A pesar de los memes, teorías de conspiración, videos manipulados, falsas profecías, conjeturas de patio y las cápsulas de pseudo científicos graduados en la Universidad Redes Sociales, creo firmemente en la vacuna desarrollada para prevenir el COVID-19. Dicha creencia parte de asuntos lógicos en los cuales, quizás, la mayoría no ha reparado.
La población refiere «la vacuna» pero, realmente, lo correcto es la forma plural «las vacunas». Varios laboratorios de prestigio mundial están desarrollando su propia versión. Son farmacéuticas que tienen siglos de existencia y producen los principales medicamentos que hoy todos consumimos, mantienen condiciones médicas bajo algún nivel de control y, en algunos casos, curan. Estamos hablando de los laboratorios Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Johnson & Johnson, Merck, Novavax y otros.
No existe un monopolio, gobierno, élite, iluminatis, Bill Gates, agencia secreta u organización creando «una vacuna» a los fines de introducir el chip 666, exterminar una parte de la población y hacerse con el control político, social y económico del mundo. Esa es una teoría de conspiración propia de los tiempos de crisis, generalmente motivada por «pasiones interesadas» dentro y fuera de las redes.
Las farmacéuticas son negocios y, por ende, se constituyen en competencia uno del otro. La lógica de los mercados es procurar el puesto número 1. El que tiene los mejores productos, los mas efectivos, es el líder del mercado. Esos laboratorios están en guerra comercial y eso conviene a los clientes. Esa gente no pondrá a propósito en riesgo un prestigio de marca ganado durante siglos. De hecho, Johnson & Johnson tuvo la responsabilidad de detener los ensayos porque un participante desarrolló una enfermedad durante las pruebas de su vacuna. Mas adelante se descartó la asociación entre esta y la patología. Las vacunas de Pfizer y Moderna no tuvieron inconvenientes mayores durante el período de prueba.
Las pandemias han existido desde los albores de la humanidad y actualmente existen vacunas para prevenir diversas enfermedades y no hay cosas extrañas detrás de ello, con eficacia y seguridad comprobada por décadas. ¿Quiénes crearon, patentaron, expandieron o distribuyen esas vacunas? -las mismas farmacéuticas que hoy tienen medicamentos, pruebas, vacunas o estudios en relación al COVID-19.
Claro, cosas a tener en cuenta: todos los medicamentos y vacunas conllevan efectos secundarios que pueden presentarse o no. Es por ello que debe leerse etiquetas en la caja y la hoja instructivo dentro de ella, así como preguntar al médico o aplicante. Cada paciente y organismo es un mundo y, por ende, de respuesta única. Una vacuna puede dejar de ser efectiva si se daña la cadena de frío, almacén o lote, aparece una mutación viral con cambios muy radicales, debido a una condicion fisiológica o biológica «especial» propia de un paciente u otras causas.
El tiempo record para dar con la vacuna puede sorprender y hacer dudar pero no debe implicar mayores preocupaciones. La ciencia no partió de cero, retomó las investigaciones avanzadas para la vacuna contra el SARS-CoV-1 surgido en 2002. Aquella pandemia provocada por un miembro de la familia de los coranavirus se logró controlar y el proyecto de la vacuna fue interrumpido, sobre todo debido al retiro del financiamiento. SARS-CoV-1 y el SARS-CoV-2 causante del COVID-19 comparten características.
Creo el mayor peligro es que una gran parte de la población resista vacunarse. El virus puede hacerse endémico y, quizás, mutar a formas mas agresivas debido a la exposición prolongada. En diez o mas años andaremos con bosal, en toques de queda, contando los muertos, dando show, hablando sandeces y poniendo oído a charlatanes apocalípticos.
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