Aunque el turismo en nuestro país se fundamenta en playas y hoteles que cada año reciben a millones de personas, el ecoturismo, una modalidad de turismo responsable centrada en la visita a áreas naturales para disfrutar y apreciar la biodiversidad y los paisajes, va ganando terreno. Un buen ejemplo de esto es San José de Ocoa. Ocoa es un pintoresco municipio ubicado en la región sur-central, que rápidamente se ha convertido en un destino emergente para el turismo de montaña, transformando la economía local y la forma en que la comunidad interactúa con su entorno natural.
Situado en la cordillera central y con una belleza incomparable, el municipio ofrece paisajes montañosos impresionantes, ríos cristalinos y una biodiversidad rica. Además, alberga parte del Parque Nacional José del Carmen Ramírez, lo que lo convierte en un paraíso para los amantes de la naturaleza.
Los ocoeños, innovadores y amantes de su terruño, con exquisita creatividad, han ideado una novedosa fórmula para atraer a turistas y personas interesadas en el medio ambiente hacia la montaña: los festivales.
El pasado 6 de octubre se celebró el Festival Internacional del Sombrero y Premios La Maraca Ocoeña 2024. El evento fue organizado en Tatón, un espacio paradisíaco a mil doscientos metros sobre el nivel del mar y veinte kilómetros del municipio.
Allí se reunieron locales y visitantes en una celebración de la música, la danza y las tradiciones populares de la provincia. También participaron grupos típicos, artesanos, artistas plásticos y exponentes del arte culinario autóctono, difundiendo y promoviendo las costumbres y tradiciones de la provincia, tal y como lo explicó Betty Pimentel, gestora cultural, quien estuvo a la cabeza junto a Argentina Chalas en la organización de la actividad.
Tres orquestas en tarima amenizaron el ambiente con música dominicana, desde merengue y bachata hasta carabiné. Hubo desfiles de moda, cantantes noveles, poesía, cuentos y, sobre todo, mucha alegría.
Estuvieron presentes expositores de artesanía, productos agrícolas y dulces de producción local, como higos, maní, cajuil, naranja y lechosa cristalizada o seca, sin que faltara la boruga ocoeña, que se consume de manera diferente a la del Cibao, aunque su proceso es prácticamente igual.
Llamaron mi atención los vestidos y sombreros de la época colonial que lucían señoras, quienes se paseaban con elegancia y gracia en el lugar del evento.
Sin duda, es importante la conexión con el arte y la tradición, lo que permite a los visitantes apreciar la diversidad cultural de Ocoa y la destreza de sus habitantes.
Cada vez que asisto a este festival, me sorprende la masiva asistencia de personas provenientes de otras provincias y también de Santo Domingo. Son miles. Llegan en autobuses y en sus propios vehículos. Es una demostración palpable de que el ecoturismo está calando en el espíritu del dominicano, especialmente donde encuentran un conjunto de actividades que les permiten disfrutar de una experiencia memorable mientras gozan y cultivan nuestra cultura.
En el municipio funciona un Clúster Ecoturístico presidido por el joven munícipe Jorge Chame Isa. Se están ocupando de poner en práctica diversos proyectos enfocados en la sostenibilidad, buscando preservar el medio ambiente y promover el uso responsable de los recursos.
Avanzan en la creación de senderos ecológicos, diseñados para ser accesibles y educativos. También llevan a cabo proyectos de reforestación para restaurar áreas degradadas y proteger la biodiversidad local. Además, se han desarrollado proyectos de ecoturismo comunitario que involucran a los locales en la gestión.
Los ocoeños, además, promueven el turismo rural, una iniciativa que permite a los visitantes experimentar la vida en el campo.
A pesar del notable progreso y su visible potencial, el ecoturismo en San José de Ocoa enfrenta desafíos como la infraestructura limitada y la necesidad de más promoción. Con un apoyo más significativo y adecuado, podría convertirse en un modelo de turismo sostenible en el país.
Los festivales de las maracas, las hortensias y los cerezos son tres joyas del ecoturismo ocoeño en torno a la impresionante montaña de Tatón, antiguamente llamada La Laguna.
Fuente: Diario Libre
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