Quienes han escuchado hablar de él, de seguro lo recuerdan como el dirigente estudiantil de los años 70 que enfrento al gobierno del ex presidente Joaquín Balaguer en las calles.
Llegado desde la zona rural de su natal, San José de Ocoa, el joven Roberto Santana Sánchez, educado en fuertes valores patrios, de honestidad, solidaridad y respeto, se radicó en la ciudad capital.
Presidió la entonces poderosa y combativa Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), de la cuatro veces centenaria Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), para luego pasar a formar parte de su cuerpo profesoral.
Fue así como Roberto Santana Sánchez fue escogido por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, como su Decano, donde revolucionó el accionar académico, elevando el nivel de sus diferentes escuelas.
Pero, su carrera académica no quedó ahí. Luego de ser Decano, fue electo Rector Magnífi co de la UASD.
O sea, su vida social y política ha estado ligada desde siempre a la academia, desde donde no ha escatimado esfuerzos para poner sus conocimientos a disposición de los mejores intereses del país, y de aquellas naciones que lo han requerido.
En aquel momento, luchando contra la represión, por el respeto de los derechos humanos, por el respeto de las libertades públicas, y en solidaridad con la lucha de los pueblos latinoamericanos y el mundo subdesarrollado.
Y fue en ese largo ejercicio de lucha por la democracia y los derechos ciudadanos, en el cual, en más de una ocasión fue apresado por las autoridades policiales y militares de turno, específi camente en más de 70 ocasiones, donde pudo conocer la realidad viva y cruda de las cárceles dominicanas.
La realidad de la agonía de seres humanos reducidos a miserias humanas.
La realidad de la tortura. La realidad del soborno, del tráfi co de armas, del tráfi co de todo tipo de drogas, de la prostitución, del juego de azar, etc.
Fue por ello que cuando el entonces Procurador General de la República, Dr. Víctor Céspedes Martínez, le pidió su opinión acerca del tipo de institución a crear para impulsar una verdadera reforma penitenciaria en la República Dominicana, inmediatamente le respondió que debía ser una escuela, ya que él era un profesor.
Fue así que nació, la Escuela Nacional Penitenciaria (ENAP) creada mediante resolución No.10468 del 30 de julio de 2003, en su ordinal Quinto.
Desde entonces, y acompañado de su inseparable amigo, Ysmael Paniagua Guerrero, así como de Doña María Sánchez, Adonis Martín y el extinto Maestro, Ildefonso Gu¨emes Naut, Roberto Santana Sánchez ha trabajado día y noche por la transformación del oprobioso, corrupto e inhumano sistema carcelario dominicano.
Ha sido a través de la Escuela Nacional Penitenciaria desde donde se ha desarrollado la más extraordinaria revolución carcelaria que se ha conocido jamás en la República Dominicana y buena parte del mundo.
Roberto Santana Sánchez fue su primer Director General ocupando luego la posición de Coordinador del Nuevo Modelo Penitenciario Dominicano.
Es con la ENAP que se inicia la formación de los muchachos que llevaran sobre sus hombros el digno y decoroso proceso de implementación del Nuevo Modelo Penitenciario Dominicano, su administración y seguridad.
Son los Agentes de Vigilancia y Tratamiento Penitenciarios, jóvenes dominicanos, de ambos sexos que han demostrado ser el mejor equipo penitenciario del mundo. Formados por la mejor Escuela Penitenciaria del Mundo.
Han sido miles de horas bien invertidas, a favor de la redención social de los privados de libertad, de aquellos que no tienen nada que ofrecer, de aquellos que no han sido tomados en cuenta, ni siquiera por los políticos, porque no fue hasta el presente año, en que un número reducido de ellos pudo hacer efectivo su derecho constitucional al voto.
Pero ha sido Roberto Santana Sánchez, el que ha dado la vuelta a los poco más de 48,000 kilómetros cuadrados que componen la República Dominicana, en su afán infatigable de llevar el mensaje del Nuevo Modelo Penitenciario Dominicano, que dio su primer fruto con la creación en el 2004 del primer Centro de Corrección y Rehabilitación del país, ubicado en Puerto Plata, el CCR-I, San Felipe.
Desde entonces, Roberto Santana Sánchez ha puesto en juego su salud, ha invertido recursos económicos propios, (siempre a cambio de nada y sin esperar nada), para que miles de dominicanos y dominicanas, privadas de libertad, puedan disfrutar de un espacio digno, y les sean respetados sus derechos a la educación, la salud, la alimentación, el deporte, a su dignidad como seres humanos y ser preparados para la libertad.
Elvi Paredes
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