Según un estudio de la universidad estatal de Oregón (USA), la deforestación en Haití alcanza un 99% de su área boscosa, lo que ha provocado una extinción masiva de su biodiversidad, sin que la élite económica dominante y el Estado fallido de Haití apliquen políticas ecológicas y económicas (históricamente efectivas) para el desarrollo y conservación sostenible del medio ambiente.
En el año 1988, la cubierta forestal primaria estimada era de un 4.4% del área boscosa total y en 2018-20 estaba por debajo del 0.32%. De las 50 montañas más grandes de Haití, 42 han perdido sus bosques primarios y la biodiversidad de especies y/o ecosistemas están en extinción masiva. Los pronósticos establecen que en las próximas dos décadas Haití perderá toda su cubierta forestal, sus cuencas hidrográficas y hasta biodiversidad de insectos, reptiles, depredadores, Etc. según Warren Cohen: la extinción de especies generalmente se retrasa hasta que los últimos habitantes desaparecen, pero la extinción masiva parece inminente en un pequeño número de países tropicales con baja cobertura forestal. Y la extinción masiva ya está ocurriendo en Haití debido a la deforestación…
El índice de pobreza en Haití es exorbitante. Existe una amplia brecha entre la concentración de las riquezas (en manos de pocas familias y de multinacionales) y la extrema pobreza. Una de las características del subdesarrollo de Haití está vinculado a la deforestación de la naturaleza: un estimado de 86% de los hogares pobres haitianos cocinan sus alimentos con leña o carbón, extraídas del área boscosa de Haití y un 2.28% (Según el Banco Mundial) procedente de la sierra de Bahoruco, la parte baja del lago Enriquillo, de Oviedo o de la línea fronteriza de Rep. Dom. – Haití; pero, esto corresponde a un 50% de la exportación de carbón de R. D. que va hacia Haití.
Pero el carbón no solo sirve para la demanda de la clase pobre haitiana; también es un negocio artesanal, mediano o altamente lucrativo para la élite burguesa haitiana asociados – algunos – con comerciantes dominicanos, con la permisividad oficial y el contubernio de políticos y militares. Con obvia certeza lo denuncia Jake Kheel, Presidente de la Fundación Punta Cana, en su película “Muerte por Mil Cortes”: La producción de carbón en la parte baja del Lago Enriquillo y la producción a gran escala en la Sierra de Bahoruco, preparados para exportación con destino a Maimi, Canadá, España, Puerto Rico… En mayoría autorizados mediante certificaciones apropiadas por el Ministro de Medio Ambiente, alegando desarrollo sostenible (E. J.): otorgándole a un solo productor “La tala de unos 250 mil árboles en un año; lo que, sin dudas – y desde el punto de vista socio – ecológico – eso no es sostenible, menos en un área de Parque Nacional.
Lo patético es que los mayores empresarios son haitianos (con algunos socios dominicanos) que no aportan un solo árbol, ni dinero de esos beneficios, para la reforestación de Haití ni de R.D…. pero ¿cómo es posible? Ni para el “subsidio ecológico” de los campesinos que viven en extrema pobreza, con el objetivo de que cambien sus hábitos de cocción de alimentos, mediante carbón o leña, sustituyéndoles por gas – estufas a través de programas gubernamentales y de las ONGs Pro-Haitianas.
Desde la década del 70 hasta hoy, República Dominicana se ha logrado el cambio de modo de cocción a carbón o leña por el modo de cocción a gas – estufas, gracias a la evolución económica, social y cultural que hemos logrado en el país.
La exportación de carbón desde R. D. hacia el exterior ronda por las 981 toneladas anuales, exportadas por unas 25 empresas legalmente establecidas y autorizadas, pero la cantidad contrabandeada hacia Haití no se ha podido establecer con exactitud. Once empresas exportan un estimado de 2,500,000 libras de carbón hacia Canadá, USA, Europa y Medio Oriente (sólo en un año). Si tomamos como referencia los años 2011 al 2013: salieron de R. D. unos 16 millones, 145 mil 819 libras de carbón vegetal hacia Puerto Rico, Turquía, Italia, Portugal, España, Grecia, entre otros países… Otra versión alterna a la del Banco Mundial establece que el 16% de la energía que generan los haitianos es a base de carbón vegetal, de la cual, un 86% es procedente (legal e ilegal) dela Rep. Dom.
Además, debemos resaltar que, basados en una planificación apropiada, y partiendo de estudios y evaluaciones de impacto ambiental, tal y como lo establece la Ley 64-00, ciertas zonas reducidas del territorio nacional, pueden continuar siendo explotadas con fines de producción, comercialización y exportación de carbón vegetal desde Rep. Dom., pero no de forma desmedida, excesiva y abusiva como hasta hoy. Por eso, el ecologista Luis Carvajal (Diario Libre, 2014), expresó: “Nuestro país no tiene condiciones ambientales para producir en gran escala carbón para exportación. Convertir el carbón en un rubro de exportación es garantizar el empobrecimiento continuo de nuestro ecosistema, debido a que los ritmos de crecimiento y la extensiva de plantaciones para la producción de carbón no son suficientes, y más aun en un país donde hemos convertido los planes de manejo en una forma de formalizar el delito ambiental”.
Debemos resaltar que el peligro de extinción masiva de ecosistemas en Haití y a la extensiva deforestación para la producción de carbón vegetal de manos de haitianos y dominicanos, la minería indiscriminada y el desarrollo de proyectos de aguacates sin planificación agrícola – ecológica, amenazan el área forestal de R. D., estimada en un 38%, de la cual un 34% corresponde al área de producción agrícola.
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