En la vorágine de una sociedad de consumo y en medio de un ambiente en el que al parecer lo material ha sustituido todo lo demás, se corre un alto riesgo de pensar equivocadamente que con una muestra metálica hacia las madres en un día determinado, muchas veces convertido pura y simplemente en comercial, se puede sustituir el cariño, el respeto, la obediencia y todos esos nobles sentimientos que le debemos al ser más maravilloso sobre la tierra, capaz del milagro de la procreación.
Pensar bajo esta lógica meramente material es una concepción no sólo errada sino a todas luces pobre, fútil, insustancial, habida cuenta de que de nada nos sirve pretender alegrar con un regalo a nuestras madres un día en particular si durante los demás días del año nos olvidamos de su grandeza y de lo que ella significa, representa y simboliza y de la alta valoración que le debemos por ser la responsable principal de nuestra existencia y la que indudablemente más se interesa y se desvive por el bienestar de sus hijos, olvidándose de sí en procura de la felicidad de los suyos.
Es muy importante estar consciente de que esas manifestaciones materiales valen de muy poco si no van acompañadas a su vez del respeto y el cariño que debemos mostrarle a diario, pues sabemos que en infinitas ocasiones -lejos de ese regalo material- lo que esperan nuestras madres es un mejor trato, más respeto, mayores muestras de amor que le permitan saber que sus hijos están pendientes y que les importa su vida; ser escuchadas, recibir tiempo de calidad para compartir con ellas, apoyo y tolerancia y, en fin, que sientan que las valoramos como a nada en el mundo por todo lo que significan.
Igualmente resulta muy importante que en nuestras actuaciones podamos honrarlas, poniendo en evidencia las enseñanzas recibidas en el seno del hogar, que jamás se avergüencen de nuestras actuaciones y que se sientan orgullosas de su descendencia en todo momento; eso sí que son formas correctas de celebrar el día de las madres, pues no sería una celebración material de un día, sino una muestra permanente de cariño.
No esperemos a que sea demasiado tarde para que esas muestras de amor se hagan presentes para con nuestras madres. Es un noble propósito luchar a diario por hacerlas felices y demostrarles todo el agradecimiento que sentimos por ellas y lo afortunados que nos sentimos de tenerlas como nuestras madres; pensamos que en la medida en que actuemos de tal manera estaremos celebrando el día de las madres a cada instante.
Entendemos que no hay ni habrá jamás mejor manera de celebrar su día que haciéndolas sentir como lo que son, seres maravillosos a los que siempre le estaremos agradecidos por sus atenciones, sus cuidados, sus sacrificios, su entrega permanente, sus desvelos y todo lo que encierra el concepto madre, que siempre resultará pequeño en relación a su grandeza.
No olvidemos que el mejor regalo que podemos darle a nuestras madres es el cariño y el respeto y todo bello y noble sentimiento que podamos mostrarle en el día a día; llenarlas de amor de manera constante, valorarlas en su justa dimensión, pues por más humilde que sea y por más encumbrado que puedas estar, antes has debido existir y sin tu madre eso no hubiera sido posible, por tanto siempre seremos muy pequeños ante la grandeza de este ser especial que es y será por siempre la más sublime manifestación de ternura y amor.
El autor es juez titular de la Segunda Sala del Tribunal de Ejecución de la Pena del Departamento Judicial de San Cristóbal, con sede en el Distrito Judicial de Peravia.
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