En la primera semana de junio, al menos 30 países que son grandes productores y exportadores, comenzarán a prohibir las ventas al exterior de trigo, arroz, cebada, aceite, maíz, pollo, avena, mijo, azúcar, pavo, carne de res, cordero, carne de cabra, mantequilla, lentejas, pastas, papas, berenjenas, tomates, cebollas, entre otros, para garantizar la soberanía alimentaria de su propia población.
La lista de gobiernos que han decidido que en sus pueblos no falten los alimentos básicos y que la producción interna es una prioridad la encabezan Rusia, India, Ucrania, Argentina, Argelia, Egipto, Indonesia, Irán, Kosovo, Serbia, Túnez, Bielorrusia, entre otros.
Y estos gobiernos lo hacen porque saben que la inflación y la escasez de alimentos básicos, unidas a la prolongación de la guerra ruso-ucraniana, bloqueo y minado de puertos y rutas marítimas, atascamiento de contenedores, alza de combustibles, repunte de Covid y ahora la viruela del mono, seguirán dislocando el comercio mundial de productos terminados y materias primas para obtener la comida de las personas y los animales.
Ante esa realidad mundial, el gobierno de la República Dominicana cifra sus esperanzas y pone grandes recursos financieros del Estado para estimular la importación de alimentos y materias primas, mientras en los hechos posterga la recuperación de la agropecuaria.
¿De dónde importarán?
La gran pregunta sigue siendo, ¿de dónde y en caso de conseguirlos, a qué precio van a traer los especuladores dominicanos esos alimentos al país?
Responderán los negociantes que han convencido al gobierno de que quiebre la agricultura porque ellos garantizan alimentos baratos, que vendrán de Brasil, Estados Unidos, México o Centroamérica.
Es posible que por el resto de este año los obtengan, pero les aseguro que serán cada semana más difíciles y mucho más caros.
Si se prolonga la guerra, y Rusia, Bielorrusia y Ucrania no pueden exportar granos al mundo y menos fertilizantes, la producción disminuirá no solo en Brasil que depende enteramente de los abonos rusos, sino en todo el mundo, y el año 2023 –que casualmente es preelectoral en el país- puede ser de grave escasez, carestía, insatisfacción y movilización social, y muy probablemente, episodios violentos de saqueo e inestabilidad política.
Más contradicciones
En esta misma semana varios ministros anuncian más subsidios por 1,200 millones a importadores de harina (o trigo) y criadores de pollo (para importar alimentos) buscando evitar que la carne de pollo, el pan y las pastas aumenten más de precio.
¿Y el plan SiembraRD no tiene capacidad para producir maíz, sorgo y grasas para sostener la avicultura dominicana?
Cualquier persona mínimamente informada puede darse cuenta que la siembra es en anuncios en los medios de comunicación, mientras se sigue estimulando la importación.
La hora de la acción
Todo lo anterior puede evitarse si el presidente Luis Abinader suelta amarras y provoca un golpe de timón que enderece el rumbo, dedicando recursos y personal a la agropecuaria nacional para producir alimentos, abundancia y rentabilidad en los campos y estabilidad en el mercado, no en los periódicos, las redes sociales y las estaciones de radio y televisión.
Ya dije hace ocho días que sin un cambio radical de los principales ministros y directores del equipo agropecuario del gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y Abinader, no puede haber recuperación de la producción agropecuaria porque todos están comprometidos con los importadores, no con los agricultores. ¿Piensa Abinader que los funcionarios que hundieron la agropecuaria, botaron 700 técnicos del sector y cortaron el crédito al campo van a recuperarla?
¿Qué productor agropecuario que no esté asociado con ellos para negocios va a confiar en esos funcionarios para endeudarse, invertir en el campo y perder sus propiedades?
El Presidente debe tomar partido: Buscar personas que les sirvan al país, reponer a los profesionales agropecuarios cancelados, volver al campo con recursos, insumos y equipos, o la SiembraRD solo la veremos en los medios de comunicación, la pobreza creciente en el país y la inflación galopando sobre potro brioso.
Si los posibles y manifiestos compromisos políticos del presidente Abinader le impiden “tomar el toro por los cuernos” y hacer que se sienta la acción del gobierno en la agropecuaria, que se prepare para ver florecer la inflación con escasez en los mercados y la probable indignación de la gente, que cuando tome cuerpo no podrá ser contenida militarizando barrios y ciudades portando fusiles y balas, sino con arroz, habichuela, huevo, pollo, cerdo, res, aceite, pan, café, leche y azúcar, pero sobre todo con empleo para la gente ganarse el dinero para comprarlos.
El mandatario dominicano está a tiempo de poner frente a este serio problema para garantizar alimentos, porque la carestía de las importaciones –si aparecieran- más el desconcierto de los mercados de combustibles y el rebrote del Covid-19 aquí y en el mundo, pueden crear una especie de tormenta perfecta que ningún hombre responsable desea ni ningún gobernante hábil permitiría.
¡Palabras en forma de promesas ha habido, hace falta ahora que los hechos hablen por sí mismos!
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