Por Jassiel Maceo.
Ayer domingo se materializó un escenario bastante interesante en el acontecer dominicano. Una cantidad importante de dominicanos se dio cita en la provincia La Altagracia, específicamente en una zona que alberga la mayor cantidad de haitianos en nuestro territorio: Friusa y Mata Mosquito.
A raíz de la demanda de mano de obra en la provincia, tanto para la infraestructura hotelera como para la construcción de viviendas, esta zona se ha convertido en un imán para los nacionales haitianos que abandonan su país en busca de oportunidades para subsistir.
Durante décadas, han ocupado este territorio sin ningún tipo de control, mientras las autoridades han hecho la vista gorda. Esto se debe, en gran medida, a que en este país quienes realmente gobiernan son los empresarios, y en esa zona hay familias con suficiente poder para hacer y deshacer a su antojo. El problema que se presenta en esta área se refleja a nivel nacional.
Si tomamos como ejemplo Santo Domingo Este, podemos ver que los proyectos habitacionales también han sido ejecutados en su mayoría por mano de obra ilegal, fundamentalmente haitiana. Estos trabajadores, para abaratar costos en alojamiento, viven en condiciones de hacinamiento, lo que posteriormente repercute en los hospitales dominicanos, que deben atender los problemas de salud derivados de esta situación.
La migración ilegal es, sin duda, el principal problema que enfrenta el país en este momento. Su impacto va más allá del simple ingreso de extranjeros sin documentación: afecta la salud, la educación, la seguridad, la alimentación y, en general, toda la economía dominicana, de forma directa e indirecta. Por ello, lo sucedido ayer en Friusa fue un éxito rotundo en cuanto al fondo del asunto. La evaluación no debe centrarse en si asistió mucha gente, si lograron penetrar en Mata Mosquito y Friusa, si los organizadores perdieron el control o si la policía, como de costumbre, actuó en contra del pueblo. No, el verdadero éxito radica en el despertar del pueblo dominicano sobre este tema.
Los asistentes presenciales fueron pocos en comparación con el apoyo masivo que se vio en redes sociales y en la comunidad dominicana en el exterior. El éxito debe medirse en los pasos futuros que debemos dar para concienciar a la juventud sobre esta problemática y evitar que perdamos nuestro país. Este tema va mucho más allá de raza o color. La realidad es que el haitiano tiene una cultura, una ideología y un idioma muy diferentes a los nuestros. No hay forma de que ambos pueblos puedan convivir en armonía, pues en Haití se fomenta constantemente un sentimiento de hostilidad hacia los dominicanos. Esta situación debe hacernos reaccionar con urgencia, porque son cientos, incluso miles, los haitianos que nacen diariamente en República Dominicana.
A largo plazo, esto traerá consecuencias fatales para la identidad dominicana. ¡Despierta, pueblo dominicano! Alofoke puede seguir buscando “views”, La Orden puede continuar escalando en sus llamados… No importa quiénes sean los protagonistas o sus motivaciones personales. Lo verdaderamente importante es que se detenga la migración irregular en República Dominicana. El problema no es solo Friusa; el problema es nacional.
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