Por: Asdrovel Tejeda
Vivo en el último piso de un edificio de once, el más alto de la ciudad, en el mismo centro de la ciudad de Lawrence.
Al pie de mi balcón se encuentra la calle más emblemática, Essex St.,como edificios de carácter históricos, también el parque principal de la ciudad, de muchos qué hay en el perímetro citadino, este parque, denominado en honor de tres hermanos muertos al final de la Segunda Guerra Mundial en Alemania; PFC Alberto J.Campanogne el 4 de Diciembre del 1944, PVT Carmen S. Campanogne 8 de Marzo del 1945 y PFC Bernard Campanogne el 17 de abril del 1945; parque Campagnone en reconocimiento de estos soldados que inmolaron su vida luchando en las batallas de la toma de Alemania.
Hago notar que los caribeños desconocedores de la historia y con gran irrespeto, denominan el lugar como el parque de las ardillas. Pues bien, en este parque se celebran casi todos los festivales, acontecimientos notables y casi todos los fines de semana, hay grupos religiosos que van a captar miembros, con bocinas de decibelios sueltos con el agravante que el sonido sube y se amplifica. Cuando les da por cantar, el infierno es un juego de niños frente a tamaño despropósito.
Hoy, había unos adoradores entonando sus canciones que estoy seguro de que Dios anda buscando su remplazo, me imagino que si no lo encuentra, renuncia.
Pero usted se imagina, magino, como dicen qué hay coros celestiales permanentes, caramba!! Que Dios más aburrido, pero donde retuerce la puerca el rabo,- imaginemos estos dichosos cantantes que estén en el cielo cuando usted por mala suerte llegue y lo reciban con un concierto en la puerta!!!! De seguro que pone reversa y regresa al mundanal ruido y si no puede, pone primera, acelera todo lo que puede y va a caer, con cara de felicidad al mismo infierno, donde andarán desesperados San Pedro, los querubines y los mil ángeles de la guardia personal del Dios que siguen.
Estoy por creer, piensen ustedes en la lógica del comercio, que estos adoradores le está haciendo un gran trabajo, diría que EXCELENTE trabajo, pero no al Dios al que dicen adorar, sino a su contraparte que debe estar retorciéndose las manos de regocijo pensando con una ancha sonrisa _ Dios los crea y yo los juntos.
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