Existe el llamado «efecto Mozart», el cual aumenta significativamente la inteligencia de los niños. Según quienes sustentan la teoría de su existencia, este se desarrolla como resultado de colocar música clásica, de Mozart, para acompañar el sueño de los bebés. Eso dicho de manera resumida, pues su explicación es más profunda y ligada al cerebro humano.
El problema es que al plantearlo así, la mayoría de nuestros connacionales podría equivocarse y en vez de colocar la música clásica de Wolfgang Amadeus Mozart, estaría colocando música de Erickson Fernández, mejor conocido como Mozart La Para.
No tengo nada contra la música de Fernández. Si yo fuera más joven tal vez sería medio «mozarista”, pues me gusta el “flow” de su música. Pero lo que quiero hacer notar es un problema que pica y se extiende: los grandes baches generacionales en términos de cultura general.
Por la razón que sea, el sistema ha sido excesivamente celoso en la divulgación de algunos temas doctrinarios, pero ha descuidado aspectos de suma importancia, como el desarrollo y divulgación de la cultura general.
Esto obedece muchas veces, a la intención de élites interesadas en mantener al grueso de la población a oscuras, bebiendo clerén haitiano ligado con La Fuerza o absorbiendo veneno de ratas con carbonato.
Se limita el concepto de cultura a la cultura popular, dejando de lado el conocimiento que permite a las personas, ser realmente ciudadanas del mundo.
Se considera prioritario conocer los diablos cojuelos, el roba la gallina y el gagá dominico-haitiano, pero se deja de lado el conocimiento de las artes que predominan en el mundo desarrollado. Es importante la cultura popular, muy importante. Pero las puertas del mundo se abren cuando hay cultura general.
¡El buen y talentoso Babyrotty no debe ser más conocido que el maestro Pavarotti!
Cuando así es, hay un grave problema de formación cultural.
Las ramificaciones espirituales de la buena música y de las grandes obras de arte, siguen estando reservadas para élites económicas y culturales. Eso hace que el modelo se repita y que unos segmentos se críen en el oscurantismo, mientras que pocos privilegiados pueden disfrutar de los banquetes que brinda el conocimiento de las culturas del mundo.
Los pobres deben tener acceso estimulado a estos privilegios. La cultura de élites debe convertirse, en términos de accesibilidad, en cultura popular.
El tema es extenso y complicado, pues no hay una solución sencilla. Se trata de un problema sistémico, heredado quizás de tiempos muy remotos. Pero ahora que se están removiendo y limpiando tapetes, consideré prudente lanzar la inquietud.
Tal vez algo surja y podría ser en este Maniel.
Proverbios 15:14
El corazón inteligente busca conocimiento, mas la boca de los necios se alimenta de necedades.
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