Un hecho de sangre que consternó no sólo a San José de Ocoa sino a gran parte del país, fue el acontecido la madrugada del domingo 15 de marzo de 1931.
En aquella fatídica fecha se produjo el asalto por parte del Dr. Mario Castaños, médico de Santiago de los Caballeros, quien tiempo después de producirse el rompimiento de su noviazgo con la jovencita ocoeña Adriana Pimentel, procedió, arma en mano, a penetrar a la vivienda de la familia de la novia, terminando el suceso con la muerte de dos personas, incluido el propio Castaños que puso fin a su vida, además de tres personas heridas.
El hecho que aún se recuerda en Ocoa por haber estado rodeado de un velo de romanticismo, de tragedia Shakesperiana, nunca ha sido seriamente analizado. No es que neguemos la existencia de los grandes amores, de esas pasiones arrebatadoras que han sido materia prima para poetas y de obras cumbres de la literatura como Romeo y Julieta, Cumbres Borrascosas, María o Madame Bovary, por citar apenas unos cuentos ejemplos, pero es hora ya de contar las cosas crudamente, sin darle un tinte de novela rosa a lo acontecido. Cuantas leyes o disposiciones del Código Penal violó el Dr.Castaños aquella noche? Qué eventos produjeron que un hombre joven, definido como jovial, alegre, entusiasta, colaborador y con un gran futuro terminara siendo un asesino y suicida? Tenía acaso una enfermedad mental que se disparó o agravó con el rompimiento amoroso? Acaso la familia Pimentel al advertir el estado de salud mental de Castaños decidió finalizar la relación? Lo de Castaños más que amor fue una obsesión? Hay detrás una actitud machista de pertenencia (O mía o de nadie)? Qué similitud puede encontrarse en el hecho acontecido y los actuales feminicidios que tanto nos agobian y preocupan hoy día? No hay dudas de que fue un hecho premeditado, pues la existencia de la carta póstuma que dejó el homicida/suicida constituye una afirmación en ese sentido. Las intenciones eran obvias, ya que nadie va a visitar a su pretendida de la forma en que lo hizo: de madrugada, armado y acompañado de cinco individuos, según indica la primera crónica periodística sobre el hecho (de los que nunca se ha dicho quienes fueron o participaron, ni si fueron sometidos a la justicia).
Todas esas dudas esperan ser despejadas por el Ateneo Ocoeño, que abordará el hecho desde distintos puntos de vista, en un conversatorio programado para el año próximo cuando se celebre el aniversario de la tragedia.
Para introducirnos en el tema, vamos a reproducir la crónica que apareció en la prensa al día siguiente. Me he permitido resaltar en negritas algunos pasajes de la misma que considero pueden darnos una idea más precisa de lo que pasaba con el malogrado Dr. Castaños.
Listin Diario, Lunes, Marzo 16, 1931
En San José de Ocoa se desarrolló en la madrugada del sábado una pavorosa tragedia que causó gran consternación general. Un drama intensamente pasional, donde hubo más de un muerto y varios heridos. – El Doctor Mario E. Castaños, actor principal del drama, se suicidó después.
Desde poco antes del mediodía de ayer comenzó a propagarse por la ciudad la nota sensacional de la ocurrencia de una lamentable tragedia en “El Maniel”, corriendo a poco de boca en boca la infausta muerte del distinguido joven médico que tenía tan extensas simpatías en esta capital, Doctor Mario E. Castaños, natural de Santiago de los Caballeros y que había convivido durante varios años en el seno de esta sociedad, en donde se formó un profesional, y alcanzó justísimos galardones por sus méritos y por sus dotes personales.
Por no hallarse sus familiares en esta Capital,pues que son todos oriundos de Santiago, y al haberse ausentado para el lugar de los sucesos el único de la familia Castaños que reside aquí, el joven Emilio Castaños hijo, hermano de la víctima, estuvimos sin noticia cierta sobre tan sentida muerte, hasta que ya en horas de la tarde, obtuvimos la triste confirmación, al mismo tiempo que se nos daban los más señalados detalles que perfilan el suceso: un verdadero drama pasional, en el que se ha operado indudablemente un fenómeno patológico que ha debido trastornar muy profundamente la mentalidad del actor, cuyos sentimientos se manifestaron siempre generosos, sin esos bélicos asomos que desde época muy reciente habían perturbado ya su conocida personalidad moral y física, y que han culminado con un intenso drama de sangre en el que se han perdido varias vidas y se cuentan algunas personas heridas.
Toda esta desgraciada acción ha tenido lugar como decimos, en el pueblo de “El Maniel” o San José de Ocoa, pintoresco y riquísimo lugar de los más importantes de la región sureña, circundado de montañas y dotado de agradabilísima temperatura, a donde concurren especialmente en el verano nuestras gentes acomodadas, disfrutando de las excelencias de su clima y donde se hallaba el Dr. Castaños desde hacía más de tres años, casi desde el día mismo que obtuvo su graduación como médico, habiendo instalado su consultorio allí y formado buenas relaciones de amistad. Además, al hallarse envueltos en el suceso los miembros de una de las más distinguidas y de las más notable familia de aquel vecindario, tanto como por las proporciones mismas que ha tenido el hecho, la sociedad entera de San José de Ocoa se vió profundamente consternada, contándose también entre las víctimas al valiente Primer Comisario de la Policia Municipal, señor Oderto Sánchez, quien perdió la vida, así como la estimable y distinguida dama de aquella sociedad, Juanita Martinez de Pimentel que se encuentra herida y otras personas más, acerca de las cuales informaremos más adelante.
La Primera versión.
El lugar donde se ha desarrollado tan intensa acción dramática, es la casa de los esposos señor Héctor Pimentel y su señora Juanita Martínez de Pimentel, uno de los hogares de mayor relieve en el seno de la sociedad ocoeña, fundado hace pocos años-tal vez si cuatro lustros no completos-pues que se trata de dos esposos jóvenes, cuya hija de matrimonio, la señorita Adriana Pimentel Martínez, no cuenta más de diecisiete años de edad.
Los esposos Pimentel Martínez viven en San José de Ocoa, en la calle Sánchez esquina Duarte, en una elegante residencia, construida de dos plantas, en una de las cuales, la baja, se halla instalado el establecimiento comercial de la firma H. Pimentel y Co., de la cual es miembro principal el propio señor Pimentel, un rico hacendado, propietario de inmensas extensiones de café, que cuenta con crecida fama de hombre adinerado. Y en la planta alta de la misma casa, su residencia de familia.
El Asalto.
Sin ninguna noticia sobre las circunstancias del asalto, y solo por informes que hemos recogido en distintas fuentes, podemos noticiar que el asalto del Dr. Castaños a la referida morada de familia de los esposos Pimentel-Martinez, se operó en el transcurso de la noche del sábado último al amanecer del domingo, yendo acompañado, según información recibida ayer, de cinco individuos.
El primer cómputo.
Un informe telegráfico recibido ayer dice así: Muerto el Comisario de la Policía Municipal, señor Oderto Sánchez. El Capitán Rijo del Ejército Nacional y el Teniente Barruos lograron mantener el orden después de dos horas de lucha, ocupando la casa de la tragedia y poniéndose a la altura de su deber. El Dr. Mario E. Castaños, muerto; madre de su novia, señora Juanita M. de Pimentel, herida; el Agente de la Policía Municipal, señor Ml. Castillo, herido; otro señor, herido grave.
Antecedentes conocidos.
Según se nos ha informado, el Dr. Mario E. Castaños, apenas llegado a San José de Ocoa, conoció hace cosa de tres años a la familia Pimentel-Martínez con la cual estableció relaciones amistosas, llevando más tarde relaciones amorosas con la señorita Adriana, hija de los mencionados esposos Pimentel-Martinez, en cuya casa el Dr. Castaños gozaba al principio de las mejores consideraciones y simpatías de todos.
Se había hecho estimar y querer en lo que valen las relaciones profesionales y por sus primeras impresiones, las cuales parecen haber cambiado con motivos de desavenencias familiares, cuyo origen no conocemos y que probablemente no interesan en lo que se refiere a esta somera información del caso.
Pero es lo cierto, que hace algún tiempo el padre de la novia de Castaños, sufrió un serio quebranto en el cual el Dr. Castaños, todavía en buenas relaciones de amistad en la casa, le prestó servicios médicos importantes. Como una continuación en el tratamiento del caso, el señor Pimentel tuvo que ir a Puerto Rico a donde se sometió a más serio tratamiento, acompañándole en aquel viaje, como médico asistente el mismo Dr. Castaños, quien por la reciedumbre de su organismo físico, en un caso necesario, se prestó oportunamente para una operación de transfusión de sangre que le fue hecha al Sr. Pimentel en vista de su estado de enfermedad.
Después que ambos regresaron al país y retornaron al pueblo de Ocoa, las desavenencias familiares de que antes hemos hecho mención, originaron el rompimiento del compromiso de enlace que había formalizado el Dr. Castaños con la Srta. Pimentel; rompimiento que parece haberse hecho con aprobación decidida del Sr. Pimentel, quien en el drama que se ha realizado, aparece según se nos informó, como opositor a la reanudación de las relaciones amorosas entre ambos jóvenes.
El Dr. Castaños, ya retirado de aquel hogar, reclamó algún tiempo después el pago de sus servicios médicos, entablando una demanda contra Pimentel en cobro de una suma de $7,000.00, demanda que según se nos ha dicho, fue transada en vista de una consulta del Sr. Pimentel con un prominente abogado de esta Capital, quien consideró bien fundadas las pretensiones del demandante Dr. Castaños.
Por tal concepto, el Sr. Pimentel situó a poco, en manos de los señores Ricart y Compañía de esta Capital, un valor de $4,650.00 a que ascendía después de operada la transacción su deuda con el Dr. Castaños, suma que estuvo inmediatamente a disposición de éste último.
Pero, el Dr. Castaños que al intentar la mencionada demanda contra Pimentel, lo hacía con fines de represalia, por no consentir Pimentel en las relaciones que aquel llevaba con su hija la señorita Adriana, quiso manifestarse bien pronto en sus propósitos y hasta envió algunas personas notables de aquel pueblo, en comisión a donde el señor Pimentel, manifestándole que estaba dispuesto a devolverle la suma mencionada, pues que no abrigaba otro propósito que casarse con Adriana.
La negativa del padre, parece haberse mantenido, no obstante los continuados empeños del Doctor, quien no omitía medio ni oportunidad alguna para hacer el amor a su pretendida.(Esto no debe entenderse de forma literal o en el contexto en que se usa el término actualmente, LFS).
Cada vez que se cumplía la fecha mensual en que fue roto su compromiso con la señorita Adriana, -y esto lo decía Castaños a sus amistades-, él le enviaba una carta al señor Pimentel, expresándole lo irresistible de su pasión y su querer. Y en cada ocasión el problema se agravaba más. En el Dr. se fue creando a poco un estado de desesperación. Y dicen que hasta de contrariedad vergonzosa que llegaba a irritarle a veces, reprochándose él mismo, sobre si sería un acto malo o si por el contrario justificado, la demanda que como represalia había intentado contra su oponente en los amores con Adriana.
Entonces comenzó la novela.
Entonces comenzaron a abrirse como grandes cráteres los volcanes de su fuego interior. Algo como irresistible aguijón, le mordía constantemente las fibras del corazón. Llama encendida en medio de una calamitosa noche de oscuridades infinitas, no para alumbrarle en la senda del destino sino para consumirle cuanta fibra pudo ser sensible a las llamadas de la razón, al mantenimiento de un estado mental equilibrado.
Sus amigos íntimos venían advirtiendo sus tristes desvaríos. De jovial con sus amistades, se fue convirtiendo en un indiferente. A fuerza de su propio afán, se convirtió a poco en un enfermo.
No sé sabe qué razones fisiológicas podrá aducir la ciencia para explicar un fenómeno tan raro. Pero es lo cierto que como sucede a tal, a su irresistible obsesión, había enflaquecido. Y a su fiebre respondían ya, hacía muchos días, pensamientos precursores de la pavorosa tragedia ocurrida.
Matar! La solución fatal que encierra al hombre en férreo círculo a donde no llegan razones. He ahí el punto culminante de su desesperación, infundada o no, pero desesperación al fin.
Y fue el sábado la noche escogida.
Sobre los detalles y los medios empleados, precisa que aguardemos para dar una más exacta información, ya que no queremos hacernos eco de las numerosas versiones que circulan respecto de cómo se realizó el hecho poco después de la media noche del sábado.
Quién era el Dr. Castaños?
El Dr Mario E. Castaños y Fernández, natural de Santiago de los Caballeros, hijo del señor Emilio Castaños, actual Juez de Instrucción de la Segunda Circunscripción de aquel Distrito Judicial. Habiase educado allí hasta obtener su graduación de bachillerato en Letras y más tarde el Bachillerato en Ciencias Físicas y Naturales.
Venido a esta Capital hace algunos años, ingresó por su propio esfuerzo en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Nacional, donde inicio y terminó sus estudios profesionales, graduándose hace apenas tres años de Dr. en Medicina, después de haber hecho sus experiencias como interno de diversas instituciones benéficas y hospitales del Estado en esta misma Capital. En tal camino, se le recuerda como practicante del Cuerpo Médico del Ejército Nacional; interno del Hospital y Beneficencia Padre Billini, de la Sala Municipal de Socorros Públicos; de la Clínica Mutual Española.
Tan pronto se graduó de Médico, con un espíritu verdaderamente emprendedor, puso su mirada en la próspera región de San José de Ocoa, donde a poco se trasladó fijando allí su residencia desde entonces y abriendo al mismo tiempo su consultorio médico-quirúrgico, en el cual se manifestó en todo momento un consagrado de la ciencia, obteniendo los mejores resultados en la orientación de su carrera médica.
Era de un temperamento jovial y alegre. De continente simpático. Contaba apenas 26 años de edad. Era afectuoso y expansivo en extremo, distinguiéndose siempre en sociedad por sus bellas cualidades personales, entera traducción de sus dotes y condiciones de caballero. Contaba por todo ello con numerosas amistades de grandes y pequeños, pues que tenía para toda esa chiquillería simpática, una singular atracción.
Gustaba de tomar parte activísima en festivales y actos culturales, habiendo presidido la asociación “Castalia” de fines puramente recreativos, la cual cumple hoy el 5to aniversario de su fundación y la que en diversas épocas y bajo distintos períodos, ha realizado brillantes festivales en esta Sociedad, así como también el Cenáculo de la Juventud, de carácter y fines puramente culturales.
No tenía malos antecedentes, ni se le conocieron antes instintos bélicos. Era de un carácter pacífico, al extremo que la tragedia que acaba de ocurrir se la considera por cuantos lo conocieron y lo trataron íntimamente, el producto de un estado patológico mental que ha debido operar una gran crisis en él, y que en la opinión de muchos, venía manifestándose desde algún tiempo con bastante notoriedad.
Quién era el Comisario Sánchez.
El señor Oderto Sánchez, la otra víctima, Comisario de la Policía de San José de Ocoa, era natural de allí mismo, miembro de distinguida familia de aquella sociedad. Desde hacía 12 años se encontraba desempeñando el mencionado cargo, haciéndolo con eficiencia que le valió su confirmación en diversos períodos ayuntamentistas. Contaba con unos cuarenta y cinco años de edad y se conocía como un hombre valeroso. Conciliador en cuantos diferendos y dificultades se requirió la presencia de su autoridad.
Era una persona que gozaba dela simpatía de aquel pueblo y ha debido encontrarse en este suceso, probablemente a causa de hallarse situada la Comisaría Municipal, al lado de la residencia del señor Pimentel, adonde se desarrolló la tragedia.
Era hermano del señor Dionisio Sánchez, actual diputado al Congreso Nacional y ex Gobernador de la provincia de Azua, a quien, en tan triste oportunidad, le expresamos nuestra sentida condolencia.
La Familia Castaños.
La familia Castaños se nos informó que pasó ayer por esta Capital en viaje para el Sur, adonde concurrieron para dar enterramiento al cadáver del Dr. Castaños, el cual se dijo en un principio que sería trasladado a esta Capital para ser llevado después a Santiago. Hasta la una de anoche, no se había operado ningún traslado, a pesar de que se informó temprano que el cadáver había sido puesto en Baní. Consignamos aquí nuestra condolencia a su afligida familia.
San José de Ocoa consternado.
La situación del pueblo de Ocoa ha sido desesperante ayer. La tragedia llevó consternación y sobresalto a todas partes. Las autoridades han actuado convenientemente.
Nuestros sentimientos.
Al consignar la tragedia que envolvió en sangre a la sociedad ocoeña, queremos expresar nuestro profundo sentimiento por tan triste suceso del cual volveremos a informar.
Continuará.
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