El cambio de morado por azul supone el verdadero cambio, valga la redundancia. Bueno, al menos es la idea que se vende. El Partido Revolucionario Moderno (PRM) tiene un reto que no es paja de coco, sobre todo porque las grandes transformaciones de fondo se han esperado por décadas. Quedarse en las formas equivale a lo mismo de siempre.
El PRM se enfrenta a un dilema muy complejo debido a la composición socioeconómica y política de la República Dominicana. Es un país presidencialista y Estado dependiente donde, debido a ello, la fuerza laboral es empujada en su mayoría por el sector público. Esa realidad obliga una cosa: cada cambio de gobierno implica quitar una persona de la planilla laboral para poner otra, independientemente de la situación en la que se encuentre esa última. Siempre habrá mas gente que cargos y eso crea presión dentro de los partidos gobernantes. Los nuevos necesitan comer y resolver sus problemas pero los viejos también están en malas. No hay sombreros para tantas cabezas. Los debutantes reclaman su teta y tienen derecho a ello.
Quiérase o no, el PRM está en la «obligación natural» de pasar la aplanadora en el tren gubernamental y dar paso a los suyos. Caso contrario, la factura es 100% segura en 2024. Joder tío, es un vicio de nuestro sistema.
Si me preguntan o ponen a escoger, los cargos deben ser por preparación y sin observar militancia partidaria.
Realidad: la pobreza del bolsillo y mental tomará muchos años para solventar y ninguna fuerza política en el gobierno quiere hacer el sacrificio a vida o muerte.
Ahora mismo hay un problema mas serio de lo que muchos suponen, perremeístas «quillados» porque los enemigos políticos siguen en los puestos. Es tanto así que en una red social vi el mote de «perreleístas». Ya se anda diciendo que la cosa fue planificada y, según señalamientos, el hipolitismo tiene algo que ver. A eso se suma la creencia de que «falsos aliados» están haciendo daño. Percepción o realidad, una bomba de tiempo para resultados 2024. Guido Gómez Mazara presentó unos números no aptos para cardíacos, aunque soltó palabras de esperanza para consolar a los que están «jalando aire». Los que siguen comiendo con grasa no dicen ni pío, no sea cosa.
¿Qué hacemos? -Hay que «despolitizar» y crear condiciones socioeconómicas de no dependencia, a eso aspiramos. Es la misma cháchara de hace décadas y que sube de tono cada cuatro años. El aparato privado debe convertirse en el principal empleador. Los partidos tradicionales y sus políticos parece no estar interesados en tal revolución. En tanto, es irresponsable e inhumano pensar o decidir desde la comodidad contra alguien que también está «pasando las de Caín». Desde luego, revisar y considerar «casos especiales» es un acto humanitario positivo.
COVID-19 y la crisis económica ha maltratado a todos por igual, bien sean blancos, amarillos, morados, azules, rojos o lo que sea. El presidente Luis Abinader y su gobierno es de todos y para todos. Seamos sinceros y justos, esa gente tiene casi dos décadas sin ver a linda.
Comentarios...