He leído con asombro y perplejidad el anuncio de que el gobierno central construirá una Ciudad Universitaria en Santo Domingo Este, complaciendo reclamos que datan de varias décadas y que desde el principio asumió con vehemencia el malogrado alcalde de esa localidad, Juan de los Santos y el actual Manuel Jiménez, en respaldo a las aspiraciones de los miles de estudiantes uasdianos que viven en la margen oriental del rio Ozama. Esa demanda, por lo menos en las circunstancias actuales, no constituye prioridad pues la nueva realidad de la educación virtual la cambia.
Y las preguntas de los tres cheles son las siguientes, ¿Es sensato plantearse un proyecto de tal envergadura frente a la realidad que vive el país y los cambios que se operan en el quehacer educativo a nivel superior? ¿Acaso no es mejor invertir esos recursos en fortalecer el apoyo a la virtualidad y en la instalación de laboratorios pendientes en la Primada de América desde hace anales? ¿No sería más provechoso apoyar a maestros y alumnos con equipos y facilitándoles la conectividad para afianzar la virtualidad y así cuándo pase la pandemia quedarnos con un modelo mixto que solo traiga al campus a los alumnos del ciclo básico y a los de asignaturas donde lo presencial sea absolutamente necesario?
La realidad conduce a la reflexión y a la asimilación de los cambios que nos impactan. Actualmente la Sede Central, los centros y recintos de aulas se encuentran desiertos, pero la docencia no se ha detenido. El proceso de docencia virtual ha encontrado los tropiezos normales de todo lo nuevo, pero conforme continué su implementación, tanto docentes como dicentes, explotarán en favor de la calidad y la excelencia académica sus bondades y nos daremos cuenta de que las grandes edificaciones ya no serán tan necesarias.
La planificación induce a imaginar el futuro que debemos construir y la innovación a implementar las mejoras y transformaciones que permitan seguir existiendo con mejores niveles de desempeño en el cumplimiento de la misión que tiene la educación superior.
Una famosa frase de la gestión moderna reza, “Si tu objetivo consiste en satisfacer las necesidades de tus clientes, entonces el primer paso consiste en saber qué es lo que demandan”. Carlos García Morcillo, profesor titular de Inteligencia Artificial de la Universidad de Castilla la Mancha nos confirma: “El 70 % de los millennials (personas nacidas en las dos últimas décadas del siglo XX) utilizan habitualmente YouTube para aprender o profundizar en sus intereses formativos”.
De hecho, prefieren aprender mediante un vídeo de YouTube que leyendo un libro. Tanto es así, que el 67 % afirma que pueden encontrar en esta plataforma un vídeo de cualquier cosa que quieran aprender. En una interesante reflexión sobre la evaluación de vídeos en la docencia.
¿Y cuáles son esas características que justifican el uso de un vídeo de dudosa autoría y veracidad, en vez de los conocimientos de un profesor titular de una universidad? La pregunta a esta respuesta enlaza con las bondades de la formación online.
En primer lugar, el uso que hacen de la tecnología, a diario, marca una gran diferencia con otras generaciones. Utilizar un libro o un documento impreso no forma parte de la rutina diaria de quienes acuden a la universidad. Es una incómoda verdad que como docentes aun nos resistimos escuchar y menos aceptar.
En segundo lugar, la imagen es clave, mostrando una clara preferencia por lo visual. Recuerdan más una imagen que un texto.
En tercer lugar, viven la inmediatez en primera persona, todo tiene que ser ya, aquí y ahora. La formación online reúne esas tres necesidades de la generación Z: está en la tecnología, entra por los ojos y es de acceso prácticamente inmediato.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que desde diferentes plataformas se ofertan con éxito diferentes cursos en línea haciendo uso de la virtualidad, por vía de plataformas como: Coursera, Miriadax, YouTube, LinkedIn, TedTalk y MOOCs e incluso en el nivel universitario. Éxito alcanzado en materia de educación virtual por las prestigiosas universidades de: University of Phoenix, Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), OBS Business School, Harvard, Massachusetts Institute of Technology (MIT), para citar solo algunas entre las mas prestigiosas, marca una clara tendencia de cómo serán las cosas en campo de la educación superior en el futuro de mediano plazo, ahora acelerado por la pandemia del covid 19.
Entender ese contexto nos lleva a ver que la UASD carece de un adecuado espacio y de una automatización hacia la virtualidad de su registro universitario. Una buena manera de apoyarla es preparándola para la eficiencia y la eficacia que de ella se requiere y bien puede ser, asumiendo el gobierno central el proyecto de una edificación y la automatización del registro universitario instancia que se encuentra rezagada pese a su papel fundamental en la vida de la institución académica. Es cuestión de asumir las prioridades correctas.
El autor es docente de la Facultad de Ciencias de la Educación
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