La Libertad es la facultad y el derecho de las personas para elegir de manera responsable su forma de actuar dentro de una sociedad. Vivir en libertad es lo normal en cualquier nación que impere la democracia. Apegado a este concepto, el ser humano tiene el derecho a pensar, a desarrollar sus ideas y a difundirlas de manera oral, escrita, impresa y de manera artística, sin que por ello sea hostigado; siempre y cuando asuma el compromiso de hacerlo dentro del marco del respeto y de la sana convivencia. Este planteamiento se consolidó formalmente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Cada país establece sus límites, que van en el sentido de prohibir la promoción de la violencia, la incitación al odio, la intolerancia religiosa, entre otros. La realización de esas acciones puede perjudicar a terceros, por lo que, conllevan una penalización legal.
En un mundo de aparentes semejanzas, y, a pesar del avance de las posibilidades de una convivencia en armonía, a lo interno de los grupos se dan ciertos enfrentamientos cuando alguien expresa una opinión diferente a la del resto, y más si se entiende que ese alguien se ha salido del molde establecido, de inmediato es catalogado como “extraño o raro”, por lo tanto, es probable que sea objeto de exclusión por parte de esa colectividad.
En el ámbito de la libertad de expresión artística, grandes literatos han sido ignorados o expulsados al abordar el arte desde una perspectiva distinta a lo acostumbrado en un grupo establecido, a veces, por aplicar técnicas diferentes o en otros casos, debido a la introducción de temas controversiales. En la historia de la Literatura podemos citar al famoso escritor colombiano, José Maria Vargas Vila y al irlandés Oscar Wilde. El primero, talentoso y renovador de la prosa lírica, considerado como una de las plumas más finas de la época, quien fustigó y describió magistralmente a los políticos corruptos de la época, al terrateniente infame, al sacerdote libidinoso, a la meretriz vestida de gran dama y a un sistema de justicia selectivo.
Con la introducción de esos temas, Vargas Vila sintió en carne propia el rechazo de un sector poderoso de una sociedad conservadora, postura que le generó serios problemas, hasta el punto de verse obligado a buscar exilio en otro país. En lo referente al brillante Oscar Wilde, quien aparte de introducir un tema controversial en su única novela “El Retrato de Dorian Gray”, también influyó otro elemento, que para la época fue considerado una “indecencia grave”: su orientación sexual, la misma que conllevó dos años de encarcelamiento con trabajo forzado, una medida legal de ese tiempo que, según sus biógrafos, contribuyó a su temprano fallecimiento.
Pudiéramos creer que aquella situación quedó en el pasado, sin embargo, hace apenas dos años, que, en Colombia, salió a la luz pública el asunto de unos escritores excluidos de participar en la Feria del Libro de Madrid 2021, por la sencilla razón de haber apoyado una fuerte protesta ciudadana, ese hecho fue el detonante para que las autoridades invitaran sólo a los escritores denominados “neutrales”. La situación inició como un rumor, pero después se confirmó al escuchar al embajador colombiano durante su discurso “una feria literaria no debería convertirse en una feria política”, acción que resaltó la revista W Magazín, dirigida por el colombo-español Winston Manrique.
Pensar y expresarse libremente ha sido un riesgo desde el principio de los tiempos. Nuestro país no ha sido la excepción. El tema está plasmado en el cuento “La Mancha Indeleble” del escritor juan Bosch, cuyo contenido indica el nivel de coacción de la libertad de pensamiento, encarnado en una voz (personaje) que repite una y otra vez: “Entregue su cabeza”. El cuento fue publicado en el año 1960 y aún en este siglo, continúa escuchándose el mismo mandato, y es posible, que con un tono más elevado.
No es solamente en el ámbito literario, basta con hacer un sondeo por las redes sociales para constatar la manipulación de temas convertidos en tendencia, donde el público termina pensando y expresando lo que se le impuso de manera subliminal. También existen innumerables testimonios sobre el accionar de algunas organizaciones políticas, religiosas y sociales que anulan el derecho de sus miembros a expresarse con total libertad, viéndose conminados a dejarles el poder de decisión a la figura directiva.
Finalmente, a pesar de las luchas para que prevalezca el respeto a la dignidad humana, de los acuerdos firmados en favor de la tan cacareada libertad de expresión, a menudo se impone la intolerancia ante una opinión o idea diferente, que, aun siendo expresada con respeto, tiende a herir la sensibilidad de un grupo. Está claro que el problema no es de la manera en que alguien se exprese, sino de un segmento de la sociedad que está incapacitada política, cultural y socialmente para respetar las diferentes formas de pensar de los demás.
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