cattau, debemos aprender a “coexistir con el fuego”.
En ese sentido, Balch dijo que la temporada de incendios forestales 2018 ya comenzó y en la zona sur de las Montañas Rocosas, el material combustible está muy seco.
“Se anticipa que junio será un mes de mucha actividad por los incendios forestales debido a la sequía severa y a la poca acumulación de nieve”, concluyó.
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