Por Nóbel Mejía
El mundo está en pánico, shock o estado de alarma extrema debido a la aparición de un nuevo microorganismo de la familia de los coronavirus descubierta en 1960. La mezcla de temor y terror no es tanto por los casos de contagio y muerte (COVID-19) hasta la fecha, es mas bien la posibilidad de que nadie pueda parar esto y se repita tragedias virales y bacterianas del pasado que han arrasado a millones de seres humanos.
Sin ánimos de agregar mas tensión, ser pesimista o apocalíptico, centro mi atención en las consecuencias socioeconómicas (la segunda peste). Es lógico pensar en La Gran Depresión de 1929 y/o en la crisis inmobiliaria de 2008. El mundo está paralizado, en cuarentena obligatoria o voluntaria, y eso implica menos productividad y, tarde o temprano, desempleo por baja de personal o quiebra. El precio del barril de petróleo se ha desplomado y las bolsas de valores están sucumbiendo. Se está inyectado artificialmente la economía norteamericana y las pequeñas se verán tentadas a implementar medidas correctivas de corto plazo. Ese último alivio culminará en devaluación e inflación.
Apostemos que las investigaciones avanzadas en Israel, Alemania, Estados Unidos y China puedan dar origen a una vacuna preventiva con alto nivel de eficacia. USA ya comenzó el ensayo humano. Mucho mejor si surgen alternativas de diversos países, un poco para evitar el monopolio. La rapidez con la que se produzca algo será determinante en la proporción y duración de la crisis económica mundial, incluyendo evitar o minimizar la desaceleración de las dos principales economias mundiales: Estados Unidos y China.
En tanto que llega el milagro, corresponde a cado uno tomar las medidas preventivas señaladas por las autoridades sanitarias y gubernamentales. Mucho cuidado con el «alarmismo» de las redes sociales y la calle donde cualquier pelafustán juega a ser científico, microbiólogo o infectólogo, conocedor de soluciones mágicas y poseedor de estadísticas.
El momento no es de mediatismo, politiquería e ideas de buen corazón pero carentes de sentido y base legal. El conocimiento es poder cuando se obtiene de fuentes correctas o fidedignas.
El mundo ha superado grandes crisis sanitarias y económicas, es un ciclo, algo que repite una y otra vez. La naturaleza de los mercados es subir y bajar, nunca una dirección. Tendremos mas infecciones y muertes, eso no se puede evitar al 100%, ni siquiera sitiando ciudades y/o cerrando fronteras. La vacuna debe llegar a todos, incluyendo la clase media y pobre de los denominados países del tercer mundo.
Desde la Peste Negra que arrasó con 50 a 200 millones de inquilinos de la tierra hasta el SARS que cobró 774 vidas, seguimos en pie de guerra y le hemos buscado la vuelta a todo lo humanamente posible. Fuimos capaces de trazar raya al Sarampión, Viruela, Cólera, Poliomielitis, Rubéola, Varicela, entre otras tantas patologías. En una buena parte de aquello sin soluciones definitivas, al menos hemos bajado cifras.
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