Fue en el año 1860 cuando el sacerdote Andrés Rosón manifestó su descontento por los excesivos exabruptos populares en el marco de las fiestas patronales de San José de Ocoa.
Una festividad que suponía ser parte de la liturgia católica, se caracterizó desde sus inicios por ser el escenario de música, bebidas alcohólicas y desbordante entusiasmo mundano.
El mencionado sacerdote, quien visitaba esta comunidad desde Baní para oficiar misas, expresó su rotunda desaprobación a las celebraciones de El Maniel, en una carta dirigida al Vicario Fernando Arturo de Meriño. El padrino del libertador de Cuba, Máximo Gómez, deploraba la desbordante entrega de los ocoeños a la celebración, divorciada de la blanca Iglesia.
Este pulseo se mantuvo por muchos años, cambiando de protagonistas. Es conocido por ocoeños de anteriores generaciones, el accionar del padre Luis Quinn, «El Guayacán», por hacer respetar el espacio de la Iglesia durante la celebración, llegando a intervenir directamente en la zona de carpas y actividad lírica, para apagar equipos de música e imponer respeto mientras durase la misa. Los carperos, al ver acercarse al recio sacerdote, sabían que tenían que apagar rápidamente sus vitrolas y, en algunos casos, poner «pies en polvorosa».
La evolución de las fiestas patronales de Ocoa la llevó a convertirse en una de las celebraciones más emblemáticas y concurridas de toda la República Dominicana. Miles de hombres y mujeres visitan el municipio, para ser partícipes de los días finales de esta multitudinaria ocasión. Muchos desafían las curvas de la carretera Padre Billini, durante las noches, solo para pasar unas horas y regresar en la misma madrugada a sus lugares de residencia, debiendo incorporarse al día siguiente, resacados, cansados pero contentos, a sus faenas habituales. Hasta ahí llega el nivel de encanto de las festividades populares, originadas en la celebración patronal.
EL CALENTAMIENTO
Desde septiembre comienzan a calentar los motores de celebración popular en la provincia, pues sus municipios y distritos municipales celebran sus festividades, con diversas actividades; en todas sigue implementándose el modelo de elección de una reina, a veces un rey y una corte.
La elección está basada en el comportamiento escolar y el desenvolvimiento social. En los años 80 el escritor y dramaturgo ocoeño William Mejía había propuesto su sustitución por la celebración de «cacicados», que se ajustaran a la verdad histórica de nuestros pueblos. Dicha propuesta no encontró el eco que la llevara a convertirse en realidad.
Después de la elección comienzan las actividades populares, que incluyen la presentación de orquestas nacionales, grupos folclóricos locales, solistas y, en ocasiones, cultivadores de las bellas artes. En años recientes ha habido un renacer de juegos populares, como el denominado palo ensebao, la denominada “corrida de cintas”, la carrera de sacos y otras manifestaciones, aunque no con la intensidad y el entusiasmo de tiempos pasados. En la actualidad se limita a pequeñas exhibiciones nostálgicas, sin mucho apoyo popular y con escaso impacto social.
Después de las celebraciones de Sabana Larga, El Naranjal, La Ciénga, El Pinar, Nizao y Rancho Arriba, se habilita un pequeño espacio para el descanso, interrumpido por la Navidad, llena de colorido, fiestas y esplendor. Con el año nuevo todavía en sus ciernes, sigilosamente arriba la celebración más grande en el municipio San José de Ocoa, el cual comparte su nombre con la provincia.
El punto de partida es una entusiasta celebración del nacimiento del padre Luis Quinn, cada 11 de enero. A partir de allí, Iglesia y festividades populares se separan, cada una llevando a cabo sus particulares celebraciones. Comienza entonces la gran fiesta: la temporada alta para el turismo y el excursionismo ocoeño.
CELEBRAR EN MEDIO DEL FRÍO
Este parece ser uno de los inexplicables atractivos de la celebración popular. Las bajas temperaturas que sirven de ambientación a Ocoa durante la temporada invernal dan un toque de comodidad ambiental al visitante. Tanto en la llanura del municipio cabecera, como en sus dependencias montañosas, el frío es el acompañante continuo de quienes visitan la tierra del dulce de higo, el aguacate, la papa y el café. Miles de ocoeños residentes tanto fuera como dentro del país, regresan expresivos, románticos, evocando tiempos pasados o simplemente para disfrutar a su manera el presente.
Es bien sabido que el calor es mal acompañante de las multitudes; en el caso de Ocoa y sus celebraciones populares, este no es un problema. Fiestas y frío coinciden y parecen contribuir mutuamente a un perfecto balance ambiental, que permite acercamientos, bailes y diversión popular sin la incomodidad de axilas sudorosas y olores perturbadores.
LOS NUEVOS ATRACTIVOS
La celebración de las fiestas recientes encontró a Ocoa transformada, en términos de acogida para el turismo. Decenas de nuevas habitaciones, piscinas al aire libre, lugares paisajísticos de ensueño,»zip lines» habilitados para la aventura extrema; nuevos destinos naturales descubiertos y acariciados por los ocoeños y una conciencia colectiva sobre la importancia del turismo para el desarrollo económico del celebrante municipio junto a toda la provincia. ‘
Repasando el inventario de atractivos turísticos de San José de Ocoa, nos damos cuenta que su renovación es revolucionaria. En la década de los años 90, Ocoa contaba con algunos balnearios naturales identificados, que acaparaban el inventario. Hoy es imposible, en una sola visita, recorrer todos los atractivos. En cada municipio y en cada distrito municipal existen suficientes estímulos naturales y artificiales para pasar un interesante fin de semana; la labor acumulada por diversas instituciones y particulares enamorados de nuestro ecoturismo han dado frutos relucientes que hoy garantizan crecimiento y expansión.
La visión de Tonino Isa, plasmada en el viejo y actualizado Rancho Francisco, parece haberse expandido e inspirado a muchos ocoeños a invertir en su provincia y apostar por el desarrollo de actividades recreativas ligadas al turismo. Hoy las opciones son muchas y en constante crecimiento.
LLEGAR EL 19 DE ENERO
Es del 19 al 21 de enero cuando se viven los momentos más emocionantes de la celebración popular, adscrita a las fiestas patronales. Llegar el 19 brinda al visitante la oportunidad de vivir dos realidades: la festividad tradicional, centrada en el parque Libertad y los establecimientos comerciales. Por otro lado, está la oportunidad de aprovecharse y visitar durante el día lugares emblemáticos del municipio, sus distritos y parajes.
Ya parece una obligación, motivada por la curiosidad del visitante, subir las alturas de Tatón, situadas entre los 700 y 1,000 msnm y explorar toda la zona. Una interesante sesión de fotos en Arawakos, hermoso establecimiento que honra con su nombre a nuestras raíces y ofrece una creativa vista paisajística de toda la zona.
Pero también en este paraje se puede pernoctar en una de las hermosas villas habilitadas para tales fines. Ya son muchas, hermosas, acogedoras, rodeadas de la desbordante naturaleza del bosque húmedo, y con todas las comodidades para facilitar la estadía. Pero el que quiere, sigue la tradición y se hospeda en uno de los hoteles de Ocoa, los cuales han adquirido mayor conciencia y han elevado sus niveles de competencia.
Esta opción es recomendable para envolverse en el bullicio y la algarabía de una fiesta que dura todo el día y la noche, durante los últimos tres días de celebración. También existe la opción de pernoctar en casas de familiares y amigos.
La invasión pacífica y amigable de muebles, pisos y cualquier espacio de la casa es habitual en esta temporada. No falta quien alquile dormitorios en su vivienda, ante la desbordante demanda de esos días. Se han conocido casos de quienes alquilan el piso para dormir, a quienes el efecto del alcohol y la desbordante celebración les entumecen los sentidos.
Es el tiempo de mayor demanda de los suculentos dulces de Lolín, de los bizcochos y variados panes de las familias Lavigne, Encarnación y Gonzalez, y los demás productores ocoeños. Se agotan por momentos las existencias, pero la producción no se detiene, para complacer el gusto y las exigencias de quienes visitan y pernoctan en El Maniel. Es la temporada perfecta para vendedores ambulantes, puestos fijos de comida y para la venta de artesanías y objetos con motivos sentimentales ligados a Ocoa.
LA CULTURA
En el marco de la celebración, resalta la práctica de llevar a cabo cada año una feria cultural, protagonizada por los artesanos locales. Cientos de piezas artesanales son exhibidas en la zona céntrica, logrando admiración y gran reputación entre ocoeños y visitantes. Cada año se agregan nuevos y diversos elementos, recibiendo gran calor el tema del ecoturismo. En ocasiones se han presentado grupos típicos y músicos folclóricos de tierra adentro; aunque el factor principal sigue siendo el desbordante derroche de talento de los artesanos locales, educados en el Centro Padre Arturo, quienes logran considerables ventas durante el desarrollo de la feria.
El RETO
San José de Ocoa tiene el gran reto de desarrollar la actividad turística en su máximo esplendor. Rebasar la temporada alta, limitada por la festividad patronal, y lograr el flujo humano necesario para poder jactarse de la consecución de beneficios económicos provenientes de una actividad turística ecoamigable, constante y reluciente, enarbolando la sostenibilidad como principal bandera.
San José de Ocoa necesita la intervención puntual del Ministerio de Turismo, mediante el establecimiento de una dependencia provincial que vele por su inclusión en el verdadero mapa del turismo dominicano y que la haga copartícipe de los beneficios derivados de esta actividad, cuya incidencia en la economía nacional la convierte en una de las principales fuentes de riquezas y desarrollo de nuestra nación.
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