La mentalidad emprendedora es pariente cercana de la acción. Ese accionar, es muchas veces imprudente, irreflexivo y fuera del pensamiento vernáculo. Ha sido tantas veces asociado a la juventud y ha definido muchos episodios que marcan cambios en la historia. El resultado de una mentalidad y un accionar guiados por el emprendimiento, es muchas veces la diferencia entre quienes planifican mucho, hablando constantemente de sus ideas, y quienes hablan menos pero obtienen grandes resultados.
Son muchos los ejemplos de personas emprendedoras, en diversos campos.
Pero la mentalidad emprendedora no es suficiente. El proceso requiere cierto grado de planificación y un alto grado de preparación. Es decir, hay un precio que pagar para lograr convertirse en una persona emprendedora exitosa.
Preocupa la fiebre de ser emprendedor para hacer dinero rápido y sin esfuerzo. Preocupan quienes aspiran al maná, pero no se disponen a trabajar para lograr satisfacer su ambición. Llama a reflexión la confusión entre emprendimiento y falta de compromiso. Nada tienen que ver.
Los emprendedores que han hecho fortuna en el campo virtual, lo han hecho atendiendo a una dedicación fuera de lo común, basados en el método de ensayos y fracasos, hasta lograr el éxito. Igual los que han seguido modelos de negocio más convencionales. La preparación constante, ya sea formal o informal, ha sido un elemento sine qua non en estos individuos.
De mi generación recuerdo algunos con mentalidad inclinada al rápido progreso. Unos reverenciaban una vida de enriquecimiento reñido con la justicia y la mayoría de estos han pagado el consecuente precio. Otros se quedaron soñando, con porte de “jevito” y un vaso pegado a la mano. Hoy, 30 años y pico después, es como si el tiempo les hubiese demolido en cuerpo y alma. Y solo quedan los recuerdos y los cuentos desabridos. Solo los que lucharon sin claudicar pueden hoy exhibirse triunfantes.
Solo reflexiono y comparto esta reflexión por escrito. Quienes tenemos más juventud acumulada (como decía el padre Quinn) debemos hacer lo posible para influenciar a los más jóvenes, a comprender que sin preparación y esfuerzo, sus posibilidades de ser exitosos emprendedores son muy pocas. Aun en la informalidad, hace falta preparación.
Y la juventud pasa rápido.
Pero, sobre todo no olvides: Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito. Proverbios 16:3.
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