No me es dado entrar mucho en este campo, primero, porque como en todos los campos del saber acuso una ignorancia extrema; segundo porque es un campo muy poco explorado en el mundo occidental, y si me preocupa en demasía mi propia ignorancia, la ajena vestida de sabiduría, me desconcierta.
Rafael Casado es un alma encarnada para ejemplificar las bondades infinitas que encierra el alma humana. Para que así fuera debió nacer en un campo remoto donde el tiempo se dilata, al día de hoy La Bocaina es una comunidad rural del siglo IXX.
Pero amen de nacer en La Bocaina, a Rafa le tocó nacer con la marca de la pobreza en más de una de sus benditas formas, a la luz occidental de la riqueza. Nació para ser un número ni siquiera tomado en cuenta para crear los presupuestos.
¿Quién conoce a Rafael Casado? Hace unas décadas recientes para distinguirlo le decían “El Cojito”, porque sí, Rafa también nació físicamente marcado para el fracaso, en una sociedad tan inteligente, avanzada y humana que desdeña a sus pares por el aspecto físico.
Pero ¿Quién es Rafael Casado? Estamos programados para ver el resultado sin escudriñar en el viaje y sus recodos para llegar al punto en que somos “evaluados”. Rafael es un alma gigante, evolucionada, protegida, que decidió encarnar para seguir la estela que las almas ascendidas dejan a esta humanidad entretenida en el morbo de la vestimenta, por si un día llega al estadío de la contemplación. Entonces podremos ver los colores de la existencia.
Desde inicios de su existencia actual, Rafael rompió todas las barreras con que llegó a este planeta. Se destacó socialmente, activo en su comunidad a través de los movimientos sociales, culturales, políticos. Fue promotor de los festivales, reinados, patronales, en nuestro espacio terrenal común. Pero además un luchador por las necesidades de la gente, principalmente en el plano de la educación. Si tenemos Liceo en nuestra comunidad, Rafael estuvo en esa lucha. Si tenemos Distrito Municipal, Rafael estuvo en esa lucha. En la creación de nuestro carnaval, estuvo Rafael Casado.
Fue maestro desde pequeño. Ha enseñado a soñar a más de una generación, ¿existe mayor maestría que ésta?
Ver a Rafael con su guitarra a las espaldas era fenomenal para una juventud ligada a la tierra que ansiaba la llegada de las tardes de domingo para aceptar gustosos la invitación de Baco, sin más intención que hacer algo distinto.
Ver a Rafael estudiando para alcanzar una profesión era fenomenal para una juventud a la que solo se le ofrecía tiempo para gastar.
Ver a Rafael sobre el lomo de un caballo mecánico, loma arriba, loma abajo, era fenomenal para una juventud encerrada en sus fronteras naturales.
Ver a Rafael accionando en política, codeándose con los líderes de “El pueblo”, era fenomenal para una juventud entrenada para ahorrar las palabras.
Ver a Rafael en las aulas, transfiriendo conocimiento, era fenomenal sabiendo de donde había partido.
En términos generales, Rafael Casado ha sido un alma pueblo. Profesional con más de un titulo. Comunicador, músico, fotógrafo, activista y gestor cultural. Ha mostrado el camino a muchos. Ha demostrado que los límites se auto imponen. Ha roto paradigmas que lo siguen siendo para no pocos. Ha logrado trascender en un espacio reservado para la banalidad, para lo insustancial.
Y un día se irá, como nos iremos todos. Ojalá ese día se prolongue tanto como sea necesario para seguir alumbrando. Creemos que una larga existencia es una bendición, cuando el tiempo de un alma trascendida es el justo para cumplir su misión terrenal. La bendición es llegar a tener esa misión sin obligarnos a la ley de la recurrencia por haber vivido vidas intrascendentes. Rafael ha trascendido.
El legado inmenso de Rafael Casado solo puede verse con la mente, profundizando en los efectos que produce en un entorno la presencia de un ente inspirador. Hoy necesitamos más Rafaeles en nuestras comunidades, ante la falta de sueños trascendentes de nuestra juventud, quien inspire sueños solo puede ser un enviado.
Para quienes solo ven fuera del distorsionado foco de la retina, Rafael Casado está legando unos hijos ejemplares, productivos al colectivo y su sobrevivencia.
Sus hijos tal vez tampoco alcancen a entender la dimensión e importancia de Rafa para este tiempo terrenal, pues es casi seguro que han sentido y sufrido los efectos de ser hijos de un hombre que vino con una misión trascendental, y en su necesidad corpórea hayan demandado más tiempo paternal, o más comprensión o más atención. Es posible incluso que alguno haya sentido los efectos sociales de la discriminación.
Los hijos de Rafa sin proponérselo, están replicando, calcando, los pasos de su padre. Han roto el estigma de haber nacido hijos de “El cojito”, hijos del campesino que no les tocó conocer, y hoy son artistas consumados, comprometidos con el arte, expresión de almas evolucionadas, profesionales con vocación social, preocupados por dar, útiles al conjunto. Han trascendido, se han alejado del montón, son admirados por otros padres que quisieran hijos como ellos, sanos física y mentalmente. Ellos tienen su propia misión que no es la de continuar la misión de Rafa, él ha cumplido con la propia.
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