Quizás porque las pandemias han marcado importantes hitos en la historia de la humanidad, con su carga de dramatismo y tragedia, han sido un tema recurrente en la literatura.
Obligatorio es comenzar con las plagas que menciona la Biblia que Dios envió a Egipto para castigar y obligar al Faraón a liberar a los hebreos. Una enfermedad común en esos tiempos y que es recogida con frecuencia en el texto sagrado es la lepra y de ella se hacen numerosas referencias, incluidos milagros de sanación.
En La Ilíada, escrita por Homero aproximadamente en el siglo VII A.C., se narra la aparición de una terrible peste que provoca la muerte de muchas personas, castigo de los Dioses cuando Agamenón roba a Criseida la hija de uno de los sacerdotes de Apolo. La peste sólo cesará con la devolución de la joven a su padre.
Apartándonos del tema mítico-religioso, El Decameron de Giovanni Boccaccio, inicia con la descripción de la peste bubónica que azotó la ciudad de Florencia en 1348. Esta obra representa la degradación social que la enfermedad trajo consigo.
En Diario del año de la Peste (1722), su autor, Daniel Defoe, narra el brote de la enfermedad en Londres en el año 1665 y en forma de un diario revela los actos más heroicos y los más ruines de que fue testigo durante la enfermedad.
Los Novios (1827) del escritor italiano Alessandro Manzoni trata sobre una peste en la ciudad de Milán y de cómo las autoridades minimizan la amenaza y continúan la vida normal, permitiendo que la enfermedad se extendiera rápidamente, lo que provocó la ira de los ciudadanos.
La Montaña Mágica (1924) escrita por Thomas Mann, ganador del premio Nobel de Literatura en el año 1929, considerada un clásico de la literatura médica. Narra el diario vivir de los pacientes afectados de tuberculosis en un hospital para personas adineradas. La tuberculosis fue, durante muchos años, una enfermedad que provocaba el aislamiento o distanciamiento de la persona enferma. Es contagiosa y hasta ese entonces con niveles altos de mortalidad.
Considerada como una de las mejores novelas en cuanto al tema a que nos referimos, La Peste (1947) de Albert Camus, narra la historia de una epidemia que azota Orán, una ciudad de Argelia, país en que el autor vivió una parte de su vida. Algunos críticos literarios han querido hallar una similitud entre Orán bajo la peste con el París ocupado por los Nazis.
La epidemia de cólera de principios del siglo XX que azotó parte de América, incluida su natal Colombia, fue el tema que sirvió de telón de fondo para que el más universal de los escritores latinoamericanos, Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura en 1982, escribiera El Amor en los tiempos del Cólera (1985).
Ensayo sobre la ceguera (1995) del novelista portugués José Saramago, ganador del premio Nobel de Literatura en 1998, haciendo gala de su magistral imaginación y dominio de la narrativa, nos brinda una historia de una ciudad en que un día todos sus habitantes, excepto una, se ven afectados por una especie de ceguera blanca.
La dominicana Julia Álvarez, autora de En el Tiempo de las Mariposas sobre las hermanas Mirabal, publicó en 2006 Para Salvar el mundo; esta novela, a diferencia de las ya citadas, está cargada de optimismo. Narra el viaje de la Real Expedición de la Viruela, a cargo del doctor Francisco X. Balmis, con 22 niños huerfános inoculados con el virus, que atravesaron el océano para traer a América la primera vacuna contra dicha enfermedad.
Ken Follett, escritor nacido en Gales, Gran Bretaña, trata el tema de la peste en la novela Un Mundo sin Fin (2007), que es el segundo libro de la trilogía iniciada con la célebre Los Pilares de la Tierra ( 1989) y Una Columna de Fuego (2017). Follett aborda el tema de forma tangencial, como parte de una puesta en escena para que uno de los personajes se luzca, al tiempo que nos deja ver los métodos rudimentarios que se utilizaban frente a una enfermedad desconocida y por demás mortal.
Hay muchos otros libros que tratan sobre la enfermedad y la muerte, no necesariamente sobre una epidemia, como La Muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, Paula de Isabel Allende o La muerte de Ivan Illich de Leon Tolstoi, entre muchas otras.
Alexandr Solschenizyn, premio Nóbel del 1970, logró mezclar en su novela Pabellón de Cáncer, la enfermedad con la denuncia política, al narrar la historia de un grupo de enfermos de cáncer mientras reciben quimioterapia, resulta imposible no comparar la enfermedad que afecta a los pacientes con el sistema político que imperaba en la antigua URSS en esos momentos.
Las enfermedades mentales también han sido un tema preferido por muchos autores. Torcuato Luca de Tena, escritor español, escribió Los renglones torcidos de Dios (1979), una novela policiaca-psicológica en la que una detective se interna en un hospital psiquiátrico siguiendo las pistas para descubrir un homicidio. El propio autor se internó durante 18 días en una institución psiquiátrica donde convivió con enfermos mentales que le sirvieron luego para la recreación de los personajes de la novela. Siguiendo con el tema, de facturación local, tenemos el clásico Mis 500 locos, del eminente psiquiatra Antonio Zaglul, que aún cuando no es una novela, sino más bien unas memorias del Director del Centro ubicado en ese entonces en Nigua, San Cristóbal, merece ser mencionado en esta recopilación. Trementina, Clerén y Bongó, de la autoría de Julio González Herrera, quien fuera precisamente paciente del Dr. Zagul en el citado manicomio y que escribió esta excelente novela, en la que narra la vida en el manicomio y cómo uno de los enfermos se hace con el liderazgo dentro del recinto y logra sublevar a los demás pacientes en contra de los doctores, a quienes consideran unos déspotas y abusadores. Amor, locura y magia, son los pilares que sostienen esta obra, dice el autor en una especie de advertencia al lector.
Estas obras tienen en común poner en evidencia que el ser humano es capaz, ante amenazas como una pandemia, peste, enfermedad o como quiera llamársele, de los actos más nobles de entrega, desprendimiento y solidaridad, pero también de los más ruines, perversos y egoístas. La pregunta que en muchas de ellas queda, obligatoria después de salir de una pandemia, Seremos mejores después de ésto?
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