Los Casado Villar son una digna muestra de honestidad, coraje, coherencia, solidaridad, compromiso y rebeldía. Integrada por mujeres y hombres cuyo accionar en la vida, es digno de imitar. Conocedores de las limitaciones propias de las zonas rurales, impuesto por la dictadura de Trujillo y aguijoneados por la espina revolucionaria. La familia no era ajena a los acontecimientos políticos ni al momento histórico que vivía el país, tras el ajusticiamiento del tirano en 1961.
Los Casado Villar eran amantes de la libertad y de la justicia como afirma Braulio Torres, amigo de la familia, en su obra “Cautivo de mi Verdad”. Durante la Guerra de Abril de 1965 el padre se traslada acompañado de Manuel Emilio y Manfredo a “Las Trincheras del Honor” a defender la soberanía y reclamar la vuelta a la constitucionalidad. Se integran a las unidades de combate y reciben el bautizo como combatientes. El resto de familia había quedado en de San José de Ocoa.
La familia, integrada por 7 mujeres y 6 hombres, conoce la represión trujillista, del triunvirato y los tenebrosos “Doce Años de Balaguer”. Períodos caracterizados por la represión despiadada, la intolerancia política, la falta de libertad y el terror político. También fueron tiempos de luchas, de heroísmo y sacrificios para el pueblo dominicano, especialmente para las fuerzas progresistas y revolucionarias. Eran tiempos de lucha por la tierra, la libertad y la justicia social. La oligarquía y los terratenientes expoliaban a la población con sus políticas excluyentes y esclavistas. En las zonas rurales la vida era llevadera pero difícil. Se era jornalero, peón, mayordomo, terrateniente o comerciante.
En ese ambiente forjan los valores y principios que adornan a Manuel Emilio. Lidia, Gloria, Altagracia, Manfredo, Julio César, Dinorah, Magnolia, Olga, Roberto, Argentina, Milcíades y Marino Casado Villar. Se sabe que para entonces las familias campesinas eran numerosas y todos se integraban a la búsqueda del sustento diario realizando diversas actividades vinculadas al quehacer campesino. Así es y ha sido la vida en las comunidades rurales dominicanas.
Escasa infraestructura que le permita a las familias de disfrutar de un mínimo de comunidad en sus tierras. Eso había que conquistarlo, incluida la tierra para trabajarla y obtener el sustento diario. Trabajar a medias o la cuarta era una ley que habían impuesto los dueños de tierra. Esto junto a los bajos salarios por el jornal y los horarios de 6 a 6 acentuaba la explotación del hombre por el hombre. Ese era un contexto donde el caldo de la rebeldía revolucionaria se calentaba continuamente. Don Porfirio y su familia padecía en carne propia esa cruda realidad y no estaban dispuestos a permanecer en ese estado de miseria e indignidad.
Reiteramos que Los Casado Villar crecieron en plena Era de Trujillo, época en que el miedo y la ignorancia alimentaban los mitos creado por el sátrapa. Estas condiciones no le impidieron a esta familia integrarse a la resistencia y una vez descabezado el régimen. Desde las filas perredeístas aportaron su cuota de sacrificio para llevar a Juan Bosch al poder en las elecciones de 1962. Bosch representaba las esperanzas que el pueblo esperaba para salir de la pobreza y la ignorancia. Malogrado el proyecto político tras el Golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963 la alternativa era radicalizar la lucha en todos los planos.
Participación en la Guerra de Abril de 1965.
Los acontecimientos que siguieron el Golpe de Estado, incluido el levantamiento guerrillero que encabezó Manolo Tabares Justo marcaban el rumbo de la acción revolucionaria para enfrentar al Triunvirato. Luchando y defendiendo el derecho de los campesinos a trabajar la tierra en las zonas rurales de San José de Ocoa, llega hasta Los Casado Villar la Noticia del levantamiento popular del 24 de Abril de 1965. Había iniciado la Guerra de Abril y el deber llamaba a la acción de los buenos hijos de Quisqueya. Defender la soberanía y reclamar el retorno a la constitucionalidad.
El pueblo dominicano perdió el miedo y se colocaba a la vanguardia e iniciaba la lucha popular. Se habían roto las cadenas que aprisionaban las fuerzas liberadoras. Sueltas las amarras la barca de la historia había iniciado su marcha de dignidad y decoro. Esa máquina ya no se detenía ante nada; ni siquiera frente a los aviones, barcos, tanques, granadas, metrallas y bazucas del imperialismo yanqui.
Los Casado Villar acudieron a la cita con la historia. Probaron el recio material del que estaban hecho: coraje, honestidad, compromiso y rebeldía. Participaron desde el Comando Brasil y desempeñaron un digno papel para orgullo de la tierra que los vio crecer. El hecho de haber tomado la decisión de integrarse la Guerra de Abril denota claramente la convicción libertaria y el compromiso de esta familia para con la libertad y la justicia.
Ellos no ignoraban los riesgos que corrían quienes se adentraban en los combates, sin embargo no vacilaron, colocándose así a la altura de las exigencias de aquel momento. Se colocaron del lado correcto de la causa que defendían y no cejaron ante la embestida del enemigo. Tampoco transgredieron sus principios y dieron muestras de honestidad en las responsabilidades asignadas por el mando constitucionalista. Eso es mérito suficiente para reconocer en esos rudos campesinos su condición de revolucionarios soñadores con un futuro digno para sus pueblos y familias.
Unos años después de haber concluido la contienda bélica de Abril Porfirio Casado, el padre de Manfredo y Manuel vuelve a la Comunidad de Los Martínez en las montañas de Ocoa, donde habían desarrollado una ardua lucha por la recuperación de unos terrenos que alegadamente le pertenecían a la Familia Solano. Ahí se instaló, una especie de laboratorio social para la resistencia y la lucha armada. Muchos revolucionarios pasaron por allá, entre los que se destacan Rafael –Fafa- Tavera y Maximiliano Gómez entre otros.
Hay que recordar que en San José de Ocoa se instaló el Primer Comité del Partido Revolucionario Dominicano, tras el retorno de sus dirigentes al país en 1961 y que varias acciones guerrilleras anidaron en sus montañas. Esta es una muestra de la madurez política de los ocoeños y de su compromiso con la naciente democracia. Varios miembros de la familia Casado Villar se enrolaron en esta organización política, mucho antes de iniciar las luchas clandestinas en las montañas.
Tierra de Libertad.
San José de Ocoa es conocida como tierra de libertad, de gente laboriosa, luchadora y rebelde. Los acontecimientos desarrollados en su suelo así lo atestiguan. La vida de los ocoeños transcurre en las tranquilas y productivas tierras donde organizan su vida y su participación en la vida productiva del país.
La comunidad de Los Martínez se constituyó en el periodo de 1967 a 1972, en una verdadera base revolucionaria constituida por campesinos de la zona que bajo el liderazgo de Manfredo, sostuvieron una intensa lucha que le costó cárcel, torturas, persecución y muerte a muchos de ellos. Eran tiempos en que los “sectores incontrolables” hacían estragos en el movimiento social y político progresista. Varios dirigentes cayeron en ese tiempo asesinados por los esbirros balagueristas.
San José de Ocoa tiene el honor de haber acogido en sus montañas a grandes luchadores por la libertad y la justicia social. La lista la encabeza el bizarro coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, herido y fusilado junto a otros compañeros el 16 de febrero de 1973. Otro titán caído en nuestro suelo es el Dr. Hipólito Rodríguez en noviembre de 1963. Polo era parte de la insurrección que trepó a las “Escarpadas Montañas de Quisqueya”, encabezada por el Dr. Manuel Aurelio Tabares Justo, líder máximo del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4).
Para contar solo entre los grandes, agregamos a la lista el ametrallamiento que le cegó la vida a Orlando Mazara en 1967 en Arabia, próximo a la Horma. Mazara desarrollaba un trabajo político con los campesinos de esa zona. Muchos hijos de Ocoa también fueron víctimas de persecución, tortura y muerte, incluido Manfredo y Milcíades Casado Villar. Esos son los hechos que constituyen la historia reciente de nuestra tierra.
La intensidad del fervor revolucionario en nuestro suelo alcanzó su punto más alto en aquella lucha por instaurar allí un foco guerrillero, bajo el mando de los Casado Villar, quienes habían dado muestra en las montañas de un férreo temple revolucionario. Se hicieron intentos pero las circunstancias propias de la Guerra Fría y las luchas internas en los grupos revolucionarios impidieron que se consolidaran las alianzas y se concretaran las acciones planeadas.
Es en esas pródigas montañas donde el ejemplo de rebeldía, honestidad, coraje, decoro y compromiso de la familia Casado Villar y quienes les acompañaron en su justa lucha por la tierra encontró cobijo. Poco a poco se irá construyendo la historia para que las generaciones presentes y futuras entiendan y valoren mejor el gesto de sus compueblanos y reivindiquen con orgullo su digno ejemplo.
La comunidad de los Martínez es un testimonio vivo de lo que puede lograr un pueblo cuando decide defender sus derechos. Esto a pesar de las labores de contrainsurgencia desarrolladas allí. Tras la llegada del PRD al poder en 1978 y luego de haber bajado la tensión contra Los Casado Villar se han desarrollado acciones en la zona aparentemente ingenua pero claramente orientada a evitar que se contagie el ejemplo.
Siendo campesinos y humildes como eran, colocaron las banderas de la dignidad y el decoro en lo más alto de las montañas que les vieron crecer. Allá están, invisibles para quienes no toleran la bravura y rebeldía de aquella gran familia pero a la vista de quienes aspiran a vivir en mundo donde la justicia social sea la norma y no la excepción.
La familia Casado Villar ha dejado plasmada en las páginas de la historia su compromiso con la justicia social y férrea vocación libertaria. La dejó estampada con la sangre de 2 de sus vástagos, luego de haber dejado su juventud y la tranquilidad de los acogedores campos ocoeños para salir tras el sueño revolucionario.
Primero fue la lucha por la tierra, aquí participa toda la familia y obtienen logros significativos. Conquistas que aún hoy se evidencian en la comunidad de los Martínez, en San José de Ocoa, a inicio de los años 60s, tras el ajusticiamiento del tirano Trujillo. Luego viene la lucha política y ahí se les ve del lado de las fuerzas populares que gestionaba el Partido Revolucionario Dominicano, PRD, que lideraba para entonces el profesor Juan Bosch.
El proceso electoral que organiza en 1962 trae al poder al PRD que impulsa un proceso social donde la reforma agraria era una cuestión estratégica para impulsar el desarrollo del país y la reivindicación de los derechos fundamentales. Los Casado Villar, identificados con esos postulados y conscientes del apego de los terratenientes a los predios que dicen poseer se preparan para la batalla en los campos.
Instalado el gobierno de Bosch, las fuerzas reaccionarias se organizan para conspirar y logran derrocar el gobierno popular y democrático. En sólo 7 meses el pueblo conoció la diferencia entre la dictadura y la incipiente democracia. Tras el golpe se conformó un gobierno provisorio al que se denominó Triunvirato. Un gobierno de facto, represor, intolerante, corrupto y entreguista.
La respuesta popular y revolucionaria no se hizo esperar. En noviembre de 1963 el 14 de Junio organiza varios focos guerrilleros y sube a “Las Escarpadas Montañas de Quisqueya” para combatir los intereses de la oligarquía de imponer su lógica represiva. En San José de Ocoa, específicamente en la sección de la Horma se instaló el Dr. Hipólito Rodríguez comandando la acción guerrillera en esa zona.
Militarmente los catorcistas y los focos guerrilleros que ellos instalaron fueron derrotados pero su intrépida acción radicalizó las posiciones revolucionarias. Esa acción agudiza las contradicciones y polariza la lucha. Se van creando las condiciones para el levantamiento popular del 24 de abril de 1965 que dio paso a la Revolución de Abril y que luego se transformó en Guerra Patria, tras la invasión norteamericana. Allí dijeron presente Porfirio Casado González, Manfredo y Manuel Casado Villar.
Manfredo Casado Villar.
La montaña es su protectora, cómplice y le sirve de refugio. Manfredo pone en práctica la experiencia adquirida en la Guerra y su vastísimo conocimiento de las montañas ocoeñas, reforzada por las vivencias junto a sus hermanos en los campamentos clandestinos en Maniel Lorenzo, Los Martínez y otras zonas de la intrincada topografía ocoeña.
La clandestinidad organizada en las montañas despierta el interés de los grupos políticos de izquierdas que operaban en el país. Las montañas ocoeñas es una zona apetecida para el desarrollo actividades guerrilleras y revolucionarias. Su relieve montañoso, accidentado, con abundante agua y variada producción agrícola aviva esas apetencias.
Al año de concluir la Guerra de Abril de 1965, Manfredo y su familia vuelven a sus quehaceres en las zonas rurales de San José de Ocoa, retomando sus luchas por la tierra, la libertad y la justicia. Manfredo y Manuel fogueados en los combates y las luchas que se libraron en aquellos días de gloria, rebeldía y coraje, incorporan esa experiencia y organizan mejor sus actividades. Ocupan tierras y tras esas acciones viene la represión balaguerista.
La historia registra actividades y acciones en esa zona que van desde los alzamientos esclavos de los manieles pasando por las acciones del general Antonio Duvergé en la Batalla del Memiso. Se incluye también, las acciones de revolucionarios como Polo Rodríguez y Orlando Mazara. El coronel Caamaño, Presidente de la República durante la Guerra de Abril y su guerrilla en 1973 encontró allí espacio para cubrirse. También ellas le sirvieron de tumba por un buen tiempo.
Tras los intentos fallidos de articular y desarrollar una estrategia de lucha clandestina consistente y articulada entre los grupos de izquierdas de entonces, especialmente el PCD y Los Casado Villar se opta por sacar a los hermanos de las montañas, unos para recibir tratamientos médicos otros para reforzar su capacidades y habilidades en la lucha guerrillera. Los Casados no estuvieron organizados en los grupos de izquierda, se nuclearon desde muy jóvenes en las filas perredeístas.
Cuentan los campesinos, algunos compañeros de lucha que las montañas ocoeñas eran un hervidero de soldado, chivatos e intrigas. Refieren que hasta se instaló cuartel con una numerosa dotación militar en Las Caobas con el único fin de combatir y vigilar las acciones de los campesinos encabezados por Manfredo Casado Villar. Esta es una muestra de la magnitud de las acciones que desarrollaban los campesinos y de los logros que obtenía. Eran tiempos difíciles para el movimiento revolucionarios. Muchos de ellos fueron fusilados, otros encarcelados y una gran cantidad fue forzada a exiliarse. Manfredo Casado fue uno de ellos.
Salida al Exilio.
La vida clandestina de Manfredo Casado Villar en la zona de San Francisco de Macorís se hizo cada vez más difícil y no le quedó otra opción que la de asilarse en una embajada. Esta vez le tocó a la Embajada de Méjico en el país. Es allí donde conoce a Claudio Caamaño, quien también se asiló tras la caída y fusilamiento del Coronel Caamaño en 1973.
El ingresó a la sede diplomática en 1972, permaneciendo en ella hasta 1973. Allí lo sorprenden el Desembarco de Playas Caracoles y las acciones posteriores, que dieron al traste con la vida de Caamaño y varios de los expedicionarios que le acompañaron. Hasta esa legación diplomática llegó Claudio Caamaño Grullón sobreviviente de la epopeya de Caracoles. Ahí inició la amistad que llevó a estos veteranos de la Guerra de Abril a planificar las acciones conjuntas que los trajo al país 1975, empuñando nuevamente el fusil redentor de la dignidad mancillada por el balaguerato.
Claudio salió al exilio pero a Manfredo se le negaba la salida, bajo el alegato de que había cometido un delito y estaba condenado. Ese era el discurso del canciller dominicano Víctor Gómez Bergés. Opinaba “que este era un caso complejo, Casado Villar tiene un prontuario delictivo que los descalifica para el asilo”. Era parte de la estrategia para mantener al revolucionario en el país y luego aplicar la receta que habían acordado con los yanquis tras la desocupación del país en 1965.
La estadía en la embajada mejicana se extendió y sobrevivía gracias al apoyo de su familia, y algunos amigos de partido especialmente de su hermana Dinorah Casado Villar, quien se las ingeniaba para llevarle alimentos y ropa limpia. La embajada también protegió al revolucionario protegiéndolo de la ferocidad de las hordas balagueristas.
Consciente de los riesgos que corría en territorio dominicano y viendo la negativa de Balaguer de dar el Salvo Conducto, Manfredo tomó como rehén a un hijo menor de Espartaco García Estrada, embajador de México en el país para forzar a una negociación que facilitara su salida al exterior. Un cuarto le servía de refugio en la sede diplomática. Con ese nuevo ingrediente se crea una comisión y se seleccionan 6 países, entre los que se encontraba Francia como posible destino del rebelde guerrillero.
Don Rafael Herrera encabezó la comisión para negociar una salida con el guerrillero asilado. En esas circunstancias el Presidente Balaguer se ve obligado a otorgar el Salvo Conducto. Se acordó con Manfredo su salida a Francia, acompañado del Periodista Radhamés Gómez Pepín.
Se hicieron los arreglos para la salida que preveía una escala en Aeropuerto de Barajas en España. Partieron del aeropuerto Internacional de las Américas rumbo a su destino. Hubo interrogatorios en España pero al llegar a Francia, Manfredo fue apresado por los Servicios de Inteligencia. Sospechaban que Gómez Pepín era rehén. Finalmente se resolvió el impase y quedaron libres.
La estadía de Manfredo Casado Villar en Francia fue breve. De las intrincadas montañas ocoeñas el líder había pasado a la Capital de Las Luces en pleno centro de Europa, en el apogeo de la Guerra Fría. Su amigo Claudio Caamaño, a quien había conocido durante su estadía en la embajada mejicana hizo gestiones para trasladarlo a Cuba. Se concretó el ingreso a Cuba y una vez allí se integró al grupo que se entrenaba en la isla. Completada la preparación militar y política se organiza el retorno al país.
Claudio Caamaño, Carlos Toribio Peña Jáquez están listos para partir a Quisqueya. De los planes, apoyos, económicos, políticos y sociales, así como del resto del contingente se sabe muy poco pero la decisión del regreso a la Patria amada había sido concertada. Salen de Cuba, llegan a las Costas Dominicana y de inmediato se internan a las montañas rumbo a San José de Ocoa donde suponían quedaba alguna base política o algún nivel de conciencia social creado tras los años de lucha de los hermanos Casado Villar.
Regreso a Quisqueya.
Es a Manfredo a quien le tocó acompañar a Toribio Peña Jáquez y al veterano y abnegado Claudio Caamaño Grullón, veterano de La Guerra de Abril y sobreviviente de la Expedición de Caracoles en 1973. El plan guerrillero o la estrategia que traían se desconocen a plenitud, pero enfrentar la dictadura de Balaguer era la razón fundamental.
Llegaron al país en 1975, se internaron en las montañas pero la acción no cuajó. Esta sería la última acción que desarrollarían, Los Casado Villar para recomponer sus fuerzas y encaminar acciones concluyentes contra el balaguerato.
Los planes de lucha, la estrategia guerrillera y las alianzas potenciales que viabilizarían el accionar en las montañas no se ha sido clarificado aún. Se supone que existía alguna base en las montañas que apoyaría y daría soporte a los 3 guerrilleros. Se internan en las montañas con la intención de operar desde las zonas donde Manfredo y sus hermanos habían accionado años antes pero evidentemente que las condiciones objetivas y subjetivas habían cambiado.
El fracaso de la Expedición de Caracoles y el fusilamiento del Coronel Caamaño en las montañas ocoeñas estaba fresco en la memoria del pueblo dominicano, y muy especialmente en los servicios de seguridad del Estado. Recientemente había sido asesinado el destacado periodista y dirigente revolucionario Luis Orlando Martínez Howley.
La estrategia de descabezamiento del liderazgo revolucionario implantado por Balaguer y la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, CIA, había diezmado las filas progresistas y revolucionarias. El estilo despótico heredado del trujillismo se imponía a base de represión, terror, soborno y chantaje.
La estrategia represiva incluía, persecución, cárcel, acoso, desaparición, secuestro, tortura y muerte a toda persona vinculada a las fuerzas progresistas, pero con énfasis especial en los miembros de la izquierda revolucionaria que habían participado en la Guerra de Abril de 1965.
En ese contexto y bajo esas circunstancias se produce la llegada al país de los revolucionarios. El rumor de su presencia se regó como pólvora y se acentuó la represión, especialmente en San José de Ocoa de donde era originario Casado Villar. Los principales dirigentes políticos fueron víctimas de acoso otros apresados y perseguido. La presencia de los revolucionarios en la zona era un hecho.
Captura y Fusilamiento.
Se cuenta que durante su marcha por las montañas ocoeñas, Manfredo Casado Villar sufre un accidente donde se rompe una o varias costillas. Esta condición impide su marcha por las accidentadas colinas que conforman las zonas montañosas de Los Martínez. Se ve obligado a trasladarse a Fundación en Baní donde residía una de sus hermanas. Curarse y recuperarse era prioritario en estos momentos. Gente del PRD hizo arreglos para trasladarlo a Santo Domingo a recibir tratamiento especializado.
Se hicieron los arreglos y la noche del 8 de octubre de 1975 salen de Baní con destino a la Capital. Manfredo venía en un carro acompañado por su hermano Milcíades Casado Villar y dos dirigentes choferiles: José Antonio Polanco Beato y Francisco Antonio Estrella. Se dice que Pablo Rafael Casimiro Castro hizo arreglos para que el general Neit Rafael Nivar Seijas, jefe de la Policía Nacional para entonces se “anotara” el mérito de haber apresado al líder rebelde. Si fue así, este acto vil de traición eliminó la última acción armada emprendida contra la dictadura de Balaguer.
En el trayecto son interceptados por las fuerzas de seguridad del Estado, en las proximidades del Puente Lucas Díaz, hieren a Manfredo, lo apresan y los trasladan a la fortaleza de San Cristóbal. Una vez allí, los torturan y posteriormente los fusilan. Todos los cuerpos son entregado sus familiares, menos el de Manfredo Casado Villar, cuyo paradero se desconoce 38 años después de su trágico final.
Al cumplirse 42 años del apresamiento y ejecución de Manfredo Casado Villar y su hermano Milcíades es de justicia reconocer el gran sacrificio que hizo esta familia por redimir el derecho de los excluidos a vivir dignamente. Razones y excusas habrán para no actuar, ni reivindicar su memoria, pero la senda trazada por los hermanos Casado Villar se enmarca en la línea del decoro y la dignidad.
La de Los Casado Villar, es una historia llena de heroísmo, coraje, rebeldía y sacrificio que algún día habrá que completar. Reivindicar su memoria y rescatar del olvido el accionar de aquellos titanes de las luchas campesinas en San José de Ocoa es un acto de justicia. Trabajar por la ubicación y recuperación de los resto del bravo guerrillero ocoeño es un deber y un compromiso al que no se puede renunciar.
San José de Ocoa tiene el mérito histórico de haber albergado en sus montañas a numerosos y valientes revolucionarios. También aportó su cuota a la causa liberadora del pueblo dominicano, tanto durante la independencia como en la guerra restauradora. Manfredo Casado Villar, representa a esa pléyade de luchadores revolucionarios para orgullo y satisfacción de sus compueblanos. Su pensamiento progresista y su origen humilde se combinan con la honestidad y el compromiso para hacer de este hombre un ser excepcional cuyo ejemplo es digno de imitar.
El sacrificio de la familia Casado Villar es inmenso y el pueblo dominicano y muy especialmente San José de Ocoa está en deuda con ellos. Sus descendientes y amigos tienen la obligación de contribuir al rescate de ese legado glorioso. Estos titanes de la dignidad marcaron su huella rebelde en las sendas de la esperanza.
Anhelar que se reivindique su memoria y que se concreten sus sueños libertarios hará que Manfredo y Milcíades se sientan orgullosos del pueblo que defendieron. Hay que colocar a los hombres en el sitial que la historia reserva para ellos. Manfredo Casado Villar cayó defendiendo el derecho del hombre a trabajar la tierra y a vivir con dignidad y libertad.
Combatió en la Guerra de Abril para exigir el retorno de la constitucionalidad y combatió contra el yanqui invasor en 1965. Organizó y lideró las luchas por el rescate y la dignidad del campesinado ocoeño. Combatió la dictadura balaguerista hasta su muerte. Si honrar honra, honremos con orgullo la memoria de Manfredo Casado Villar.
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