Felipe Ciprián
Desde hace dos años vengo exponiendo en mis análisis semanales que el punto de partida para definir una táctica apropiada para la contienda electoral del año 2020 es tratar de anticiparse al desenlace probable de la confrontación de los grupos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que acaudillan Leonel Fernández y Danilo Medina.
Mi pronóstico inicial y sostenido es que la aspiración de Leonel de volver a ser Presidente de la República después de haber gobernado 12 años y con oportunidad de optar por ocho, chocan frontalmente con el “derecho político” de Danilo de igualarlo al agotar tres períodos de gobierno.
Confieso mis deseos: ninguno de los dos debió agotar más de cuatro años en el gobierno, sin embargo Leonel pasó 12 y aspira a ocho más -por ahora- y Danilo está completando ocho y va derechito a buscar cuatro más, también por ahora.
Y los demás dirigentes del PLD… ¿solo tienen derecho a apoyar a Leonel y a Danilo? ¿Acaso son alemanes o filipinos?
El danilismo, que conoce perfectamente los ultrajes de Leonel y el leonelismo cuando se creían insustituibles, no parece dispuesto a permitirle su retorno al poder y cuenta con medios de sobra para impedirlo. La reforma de la Constitución y la candidatura de Danilo parecen la solución menos traumática.
Mientras Leonel compromete su palabra con aquello de que “no hay marcha atrás” en su voluntad de tratar de volver a ser el Presidente en 2020, la elocuencia de los hechos frente al Congreso vienen demostrando que el danilismo está preparado para impedirlo, aunque tenga que volver a modificar la Constitución y reprimir a sus propios compañeros. ¿Alguien lo dudaba?
Si Leonel se considera con derecho constitucional a aspirar a gobernar otros ocho años porque hizo modificar la Constitución que lo jubilaba en 2012 mientras le niega a Danilo el derecho a igualarlo con tres períodos, va a encontrar una resistencia tenaz en el danilismo, al punto de que ni siquiera la unidad del PLD se interpondrá en el escalamiento de la confrontación.
La verdadera lucha
Aunque la narrativa de Leonel es que está en lucha en defensa de la Constitución, su verdadero afán es volver a presidir el gobierno y más que el gobierno, controlar el Presupuesto General del Estado, que es una especie de “yugo democrático” con el que se domina la voluntad de políticos, empresarios y prelados.
La Constitución y las leyes en este país son trajes a la medida de políticos que las esgrimen a conveniencia: se las aplican a adversarios y débiles, mientras ellos mismos se la pasan por la espalda cuando les conviene para amasar fortuna y proteger privilegios personales y grupales.
¿Por qué el presidente Leonel Fernández nunca aplicó la ley que establece entregar el 4% del PIB a la educación? ¿Por qué nunca aplicó la Ley de Migración para detener la entrada masiva de ilegales al territorio nacional? ¿Por qué el narcotráfico y el lavado de activos se incrementaron de forma exponencial durante sus gobiernos?
Porque las leyes son una especie de “propuesta de actuación” para que las respeten los ciudadanos decentes, las violen los funcionarios y reine el caos y la incertidumbre entre gente bombardeada por un consumismo narcotizado que impide pensar y mucho menos soñar con una patria decorosa donde vivan ciudadanos con deberes y derechos.
Las consecuencias
Frente a la determinación del danilismo de cerrar el regreso de Leonel al poder, el leonelismo ha respondido con unas escaramuzas de protestas donde salen a relucir sus inexperiencias en este tipo de luchas populares.
¿Acaso estuvo el PLD en las luchas populares de abril de 1984 contra el paquetazo del gobierno de Salvador Jorge Blanco y el FMI? ¡Claro que no!
A falta de experiencia en lucha callejera del leonelismo, ahora aparece una ringlera de voluntarios que vienen a darle oxígeno en su empeño por volver al gobierno para hacer más de lo mismo -naturalmente, con el sambenito de que defiende la Constitución que lo favorece a él- y están en primera línea los mismos “líderes populares” que a finales de 2012 y a lo largo de 2013 lo satanizaron como el responsable de usar los recursos del Estado para mantener al PLD en el poder.
No culpo a los dirigentes que ahora hacen causa común con su verdugo de hace poco tiempo porque ellos explican la debacle de línea que sufre el movimiento popular y la oposición política, que se deja utilizar como “caballito valiente al que le ponen la carga y no la siente”.
¿Qué puede hacer Leonel?
Sépalo o no Leonel y sus brillantes cuadros políticos, el aspirante presidencial está ahora en un callejón que solo tiene dos salidas y ambas lo conducen a la derrota.
Si Leonel utiliza bien su inteligencia y acude a su carácter con serenidad, obviando las pasiones de algunos de sus asesores, puede acogerse a una derrota algo digna sin tener que pagar el precio del ridículo a que se expone.
La salida que más le conviene a Leonel es pactar su derrota al interior del PLD, sea porque busque -no dije acepte- un acuerdo con Danilo para que ambos declinen y faciliten una competencia democrática para seleccionar una candidatura con el voto popular y se mantenga la unidad y el liderazgo dual, o porque se rinda y apoye la reelección de Danilo como hizo en 2016.
La otra salida es que provoque una ruptura, se lleve sus parciales hacia el bloque de “Partidos Heredados” que encabezan los hijos del doctor Marino Vinicio Castillo, un hijo del general Elías Wessin y Wessin, y uno del doctor José Francisco Peña Gómez, y desde allí y con otras siglas, encarne una candidatura presidencial “constitucionalista” y “anti-reeleccionista”.
Dios me libre de hacerle sugerencia alguna a Leonel porque los Sicarios del Honor que están a su lado siempre le van a recomendar lo contrario, pero lo que ellos no pueden impedir es que yo le diga a leonelistas decentes, respetuosos y amigos míos a toda prueba, cuál es el que considero el camino más peligroso.
Si Leonel se aventura a dejar el PLD e ir como candidato de un bloque de partidos “anti-reeleccionistas”, tiene que buscar la forma de ganar en primera vuelta (lo cual desborda sus posibilidades), porque si queda fuera del gobierno, se entierra en toda forma: no sería Presidente y tampoco dirigente del PLD.
En el peor de los escenarios, Danilo como candidato del PLD puede perder las elecciones frente a un candidato opositor auténtico, pero quedaría como líder de su partido, con un bloque legislativo predominante y una influencia en la justicia nada despreciable.
También tengo un consejo para quienes le dan cuerda a Leonel para que haga una confrontación “sin marcha atrás” contra Danilo: Lo más probable es que Leonel se rinda otra vez y los deje a ustedes cogiendo gambusinas, porque él no está obligado a lo imposible.
Un consejo para Luis Abinader: Cualquier muchacho de barrio que ve a dos enemigos suyos peleando entre sí, nunca toma partido por uno en favor de otro, porque en definitiva va a pelear contra los dos.
El presidente Vladimir Putin se encargó de recordar en estos días el proverbio chino que dice, más o menos: “Cuando los tigres pelean en el valle, el mono sabio espera para ver cómo termina”.
Si Abinader se sigue involucrando en la disputa reeleccionista de Leonel (por 20 años de gobierno) y Danilo (por 12), terminará defraudando a los perremeístas que tienen 15 años fuera del poder, porque su trabajo no es influir para que uno de los dos sea el candidato, sino aprovechar sus debilidades para derrotarlos a los dos.
¡Cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas!
Fuente: Listin Diario.com
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