Felipe Ciprián
Si Leonel Fernández es un político consumado debe saber que desde hace varios años está en una encrucijada: pelea o lo aplastan sin batalla al interior del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
En mayo de 2015 amenazó con pelear y se rindió. Muy buen discurso el que pronunció por una cadena de televisión y radio el 25 de mayo de ese año pero, aunque invocó el decoro de José Martí, recogió sus palabras con sus hechos y jamás ha dicho al pueblo que quiso alertar por qué sofrenó el potro en el que cabalgaba en defensa de la Constitución y de algunas esencias del partido que fundara Juan Bosch y que sobrevivieron a sus propios desvaríos neoliberales como candidato presidencial y como gobernante durante 12 años.
Lo que se debate ahora no es cómo se escoge el candidato presidencial del PLD que gobierna, sino quién será el más probable ganador de las primarias para seleccionar al próximo aspirante a la Presidencia de la República para las elecciones de 2020. La disyuntiva es Danilo o Leonel, y eso explica las reuniones interminables del Comité Político que no terminan en nada.
Y no terminan en nada esas reuniones porque al sector Danilo no le conviene una pelea ahora porque cualquier ruptura casi tres años antes de las elecciones le daría tiempo a Leonel de armar una opción que si bien no es garantía de victoria electoral, sí podría atentar contra una nueva reelección.
Un político que tiene aspiraciones de poder no puede creer que navega en un lago sin olas, donde nada lo perturba. En el caso de Leonel, hace tiempo que debió darse cuenta de que su confrontación con el sector Danilo no se resolverá en el Comité Central y mucho menos en el Comité Político del PLD, porque no se trata de aportar argumentos y defender «principios», sino de quién es el rey.
Si Leonel no entiende esta parte, le pasará como a Jacobo Majluta que pasó de ser el segundo candidato más votado en mayo de 1986 a un dirigente insignificante políticamente en 1989 y por tanto jamás pudo remontar vuelo y en cambio el doctor José Francisco Peña Gómez sí lo hizo y se quedó con el dominio del perredeísmo y estuvo a un escalón de ser Presidente de la República.
Falta saber si Leonel se atreve a pelear ahora -lo cual tiene riesgos y muy probables malos momentos- o va a aceptar que lo aplasten de nuevo sin resistencia.
Si Leonel no pelea aunque ponga en riesgo la unidad del PLD, se puede despedir porque mientras el sector Danilo tenga oportunidad, no le dará paso a un posible regreso del exgobernante.
Aunque es la Constitución la que establece que los miembros de cada partido tienen el derecho de elegir democráticamente a sus dirigentes y candidatos, el sector mayoritario dirigido por el presidente Medina tanto en el Comité Central como en Comité Político, quieren primarias abiertas. Si las primarias abiertas chocaran con la Constitución, ese sector no tendría problemas en modificar la Carta Sustantiva para acomodarla a la realidad de su proyecto y con un solo cartucho mataría dos palomas: establecería constitucionalmente las primarias abiertas (con el padrón de votantes de la Junta Central Electoral) y eliminaría la prohibición de reelegir al actual gobernante. Por eso no se ha avanzado en las garantías constitucionales que pidió Leonel.
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