Por: Wilfredo Tejeda
Días antes de las pasadas elecciones llamé a reunirnos a quienes aspiraban igual que yo a la alcaldía de Ocoa para comprometernos todos a un proceso en paz y tranquilidad, para que el sosiego y el respeto primaran el día de las elecciones.
Tristemente, el 16 de febrero Ocoa vivió momentos de tensión y preocupación para nuestras madres, padres, hermanos, familias, amigos y toda la población de manera innecesaria e injustificada. El país marcó una página triste en su historia de vida institucional y democrática.
Condeno los actos violentos y reprochables ocurridos en mi Ocoa. También condeno las actividades ilegales y forma inadecuada de hacer política como si aún viviéramos en tiempos de la caverna. Nuestro país y nuestro pueblo se pueden ver en unas crisis que aun no tenemos conciencia de su magnitud.
Un proceso electoral no vale la vida, ni la dignidad de un ocoeño. No, no lo vale. La política no puede seguir siendo una actividad para la maldad y para obtener beneficios y puestos a costa de lo que sea, aún sea de la vida misma de un ser humano. Eso no puede ser. Ocoa no merece esa forma de hacer política.
Los secuestros, palizas, golpizas, balaceras, la compra y venta cédula es una muestra de lo indigno de muchos de nuestros supuestos líderes. Lo que suponíamos eran etapas superadas empañan el buen nombre de nuestro pueblo.
Los que estamos en la actividad política debemos revisarnos. Ahora me asalta la duda de si en verdad tenemos la intención de servir a nuestra comunidad o de llegar para servirnos de ella.
Quiero pensar que la mayoría quiere llegar para servir pero los hechos me ponen a dudarlo. A unas elecciones se va a ganar pero también preparados para perder, saber perder.
Las traiciones, la hipocresía, la falta de lealtad a un ideal, a convicciones reales han puesto a la gente a desconfiar y no creer en los políticos. Lamentablemente la mayoría de la gente parece tiene razón.
Cuando muchos llegamos a los puestos se nos olvida a que y por quienes fuimos a ese cargo. Espero que si en algún momento me toca llegar, Dios me de el suficiente entendimiento para recordar de donde vengo y para que llegué.
El pasado 16 de febrero fue un día que no se debe repetir, ni por los hechos violentos ocurridos, ni por los actos penosos e irresponsables que se dieron en mi Ocoa por parte de gente que no debe actuar como lo han hecho. Espero que todos asumamos nuestra cuota de responsabilidad y cambiemos de actitud. Ocoa no merece eso.
Dios proteja y bendiga a nuestra gente. Nos vemos el 15 de marzo. ¡Ocoa merece mucho más¡
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