Es una ofensa para la política, el comportamiento de animal electoral asumido por la oposición sobre el comportamiento del Estado dominicano ante los ataques relativos a las políticas migratorias ejecutadas y a la inminente amenaza de crisis humanitaria que puede desatarse en la gran nación del Oeste, debido a la ausencia de los recursos naturales mínimos de sobrevivencia provocado por manos internas de la nación fundada por Jean Dessalines y no porque los hijos de Juan Pablo Duarte hayan destruido su medio ambiente o confabulado con malos ciudadanos para robarse las esperanzas de su pueblo.
Cada uno es dueño de sus hechos y por tanto propietario de las consecuencias.
La política es la ciencia que estudia el alcance y uso del poder.
El poder, definido desde la perspectiva de José Francisco Peña Gómez y yo la comparto es dar a los desposeídos los beneficios del Estado.
En democracia, especial en un sistema republicano como el nuestro los PARTIDOS son el instrumento para alcanzar el poder y, aplicar las políticas públicas que respondan a solucionar los problemas básicos de la ciudadanía impulsando alcanzar sin conformidades el más alto desarrollo; esto en la construcción de ideas que definen el carácter demócrata, conservador, socialdemócrata, liberal.
La pregunta que me hago desde hace meses es, ¿Qué son los partidos de hoy? ¿Cuál demócrata? ¿Cuál liberal o de izquierda?
Pero eso lo vemos después, ahora si te animas a seguir leyendo es identificar el valor de la realidad de los acontecimientos y, sin importar el Partido al que pertenezcas reconocer que las respuestas dadas por el Estado dominicano a los emplazamientos internacionales son correctas y que nos representa en el sentido base de que las políticas migratorias son aplicadas de acuerdo a la constitución de la Republica y no sujeta a la ausencia de voluntad de los países grandes de intervenir en la solución de la problemática haitiana.
El presidente de la Republica Luis Abinader ha respondido a la comunidad internacional con la solidez requerida ante la realidad de que la Republica Dominicana tiene lazos de unión y amistad con la Republica de Haití, dejando claro que esto no puede sobrepasar la cuota ya puesta por los compueblanos de Florinda Soriano a la solución de un problema de carácter humanitario e inestabilidad institucional por el que atraviesan los compatriotas de Petion.
Cada país tiene políticas migratorias.
República Dominicana intenta aplicar una que, respetando los derechos del hombre y del ciudadano garanticen la coexistencia futura sin que sus ciudadanos y nacionales pierdan su capacidad de acceso alimentario, salud, educacion y vivienda al que tenemos derecho los hijos de Sánchez del Rosario.
Derecho al que tienen nuestros hermanos del Oeste en su territorio, para lo cual requieren no solo la solidaridad dominicana si no la de todos los que quieren convertir en verdugo los de la biblia en el escudo y liberarse de compromiso humanitario y responsabilidad histórica.
La pregunta es ¿Quién es primero?
¿Tiene Republica Dominicana que poner en riesgo su población para demostrar al mundo que es solidario con Haití?
¿Tiene Republica Dominicana que ser el hospital del lado, la escuela del lado, el orfanato del lado? mientras los grandes se quedan de brazos cruzados.
¿Por qué tiene Republica Dominicana que liberarse de la responsabilidad principal que es su ciudadanía para resolver un problema de toda la comunidad internacional?
La oposición está siendo hipócrita y su dependencia de los estrategas mercadológicos dejan clarísimo la falta de formación política.
Coincidir con organismos internacionales que reclaman ligereza y permisividad al Estado dominicano en sus acciones migratorias son enemigos de la Republica Dominicana; son enemigos de la calidad de vida de los dominicanos y de paso le niegan a la Republica de Haití la posibilidad de que esos mismos organismos destinen recursos económicos que les permita desarrollar programas tecnológicos, agrícolas y de recuperación institucional que requiere para ser autosuficiente.
Querer agradar a gobiernos extranjeros de cara a las elecciones venideras dando la espalda al Estado dominicano (hoy representado por Luis Abinader, soberanamente escogido) es un acto de irresponsabilidad.
No estamos en un momento de sumar votos; estamos en un momento de impulsar a la Republica Dominicana y provocar en los organismos internacionales y países de poderosas economías (en su momento aliados a dictadores que desfalcaron a Haití) la inversión y visión que impulse la Republica de Haití que en la perspectiva de Petión debe ser fundamentada en la democracia y fuerza institucional.
Muchos historiadores han buscado colocar contradicciones miserables e irrecuperables entre haitianos y dominicanos que no tienen más sentido que la de no compartir idioma, costumbres, cultura, pero si como dijo Hipólito Mejía en una ocasión “ser un matrimonio sin divorcio al compartir el Oeste y Este de una misma isla”, sumado a hechos históricos que nos han convertido en aliados naturales.
Toussaint Louverture, ex – esclavo y jefe militar francés en el lado Oeste y Jean Boyer jefe de Estado haitiano abolieron la esclavitud en el lado Este de la isla mucho antes de existir la Republica Dominicana.
Ni siquiera los criollos Juan Sánchez Ramírez y José Núñez de Cáceres abolieron la esclavitud y repartieron tierra a los libertados como lo hicieron Louverture y Boyer.
Ciriaco Ramírez, primer criollo en el lado Este de la isla de Santo Domingo en creer que podíamos ser una República independiente, un Estado, una Nación fue relegado y sigue relegado al olvido de los cobardes que escribieron muy de acuerdo con sus intereses; careciendo de objetividad, de honestidad y ética.
Aceptar todos los dictámenes internacionales es reconocer que nuestros campos y proyectos de construcciones no tienen extranjeros contratados, reconocer que las extranjeras realizan sus partos en la calle y en cada barrio o localidad se expulsa de forma violenta a los extranjeros.
Aceptar los dictámenes internacionales es reconocer que no hemos sido solidarios con nuestro segundo socio comercial.
Aceptar los dictámenes internacionales es permitirnos entrar en el peligro de ser los únicos recipientes de extranjeros en caso de una crisis política de carácter humanitario para lo cual no contamos con los recursos naturales, ni el PIB para hacerlo aun queriendo.
Republica Dominicana ha recibido extranjeros en los momentos más difíciles de la historia y debemos ser agradecidos haciendo notar que hemos recibido trato igualitario cuando nos ha tocado emigrar, incluso ciudadanos del mundo lucharon por liberarnos de la dictadura del hombre aquel (1930-61).
Judíos, venezolanos, haitianos, cubanos, puertorriqueños han sido recibidos por los conciudadanos de Mauricio Báez.
No somos un país que niegue su territorio a los hermanos del mundo que como dice Arjona ya tienen permiso del cónsul de los cielos, sin embargo, esto no debe significar que se quiera maltratar nuestra soberanía y nuestro derecho a regular la presencia extranjera en nuestros limites, así como lo hacen los demás países con todo su derecho y sin la etiqueta de rechazo, sino más bien garantizando estructura medio ambiental y reserva alimentaria vida a los venideros habitantes de la Republica Dominicana y haciendo posible recibir a nuestros hermanos del lado y del mundo.
No somos el patio trasero de nadie.
Somo un Estado soberano.
Comprometidos económicamente pero no sometidos a la voluntad que comprometa el espacio y posibilidades de desarrollo de nuestras presentes y futuras generaciones.
La comunidad internacional le debe una disculpa al Estado Dominicano.
Los electoreros que coinciden con los que quieren maltratar a Republica Dominicana, deben revisar la constitución y verificar si sus posiciones no entran en calidad de traición.
Esto no se trata de un país u otro, se trata de ser reflexivo sobre lo que implica acceder a las mentiras e infamias que entorpecen las relaciones positivas que deben existir entre nuestros hermanos haitianos que permitieron a Francisco Sánchez del Rosario iniciar la Guerra de Restauración por su territorio y el Estado dominicano cuya conducta en gobiernos republicanos (no cuentan los 30 años del hombre aquel) han siempre sido solidarios y de conducta humanitaria en sus momentos mas difíciles
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