Felipe Ciprián
El reciente lanzamiento de misiles por parte de Estados Unidos a una base militar en Siria deja al descubierto a Donald Trump.
El Trump candidato prometía lograr entendimientos con Rusia y otras naciones para hacer frente al terrorismo, y ahora el Trump presidente se convierte en el artillero de los terroristas takfiris que han armado Arabia Saudí, Turquía, Emiratos Árabes, Francia y Gran Bretaña para desestabilizar gobiernos enemigos.
Trump se une ahora a naciones como Israel, que también ha bombardeado instalaciones militares sirias y sirve de retaguardia para evacuar y curar en sus hospitales a los terroristas que caen heridos en el Sur de Siria, y a Jordania que ha facilitado su territorio para el entrenamiento, tránsito e instalación del mando terrorista.
El candidato Trump hablaba incluso de buscar un entendimiento con Corea del Norte, pero ahora eleva el tono guerrerista y lo que va logrando es escalar las tensiones con un país sin estándares predecibles y armado con bombas nucleares y misiles de largo alcance.
Cuando Trump debía explicar al mundo por qué sus aviones mataron a casi 400 civiles en Mosul, Irak, lo que hace es lanzar un ataque pérfido contra una nación que es víctima del terrorismo que prometió combatir.
El argumento de Trump es que Siria usó armas químicas contra civiles. ¿Qué necesidad tiene Siria de usar armas químicas contra terroristas que están a punto de caer derrotados?
Si a Trump le preocupan tanto las vidas de civiles, por qué no ataca a Arabia Saudí que lleva más de una año bombardeando hospitales, mercados, bodas y escuelas en Yemen, precisamente con el apoyo y las bombas de Estados Unidos.
Trump ha comenzado a apoyar al terrorismo con sus misiles y si lo sigue haciendo va a probar el amargo resultado de ese tipo de política. La OTAN bombardeó a Libia y apoyó a los «rebeldes» y ahora Trump prohíbe que los libios entren a Estados Unidos.
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