¿Qué ocurrió allí exactamente? Pues que una “barsa” de locos por amor, con mucho corazón y dos centavos montaron una feria literaria internacional de ensueño que vino a demostrarnos la razón por la que Borges imaginaba el paraíso en una biblioteca. Comencemos por decir que hubo una “Noche poética en el colmadón”, con Neruda y Machado entre cervezas y muchachas que conocían a Borges y citaban a Benedetti, ¿Lo imaginan? Y hubo talleres sobre “la lectura como arma para ser libres”, sobre los “beneficios de adquirir el hábito de lectura”, y todo en Ocoa, en La Ciénaga, El Pinar, El Naranjal. ¡Cómo lo oyen!
Por haber, hubo hasta “Poesía en la Guagua”, en donde, con apoyo popular, los poetas sureños “tomaron” por asalto como guerrilleros de la bendita palabra, el transporte público del pueblo para ofrecer breves recitales de poesía. En fin, que “yo, como Dios, el día en que me imagines existiré”.
¿Por qué ocurren en Ocoa estas muestras de amor por las letras, con gran participación popular? Los ministerios de Cultura y de Educación deberían tratar de averiguarlo. Claro que estuvo la mano amiga del Banco Popular, del Banco de Reservas, Café Santo Domingo, Marmotech, pero sobre todo estuvo el pueblo de Ocoa, los cronopios sureños, ya digo, y hasta estuvo una muchacha dueña de unos ojos “verdetristemar” que me obligaron a preguntarle con Huidobro:
“¿Irías a ser muda, que Dios te dio esos ojos?” ¿Cómo se puede hacer tanto con tan poco y para tantos? Queda aquí la invitación al presidente Abinader para que, después de transitar por la avenida de circunvalación de Baní en construcción, convoque a Ocoa al gabinete cultural y educativo de su gobierno para que todos compartan con un pueblo excepcional, laborioso y responsable, que lee poesía en las guaguas y participa en noches poéticas en sus colmadones, justo en los tiempos del reinado mundial de Tokischa y Bad Bunny. Por cierto, “yo quisiera quedarme a vivir en tus ojos, dormirme en tu mirada, respirar con tu voz…”.
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